ALTRUISMO EN FAVOR DEL MEDIO

20.000 catalanes 'trabajan' como voluntarios ambientales cada año

Voluntarios colaboran en la limpieza de la riera de Vallvidrera, en el parque de Collserola, el pasado sábado.

Voluntarios colaboran en la limpieza de la riera de Vallvidrera, en el parque de Collserola, el pasado sábado.

ANTONIO MADRIDEJOS / Barcelona

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El pasado 17 de febrero, unos 20 voluntarios convocados por la plataforma SOS Delta del Llobregat se dirigieron a la Pineda de Gavà con el objetivo de frenar la proliferación de miraguanos, planta de origen americano que antaño se empleaba para rellenar cojines pero que se ha asilvestrado en algunas zonas hasta convertirse en un auténtico problema. Tras recibir instrucciones de unos monitores, también voluntarios, los participantes se pusieron los guantes y empezaron a arrancarlos del suelo intentando llevarse la raíz. Estuvieron cuatro horas y recogieron seis metros cúbicos. «No es por presumir, pero el pinar notó muy positivamente nuestra acción», indica Raúl Bastida, miembro de SOS Delta.

Mientras unos arrancan miraguanos, otros censan aves en el delta del Ebro. También los hay que se dedican a limpiar bosques y márgenes de carreteras, a plantar encinas, a recuperar las poblaciones de anfibios y mariposas, a reparar fuentes tradicionales o, simplemente, a denunciar vertederos ilegales u otras afectaciones sobre el medio.

En total, unas 20.000 personas participan cada año en Catalunya en actividades de mejora ambiental organizadas por unas 90 asociaciones naturalistas y entidades públicas, afirma Evelyn Segura, coordinadora de la Xarxa de Voluntariat Ambiental de Catalunya (XVAC). No solo colaboran de forma altruista, sino que en ocasiones pueden llegar a pagar una pequeña cantidad «para sufragar gastos de organización y material», prosigue Olatz Muniozguren, de la organización Depana. Hasta el próximo domingo se celebra la Semana del Voluntariado Ambiental con actividades en una treintena de municipios. «Tenemos gente muy activa desde Rialp hasta Bellver o Altafulla», presume Segura.

EXPERIENCIA DE COLLSEROLA / El consorcio del parque de Collserola es una de las entidades con más experiencia. «Ahora tenemos 88 voluntarios que realizan diversas funciones con cierta regularidad, como guías, conservación de señales o erradicación de pitas, ailantos y otras plantas invasoras, aunque lógicamente en las convocatorias más populares participa más gente de forma puntual», resume Glòria Arribas, técnica del consorcio. El pasado sábado, por ejemplo, en colaboración con la UB y la fundación Hábitats, se organizó una jornada para recoger basuras en la riera de Vallvidrera.

Arribas, no obstante, precisa que estas actividades no se convocan para suplir las carencias de la Administración, sino «como proyecto educativo». De hecho, posiblemente saldría más barato contratar a unos especialistas en limpieza que el operativo montado para atender a los voluntarios. «El objetivo en Vallvidrera no era solo recoger residuos, sino explicar a los participantes el valor de la riera y convencerlos de la importancia de mantener el medio en buen estado -insiste-. La ley del voluntariado explica claramente lo que se puede hacer y lo que no». Lo mismo opina Muniozguren, de Depana: «Nuestro objetivo no es llegar donde no llega la Administración, sino defender el patrimonio natural en líneas generales. Eso significa dar apoyo a campañas e incluso ofrecer asesoramiento legal».

Sea de forma continua o esporádica, todos los voluntarios aportan su grano de arena. Su perfil es variado. «Cuando convocamos maratones ornitológicos para censar aves -explica Bastida-, siempre aparece gente sin experiencia, pero no nos importa. Al contrario, nos gusta enseñarles». Arribas comenta que la mayoría de los voluntarios de Collserola son «gente de entre 30 y 60 años que se dedica a actividades alejadas del medio ambiente». ¿Y por qué hacerlo?: «Cuando paseas y ves una encina que plantaste años atrás -concluye Muniozguren-, es una sensación indescriptible».