TRANSFORMACIÓN DIGITAL

¿Moda o revolución?

El tren de la cuarta revolución industrial avanza a gran velocidad y nuestra industria no lo puede perder si no quiere ver muy comprometida su competitividad. Es necesario un esfuerzo colectivo y una estrategia de país

XAVIER LÓPEZ. DIRECTOR GENERAL CORPORATIVO Y DE OPERACIONES DE EURECAT

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No es una moda. La digitalización de la industria es la integración y aplicación de tecnologías digitales en todos los procesos que conforman la cadena de valor, creando así un ecosistema ‘ciberfísico’ en el que todos los elementos, materiales, humanos y digitales, están permanentemente relacionados. Si hasta hace pocos años, la aplicación de las tecnologías digitales en la industria afectaba básicamente los procesos administrativos, de control y de gestión, actualmente los avances en muchas disciplinas de estas tecnologías digitales están abriendo nuevos y numerosos campos.

Aparte de estos avances, el otro fundamento sobre el que se sustenta la digitalización es la constatación de que en todos los procesos relacionados con la industria se genera una ingente cantidad de datos, que si se procesan y se transforman en información y conocimiento, se convierten en un nuevo y muy valioso activo para las empresas.

Transformación global

Esta transformación digital puede afectar a ámbitos tan diversos como la cadena de suministro de materias primas, el mantenimiento de los equipos de producción, la logística interna, la incorporación de robots colaborativos y de otras tecnologías que mejoran la eficiencia y la seguridad de los procesos de manufactura, los controles de calidad, la trazabilidad de los productos o la gestión de rutas, pero, además, es la base sobre la que generar productos más inteligentes, nuevos canales de venta e interacción con los clientes y, incluso, nuevos modelos de negocio.

Por lo tanto, la transformación digital de la industria debe entenderse como un proceso de transformación global, ya que no solo afecta a la empresa de puertas adentro, sino a todo su ecosistema (proveedores, clientes, productos, personas, plataformas, modelos de negocio, etc).

Las tecnologías que posibilitan esta digitalización acelerada integral son múltiples. Destacan la fabricación aditiva, la robótica colaborativa, el ‘cloud computing’, el internet de las cosas, la realidad virtual y realidad aumentada, la inteligencia artificial en sus diferentes disciplinas, el ‘big data’ y las últimas tecnologías de ‘ciberseguridad’. El ‘blockchain’, además, puede representar una enorme disrupción en cuanto a la formalización y trazabilidad de todas las transacciones tal como las entendemos ahora.

Múltiples ventajas

Las ventajas de esta transformación digital pueden ser también múltiples para las empresas. En primera instancia, la digitalización puede reducir significativamente muchos costes operacionales. Un estudio del 2016 del Instituto Fraunhofer, uno de los centros tecnológicos europeos más reputados en industria 4.0, apuntaba que los costes de producción, logística, mantenimiento y calidad podrían reducirse entre un 10 y un 20% y que la inversión en inventarios podría disminuir entre el 30 y el 50%. La lectura de estos datos también puede hacerse en sentido contrario: aquellas empresas que no sean capaces de llevar a cabo una digitalización efectiva de sus procesos, pueden perder rápidamente competitividad.

Por otra parte, y aunque menos cuantificables por ahora, la digitalización aportará significativos beneficios en relación a la seguridad y condiciones laborales y en la flexibilidad de la producción y la personalización de los productos.

Por último, en el apartado de las ventajas hay que añadir también, en el caso de algunas empresas, los derivados de la explotación de nuevos canales de venta y de nuevos modelos de negocio. Según Microsoft, el año 2016 los ingresos de las empresas que vendían datos fue de 156.000 millones de dólares y su crecimiento es exponencial, y la tendencia hacia modelos de negocio basados en la ‘servitización’, es decir, la sustitución del concepto tradicional de compra venta de un producto por el que pagar para recibir un servicio o por uso, es imparable en numerosos sectores.

Altos costes de inversión

En el otro lado de la balanza, es decir, entre las posibles desventajas o inconvenientes, hay que decir que los costes de inversión de la transformación digital de una industria no son despreciables, que la falta de personas con las competencias adecuadas para liderar e implementar estos cambios es evidente y que el debate sobre el impacto sobre el empleo de este tsunami digital continúa abierto.

Pero, ¿cómo está nuestra industria en términos de digitalización? En Catalunya encontramos una amplia y cualificada oferta de soluciones digitales. Hay en el país proveedores de la mayoría de tecnologías que permiten abordar la transformación digital de cualquier industria en sus diferentes ámbitos. A pesar de ello, el nivel de digitalización del tejido industrial es, en general, bajo.

Según un estudio de la consultora PWC del 2016, el grado de digitalización de las empresas industriales de los países avanzados de nuestro entorno se situaba en torno al 33%. En cambio, tomando datos de un análisis publicado por Vodafone en el 2017, en Catalunya solo un 19% de las pymes tenían una estrategia para implantar nuevas tecnologías TIC y más del 40% de estas empresas no habían asignado un presupuesto específico para desarrollarla.

Entre las causas de este retraso se encuentran, sin duda, la falta de cultura digital en nuestra industria; su en general pequeña dimensión y, por tanto, escasez de recursos y baja capitalización; la falta de perfiles y del talento adecuado para diseñar e implementar estas estrategias y unas infraestructuras de comunicación y conectividad que no siempre son las más adecuadas.

Tren a gran velocidad

En un entorno empresarial tan globalizado, nuestra industria se enfrenta por tanto a un reto importante. El tren de esta cuarta revolución industrial avanza a gran velocidad y nuestra industria, tal y como hizo en las revoluciones anteriores, no lo puede perder si no quiere ver su competitividad muy comprometida en el medio plazo.

Así pues, dada la diversidad sectorial y la fragmentación de nuestro tejido industrial, es necesario un esfuerzo colectivo y una estrategia de país liderada por la administración pero con la implicación también de las universidades, centros tecnológicos, clústers, asociaciones empresariales y otros agentes, que tenga como objetivo el impulso y aceleración de la transformación digital de nuestra industria. Si no lo hacemos o lo hacemos tímida y lentamente, la relevancia y competitividad de la actividad industrial en Catalunya se verá claramente afectada en los próximos años.