Lucha social
Can Fugarolas reivindica su labor en el barrio de l'Havana de Mataró ante la amenaza de cierre
Los colectivos profesionales, sociales y culturales que conviven en él piden paralizar el proceso de subasta del espacio
“Que todo el mundo lo tenga claro: Can Fugarolas es del pueblo y se queda en el barrio”, han advertido en rueda de prensa
Los usuarios y entidades que conviven en el espacio de Can Fugarolas, en el barrio de l’Havana de Mataró (Maresme), descubrieron el pasado fin de semana, casi por casualidad, que la finca en la que actualmente desarrollan sus diferentes actividades profesionales, culturales, sociales y artísticas salió a subasta el pasado 9 de abril por un valor de 16,8 millones de euros. Así, desde la Federació Can Fugarolas defienden la importancia del espacio en el barrio y, de la mano del Col·lectiu Ronda, han anunciado que se personarán en los juzgados de Mataró para intentar “detener el proceso de subasta” y defender la continuidad del proyecto.
Según explican los portavoces de la entidad, la empresa del antiguo propietario de la finca quebró y, a causa de las deudas acumuladas, la Sareb ha ejecutado la orden hipotecaria de embargo y la consecuente subasta, que finaliza este jueves 29 de abril, con tal de saldar lo adeudado. En rueda de prensa, miembros de la Federació Can Fugarolas han criticado que la administración haya iniciado la subasta “sin haberlo notificado a los inquilinos de la propiedad”.
También han señalado que la subasta no incluye información sobre las entidades y actividades que conforman la finca, algo que aspiran a incluir en caso de lograr paralizar el proceso. “Aquí hay inscrita una federación que da techo, trabajo y un lugar donde desarrollar sus actividades a más de una veintena de entidades sociales, a más de 300 socios de Can Fugarolas, así como aproximadamente unos setenta profesionales”, han reivindicado.
Se queda en el barrio
Hace ocho años, Can Fugarolas era un concesionario y taller de reparaciones de vehículos situado en el barrio de l'Havana de Mataró que quedó en desuso y abandonado. El espacio consta de un edificio de tres plantas con un total de 4.000 metros cuadrados y un gran patio exterior, en el que también se ha desarrollado un huerto urbano. Así, en el año 2013, diversas entidades de la ciudad alquilaron la nave y su patio con el objetivo de crear un espacio donde desarrollar sus actividades.
El proyecto de Can Fugarolas se registró formalmente como federación de asociaciones el 13 de enero de 2016. Previamente, el uno de septiembre de 2016, el contrato de alquiler pasó a ser un contrato de masovería urbana, con el compromiso de la federación de hacer obras y rehabilitaciones para adecuar la nave y “manteniendo su uso como un espacio cultural, social y emprendedor”.
Desde Can Fugarolas temen que el nuevo propietario de la finca decida rescindir este contrato, que tiene vigencia hasta 2026, e inste así a finalizar el proyecto construido a lo largo de los últimos ocho años. Sin embargo, desde la Federació insisten en que tienen la intención de, pase lo que pase, quedarse donde están y de “consolidar un espacio cultural social y sostenible para la ciudad”. “Que todo el mundo lo tenga claro: Can Fugarolas es del pueblo y se queda en el barrio”, ha concluido Miquel Lleixà, quien es miembro de la Asociación de Vecinos de L’Havana y está vinculado a distintos colectivos del espacio.
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