iniciativa de la asociación biodiversitat marina

Hasta nueve especies de cetáceos pueden verse entre BCN y Palma

Delfines listados avistados en una ruta Palma de Mallorca-Barcelona.

Delfines listados avistados en una ruta Palma de Mallorca-Barcelona. / BIODIVERSITAT MARINA

ANTONIO MADRIDEJOS
BARCELONA

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Nueve especies de cetáceos, desde las rarísimas orcas hasta los muy habituales delfines listados, pueden observarse en las aguas del Mediterráneo comprendidas entre Barcelona y las Baleares, según muestra un recuento efectuado durante los últimos tres años por especialistas de la asociación Biodiversitat Marina. Armados de prismáticos y con mucha paciencia, los naturalistas se embarcaron en ferris de la empresa Balearia a un ritmo de entre dos y cinco viajes mensuales -dependiendo del estado de la mar- para intentar determinar numéricamente las especies más frecuentes o, como mínimo, las que más se dejan ver. Los resultados empiezan a llegar.

«Salimos de Barcelona por la noche, llegamos a Baleares y volvemos de nuevo por la mañana -relata Artur Degollada, biólogo de Biodiversitat Marina que ha coordinado el análisis-. Durante los trayectos vamos apuntando todos los avistamientos de cetáceos y también de aves marinas». Se anota la fecha, las coordenadas de GPS e incluso la actividad de los animales. El seguimiento lo realizan en total unos 50 voluntarios, muchos de ellos estudiantes de Biología, gracias a un convenio con la Fundación Balearia.

Degollada explica que estudios de este tipo sí se habían hecho en las costas de Francia e Italia, pero no en España. «No había algo sistemático».

Los más comunes

El cetáceo más habitual resultó ser el delfín listado (Stenella coeruleoalba), «que incluso llegan a verse por centenares en algún viaje», enumera el biólogo. También hay bastantes delfines mulares (Tursiops truncatus), sobre todo en las zonas cercanas a la costa, y rorcuales comunes (Balaenoptera physalus), una especie enorme (25 metros) que en ocasiones se cruza en grupos de madres con crías y cuyos «soplidos de hasta dos metros de altura se pueden observar a grandes distancias». La lista de cetáceos menos habituales se completa con el zifio de Cuvier, el calderón común, el calderón negro, el cachalote y el delfín común, aunque el más raro es sin dudas la orca, cuyo avistamiento solo ha sido posible una vez. En el Mediterráneo occidental también hay citas acreditadas de yubarta, delfín de hocico estrecho y hasta de ballena gris, pero se trata ejemplares desorientados que han llegado excepcionalmente tras cruzar el Estrecho.

Degollada comenta que cualquier persona está en disposición de ver cetáceos con un poco de paciencia, aunque obviamente reconocerlos ya es trabajo de especialistas puesto que muchas veces lo único que se aprecia es el lomo o una aleta. El delfín listado se acerca con frecuencia a los ferris, incluso se coloca en paralelo a su ruta y surfea, pero eso no es lo normal en las otras especies: «Los cetáceos suelen seguir su propio camino. Hacen su vida. No cambian el ritmo al ver un barco».

Las mejores épocas

La mejor época para los avistamientos transcurre entre primavera y principios de verano, aunque luego hay también otro pico hacia el mes de octubre.

Los especialistas esperan que la información obtenida sirva para conocer mejor la distribución de las especies y las pautas de comportamiento. De hecho, sigue habiendo notables incertidumbres. El delfín listado, por ejemplo, suele figurar en las guías como especie residente todo el año, pero lo cierto que es que el recuento de Biodiversitat Natural aprecia bajones enormes en invierno. «Queremos saber por qué se reducen tanto las observaciones en esas fechas». ¿Dónde van? Otro caso es el de los rorcuales que crían en el mar de Liguria. «Nosotros los vemos luego cuando pasan hacia el sur o cuando regresan -añade el especialista-. Posiblemente haya unas poblaciones totalmente residentes y otras que migran al Atlántico».

«El Mediterráneo occidental no es en absoluto una zona pobre en cetáceos», concluye Degollada. «Y nosotros las hemos visto todas».