Un futuro industrial con empleo de calidad

CARLOS DEL BARRIO. SECRETARIO DE POLÍTICAS SECTORIALES Y SOSTENIBILIDAD DE CCOO DE CATALUNYA

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Las inversiones de las empresas en intangibles y en conocimiento han crecido en los últimos años de manera muy significativa. Y es que, actualmente, el conocimiento es un elemento fundamental para la creación de valor y de riqueza. En este sentido, la economía ha sufrido una transformación que ha acelerado la necesidad de digitalizarse, es decir, de incorporar a los procesos productivos la tecnología digital necesaria para mejorarlos, hacerlos más rentables y rápidos y, por tanto, hacer las economías más competitivas. Este fenómeno es el que ya se empieza a conocer como la cuarta revolución industrial. Este proceso de digitalización está afectando de manera muy significativa los procesos industriales. La aparición de la impresión 3D, la automatización de los procesos o la explosión del internet de las cosas (IOT) son las señas de identidad de la llamada industria 4.0, que pretende mejorar la competitividad del sector industrial en nuestro país.

Con el objetivo de tener una industria fuerte y competitiva, el 24 de julio del año pasado, agentes sociales y económicos, conjuntamente con el Govern, poníamos fin al trabajo que empezamos en el 2012 con el Pacte Més Indústria y que desencadenó en la firma del Pacte Nacional per la Indústria. Un acuerdo que, precisamente, sitúa la industria 4.0 y la digitalización como uno de los seis elementos estratégicos que deben ser los cimientos de la industria catalana.

Catalunya y España, rezagadas

Catalunya y España vamos con retraso en el proceso de digitalización de nuestra industria, y es por ello que la política industrial debe tener un papel clave en las políticas públicas de los gobiernos, para garantizar la competitividad industrial del territorio y la creación de empleo estable y de calidad vinculado a la industria. Y es que los países con un tejido industrial fuerte y competitivo presentan balanzas comerciales más equilibradas, tienen más fortaleza en los momentos de crisis económica y ayudan a combatir los efectos de la división internacional del trabajo.

En este cambio de paradigma, desde el punto de vista productivo, no solo tenemos que transformar y digitalizar las empresas, sino que también debemos hacer lo mismo en el territorio. Y es que, si queremos tener una industria digitalizada, esta necesita un territorio inteligente y digitalizado, con infraestructuras que puedan acompañar esta revolución tecnológica y encajarla en nuestro territorio. Debemos repensar nuestras áreas de actividad económica y los polígonos como parte de las ciudades, haciendo posible que las empresas que están instaladas en ellos tengan espacios competitivos a efectos de conectividad, infraestructuras y transporte, y hay que propiciar que las empresas que están vinculadas a la industria y los sectores tecnológicos vean atractivas nuestras áreas de actividad económica para instalarse. En este sentido, las obras del corredor mediterráneo son totalmente indispensables, así como la dotación de banda ancha en toda Catalunya en esta construcción de territorios conectados e inteligentes.

Luces y sombras

La apuesta por la digitalización de la industria es una cuestión que presenta luces y sombras, porque aunque, como ya hemos visto, la industria 4.0 es más competitiva y mejora las condiciones de trabajo en términos de salud laboral, con la liberación de actividades peligrosas o repetitivas, aumenta las posibilidades de cooperación y autonomía entre las plantillas, y genera más flexibilidad en la organización del trabajo. También presenta retos en cuestiones como la intensificación y la aceleración de los ritmos de trabajo o la mayor flexibilidad y disponibilidad horaria de los trabajadores y las trabajadoras, que tienen efectos negativos en términos de estrés o de salud mental de las personas que los padecen. Cuestiones como los nuevos modelos de negocio o la relación a través de plataformas en el mercado de trabajo y sus efectos sobre el trabajo presentan dudas, ya que dificultan la acción colectiva a través de los sindicatos, así como una ley que sigue los esquemas del capitalismo ‘fordista’ de base nacional.

La formación es otra de las necesidades que presenta este proceso de digitalización. En la actualidad, hay que impulsar una formación profesional en alternancia y dual, con diálogo social y estándares de calidad para favorecer la transición escuela-trabajo y el empleo de calidad. Se deben fomentar las vocaciones de las profesiones industriales (especialmente entre las mujeres), la competencia digital y el emprendimiento, así como impulsar un modelo universitario basado en la excelencia y la internacionalización.

En consecuencia, es necesario un futuro industrial que sea competitivo por la vía de la innovación y el valor añadido, que genere empleo estable y de calidad, que favorezca una mayor homogeneidad social en términos de renta. Este proceso de digitalización debe ir acompañado de la apuesta por sectores industriales vinculados al fomento de las energías renovables, la economía circular o la apuesta por unas nuevas industrias de la construcción que tengan como base la mejora de la eficiencia energética y la rehabilitación de nuestros pueblos y ciudades.