PROYECTO DE RESTAURACIÓN AMBIENTAL

Una bióloga catalana dirige la mayor replantación de corales del mundo

Paraje submarino cercano a la isla de Cousin, en el archipiélago de las Seychelles, antes de los trabajos de restauración.

Paraje submarino cercano a la isla de Cousin, en el archipiélago de las Seychelles, antes de los trabajos de restauración.

ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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En 1998, a raíz de un gran episodio de El Niño que acarreó un anormal calentamiento de las aguas del océano Índico, el 97% de los corales de las islas Seychelles murieron o quedaron gravemente afectados, un desastre que se consumó por completo con la llegada del tsunami del 2004. El declive de estas vistosas y riquísimas comunidades marinas se cernía sobre el futuro de la pesca y el turismo, las principales fuentes de ingresos de la población local.Una década después, la esperanza ha vuelto al archipiélago gracias a un proyecto de restauración ambiental coordinado por Sarah Frías-Torres, una bióloga barcelonesa afincada en EEUU, que consiste en la siembra de pequeños vástagos o fragmentos procedentes de los ejemplares que sobrevivieron. «Es el mayor programa de cría de corales realizado hasta ahora en el mundo», explica Frías-Torres. Gracias al patrocinio de la Usaid, la agencia estadounidense de ayuda al desarrollo, en dos años se han plantado 40.000. La vida está regresando.

Los corales, principal constituyente de los arrecifes coralinos, están formados por miles de pequeños animales marinos que se agrupan en colonias y van formando esqueletos con el carbonato cálcico que extraen del agua. Frías-Torres explica que los corales del Índico y el Pacífico son de una biodiversidad extraordinaria, con muchas especies más que en el Caribe, lo que supone también «un esfuerzo más complejo» a la hora de criarlos. «Para mí, que trabajo para la Smithsonian Foundation en diversos proyectos con especies en peligro, los corales de Seychelles eran un reto que no podía dejar pasar. Así que acepté».

COMO UN CAMPO DE FÚTBOL

No es la primera vez que se pone en marcha una siembra de corales, pero las iniciativas realizadas hasta la fecha habían consistido en el cultivo en viveros y su posterior traslado al mar o, a lo sumo, trasplantes con solo un par de especies. «No hay nada de laboratorio -dice la coordinadora del proyecto-. Desde el principio, los corales están sujetos a las condiciones que tendrán en el mar cuando sean adultos». La siembra se realiza en una reserva marina situada cerca de la isla de Cousin, «un laboratorio ideal porque no sufre el efecto de la pesca», prosigue Frías-Torres. En total, se ha trabajado en una superficie ligeramente superior a un campo de fútbol con una media de cuatro corales por metro cuadrado.

Los corales que sobrevivieron a El Niño de 1998 y al tsunami del 2004 «se supone que son muy resistentes», comenta Frías-Torres, un detalle que puede ser clave en un futuro próximo para hacer frente al previsible aumento de la temperatura del agua. Para la cría, lo que se hace en primer lugar es extraer fragmentos del tamaño de un pulgar que no afectan al coral -«la colonia donante cicatriza rápido»-, aunque también se emplean trozos que se han desprendido a raíz de tormentas y han sido localizados en las playas.

JARDINERÍA EN EL MAR

Siguiendo una técnica ensayada en Eilat (Israel), se toma una cuerda y en ella se engarzan los corales como si fuera un tendedero de ropa. «Son cuerdas que puedes desenroscar y en la que el coral queda bien apretado», dice la bióloga. En una fila de 20 metros se colocan unos 80. Luego, las cuerdas se instalan formando una especie de red que flota a unos ocho metros de profundidad y a 10 metros por encima del fondo. Esta cría o jardinería (en inglés, 'coral gardening') es clave.

«Hemos trabajado con 67 especies. Nos interesa la variedad: unos corales crean estructuras con rapidez pero son más frágiles, mientras que los hay de crecimiento más lento y mayor resistencia», dice la investigadora española. El cuidado de los viveros es fundamental para que sean más productivos. Y ello incluye, por ejemplo, eliminar las algas que se van adhiriendo a las cuerdas.

A los 12-18 meses, cuando los corales ya miden como una pelota de fútbol, llega el momento del trasplante. «Hundimos la cuerda y uno a uno, con la ayuda de un equipo de buzos, vamos colocando los corales en el fondo y les aplicamos una especie de cemento de refuerzo», insiste Frías-Torres. En pocas semanas, el coral ya es capaz de engancharse a la roca por su cuenta.

El proceso no ha estado exento de contratiempos. De los 40.000 plantones de coral, unos 5.000 se perdieron de resultas de un ciclón y varios miles también perecieron por diversas enfermedades. En total han sobrevivido 24.400, una tasa de supervivencia del 70%. «Ahora empezamos a tener un nuevo arrecife. Ha sido extraordinario». Para poder cotejar, los investigadores dejaron una zona cercana sin ningún tipo de actuación. Frías-Torres comenta que los progresos se deben exclusivamente a los trabajos de restauración porque la zona no recibe larvas de otros emplazamientos ya que las Seychelles están aisladas en el Índico. Pocos signos de recuperación se habían observado de forma natural.

«El gran éxito del proyecto que dirijo -concluye Frías-Torres- radica en que hemos demostrado que se puede hacer restauración de corales a gran escala de forma económicamente efectiva, con materiales locales y baratos. Y que el arrecife de coral que hemos reconstruido desde cero ya es funcional. La vida ha vuelto en solo dos años: peces, pulpos, caracoles, tortugas marinas, tiburones, delfines... ¡Todo un récord!»