Mucho ruido 2.0 ... y muy pocas propuestas económicas

JOAN SALICRÚ

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Mataró es la ciudad catalana de más de 50.000 habitantes con más paro: 13.385 personas están sin trabajo en la capital del Maresme (20,41% de la población activa, seis puntos más que la media catalana) según los últimos datos. No solo eso: Mataró ostenta también la segunda tendencia interanual a la baja más débil; sólo Manresa se recupera de forma más lenta.

Con ese marco, parecería que los partidos políticos locales tendrían que haber lanzado, a 90 días de las elecciones, una batería de propuestas para enderezar el rumbo y, como mínimo llegar a las medias catalanas.

Pero no. Más allá de apelaciones genéricas a construir "una ciudad pensando en las personas" se echa mucho de menos especialmente propuestas en el campo económico, en el campo de la nueva generación de economía productiva, para reducir el principal problema que sigue teniendo la ciudad.

A la espera de que haya algún posicionamiento novedoso en este sentido, PSC y CiU participan de un cierto consenso en seguir trabajando las líneas de promoción de la economía que la ciudad ha puesto en práctica en los últimos tiempos: el Tecnocampus con su apuesta universitaria cada vez más amplia y la implantación de empresas de nuevas tecnologías, un turismo vinculado a Barcelona pero que puede aprovechar también las playas y la oferta local comercial y gastronómica, un intento de generar una pista de aterrizaje a las empresas textiles que se relocalizan en la ciudad así como una política de grandes eventos para salir en el mapa -la Festa del Cel o la nonata fiesta alrededor del periodo barroco que el gobierno quería sacar adelante este mandato y que tenía que sustituir el Festival Shakespeare, el mascarón de proa del anterior tripartito-...

Son iniciativas la mayoría de las cuales en realidad vienen heredadas de los últimos tripartitos y con las que la Esquerra Republicana de Francesc Teixidó podría estar también bastante de acuerdo –de hecho, las primeras ideas sobre el turismo y sobre recuperar la vocación marítima de la ciudad provienen del alcaldable republicano Toni Civit, en 2003-.

Fuera de estas tres formaciones, qué dicen el resto de partidos? Desde el PP se hace un impreciso discurso de poner en valor los elementos históricos de la ciudad para proyectarla -el primer tren o el textil, por ejemplo- y de dar un empujón al comercio del centro de la ciudad –acierta, en todo caso, cuando lamenta las posibilidades no exploradas de financiaciones de este tipo de operaciones por parte del gobierno central-, la CUP insiste en su apuesta por la economía de proximidad, social y cooperativa -en el campo alimentario, ligar las Cinc Sènies con los mercados municipales es una idea con un cierto recorrido- y Plataforma por Cataluña insiste en el ‘frame’ de la inmigración y reclama la máxima contundencia con aquellos establecimientos comerciales que infringen las leyes.

Quien tal vez hace una propuesta más concreta y por tanto más arriesgada es, en el marco de la voluntad de reindustrializar la ciudad que la práctica mayoría de las formaciones comparten, ICV-EUiA, que apunta la posibilidad de vincular el polígono del Pla d'en Boet con la industria náutica produciendo tejidos adecuados para embarcaciones.

No son malas ideas, en absoluto, pero se echan en falta propuestas frescas, contundentes, más globales, que puedan suponer un paso adelante para la ciudad como en su momento lo prefiguró el propio Tecnocampus, éxito reconocido ahora por prácticamente todos. Dos mandatos atrás, en 2007, el entonces candidato del PP Paulí  Mojedano dejaba boquiabiertos a los periodistas con propuestas como la ciudad de la gente mayor, el barrio ecológico en la parte baja de las Cinc Sènies -junto a Sant Simó- y toda la apuesta por la temática náutica -el Mataró Marítim-, que tarde o temprano volverá con fuerza porque es la gran diferencia que Mataró tiene con las otras ciudades medianas catalanas con quien podría competir.

De hecho, el hermanamiento -de tipo económico, por primera vez- que este mandato se ha firmado con Fort Lauderdale, en Florida, tiene su origen en el Mataró Marítim de Mojedano. También la instalación del hotel Atenea junto al puerto de la ciudad -un gran éxito de estos últimos cuatro años- es una buena muestra de eso. Las potencialidades de aquel proyecto son todavía muchas y vigentes.

Los partidos responden con evasivas, con apelaciones a la falta de capacidad económica o con invitaciones a la calma cuando se les pregunta por esta cuestión y por la poca prisa que parecen tener en hablar de economía. Y a pesar de que no está en las manos de los ayuntamientos generar puestos de trabajo, otros ejemplos de ciudades medianas catalanas -la apuesta de Manresa por la logística en “el cor de Catalunya”, la de Girona por los festivales de cultura casi cada fin de semana cuando comienza la primavera, la de L’Hospitalet de construir un distrito de la industria cultural o la de Sabadell de convertirse en una 'smart city', por citar cuatro ejemplos- demuestran que es posible generar entornos, marcos, en los que florezca la actividad económica.

El trabajo de la política es precisamente centrar el eje de esta acción, decidir por cuál de las múltiples iniciativas apostamos y posibilitar que la ciudad se encamine hacia ellas, con alianza (especialmente ahora) con empresas privadas o con otras administraciones. Marcar horizontes atrevidos, que ilusionen y generen esperanza, sobre todo en un periodo en que la ciudad ha perdido una caja de ahorros como Laietana e importantes empresas del sector cultural como Robafaves.

Pues eso es lo que no están haciendo los diferentes partidos de la ciudad. O no con suficiente contundencia, en todo caso. Falta arriesgar, moverse, apuntar arriba. Falta ilusión. Así de difícil... y así de sencillo. En su lugar, un ruido ensordecedor en el ámbito 2.0, las pequeñas rencores de los unos con los otros y una dinámica de tuits y contratuits... no presagian nada bueno respecto ver una campaña auténticamente constructiva y prepositiva.

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