La caja de herramientas tecnológica de las empresas

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FELIP FENOLLOSA. DIRECTOR GENERAL DEL CIM-UPC

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Tenemos una oportunidad que se llama industria 4.0, la revolución digital llevada a la fabricación. Definirla nos resulta difícil a los que estamos inmersos dentro de ella, y solemos abusar de los acrónimos en inglés. La informática se ha mezclado con la mecánica, y si hasta ahora los técnicos salían dominando las leyes del electromagnetismo o los principios de la termodinámica, hoy por hoy nos deben asegurar que las tres leyes de la robótica de Isaac Asimov no se incumplirán.

Hay quien ve la industria 4.0 como una etiqueta para motivar a las empresas hacia la digitalización ligada con internet. A la omnipresente red conectamos sensores y actuadores de objetos que nos rodean a diario, en lo que se conoce como IOT (internet de las cosas). Estos objetos -desde un sistema de riego del jardín a una central eléctrica- los controlamos entonces a distancia desde un ordenador o desde un ‘listófono’ (‘smartphone’) , usando un ‘software’ en la nube, donde también se guardarán los datos que se generen y que se aprovecharán convenientemente.

El punto en que nos encontramos en Catalunya no es incipiente. Multinacionales y pymes son líderes a nivel mundial, y un indicador de buena salud lo da el Premio Industria 4.0 de los Ingenieros de Catalunya, cuya edición anual se celebrará  en los próximos días. En la última edición, el ganador fue una empresa del eje de la Riera de Caldes, fabricante de bienes de equipo que se venden en todo el mundo, con sensores integrados para monitorizarlos vía internet, anticipando paradas no deseadas.

Impresión 3D e ineligencia artificial

Eso no quiere decir que todo esté hecho. Por ejemplo, todo el mundo ya conoce, y quizás ha visto en acción, impresoras 3D (fabricación aditiva). Aún no se pueden imprimir piezas hechas con demasiados materiales diferentes, como precisan por ejemplo prototipos miméticos con el cuerpo humano, con los que ensayar intervenciones críticas. O para personalizar productos complejos, fabricándolos localmente: es el Km 0 de los productos industriales, un reto para Catalunya, que tiene un rico ecosistema dedicado al llamado ‘additive manufacturing’.

Donde también la industria 4.0 muestra oportunidades es en la inteligencia artificial, la respuesta al reto de procesar la abundante información que recogen un número creciente de aparatos que se conectan a internet. Hoy en día, todo este potencial lo vemos aplicado en previsiones meteorológicas o en precios de seguros, y ahora las empresas industriales confían en ella para transformar el modelo de negocio, pasando de vender objetos -un coche, un avión- a alquilarlos con mantenimiento incluido (‘servitización’), controlando a distancia el buen estado del producto y previendo su comportamiento futuro. Ya lo hacemos con bicis y motos.

Todos los obstáculos significativos son estructurales. ¿Por qué Alemania y otros países son líderes en industria 4.0? Pues solo hay que ver los índices de inversión en I+D+I tanto pública como privada. La esperanza viene del dinamismo de empresas y del entorno de universidades y centros tecnológicos que crean conocimiento y lo ponen en manos de emprendedores e industrias. Entrar en la partida sale ahora más barato; se empieza atendiendo un nicho de mercado con un capital inicial mínimo, a partir del cual no hay límite al crecimiento puesto que el mercado es mundial: la globalización es una ventaja si somos capaces de ser tecnológicamente competitivos.

Capital mundial del 5G

Además del obstáculo de la inexistencia de una política firme y continuada de apoyo a la I+D+I, hay que considerar también las limitaciones de las estructuras de acceso a la red, la gestión y velocidad de los datos que implica la industria 4.0. ¿Cuántos polígonos industriales hay todavía sin fibra óptica? Por otra parte, y por suerte, se están construyendo alianzas para hacer de Barcelona una de las capitales mundiales del 5G, esencial para disponer de la infraestructura sobre la que no solo construir la industria 4.0, sino servicios que las personas encontraremos básicos en menos de 10 años.

Hay que considerar, además, la formación como uno de los retos esenciales para extender la implantación de la industria 4.0. Primero, necesitamos aceptar la obsolescencia acelerada de muchos contenidos tecnológicos, de forma que los educadores deben posicionarse como motivadores para la formación continuada, de enseñar a aprender. Y sobre todo hay que generar vocaciones tecnológicas, acercando las nuevas generaciones a la industria, y elevando la participación de las mujeres. Faltan personas para trabajos atractivos tanto a nivel salarial como de realización personal. A cambio, hay esfuerzo y perseverancia. En la industria, en general, todavía funciona la meritocracia, la única manera que se ha constatado que se forman las sociedades avanzadas.

Además, el acceso a los medios de producción es cada vez más sencillo, y la fabricación digital es el ejemplo: solo hay que visitar un ateneo de fabricación urbano (‘fab lab’) para ver la revolución en marcha de los fabricantes (‘makers’). También la robótica se presenta renovada: los robots colaborativos, en lugar de destruir trabajo, se convierten en el apoyo de operarios de alta calificación.

En resumen, la industria 4.0 es la actual caja de herramientas tecnológica al servicio de nuestras empresas para competir haciendo productos de mayor valor añadido, por los que se esté dispuesto a pagar más. Y en ello nos va el futuro económico del país, ni más ni menos.