El talento en las ciudades de los prodigios

La disponibilidad de trabajadores cualificados y con talento es uno de los principales activos de una ciudad con ambición de estar presente en el mercado mundial. Barcelona debería prestar más atención a los motivos por los que no retiene a los jóvenes

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RAMON NOGUERA HANCOCK. DIRECTOR ACADÉMICO DE EADA BUSINESS SCHOOL

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Estos días hemos recibido la buena noticia de que 'fDi Magazine', un servicio de información económica que depende de 'Financial Times', ha identificado a Catalunya como la región del sur de Europa más atractiva para la inversión extranjera. Este hecho, por el que hay que felicitarse y que resulta del buen trabajo de muchas y muy diversas personas e instituciones, contrasta con la percepción entre los que nos dedicamos a atraer personas (y no inversiones) que cada vez cuesta más convencer a la gente para que venga a vivir a Barcelona -entendida como la ciudad y el área geográfica y económica que se articula a su alrededor.

No hablamos pues del turismo de ocio o de negocios -dos industrias que hay que cuidar más y gestionar mejor-, sino de la atracción de trabajadores altamente cualificados y con talento.

Ya no debería sorprender a nadie que la disponibilidad de este capital humano sea uno de los principales activos de una ciudad con ambición de estar presente en los mercados mundiales. Si bien el debate de la competitividad a menudo se enfoca más en la disponibilidad de infraestructuras físicas (autopistas, aeropuertos y ferrocarriles, entre otros), o en el marco fiscal, legal e institucional, lo cierto es que en la economía del siglo XXI la gente con talento ya no necesariamente sigue las oportunidades de trabajo. Al contrario, parece que cada vez son más los puestos de trabajo que siguen a las personas, y ciudades y regiones de nuestro entorno se han despertado a la creciente competencia global para atraer el mejor talento -tanto el joven y emergente, como el más consolidado. De ahí la importancia que se le da a los diferentes ránkings sobre calidad de vida en las ciudades que aparecen de forma regular, como los del 'Economist Intelligence Unit', Mercer o Monocle, por citar tres.

El activo más crítico

Esta tendencia es la última iteración de un fenómeno que ya hemos observado previamente: el desarraigo y la deslocalización empresarial. Del mismo modo que en los años 80 y 90 del siglo pasado, empresas con raíces históricas trasladaron la producción a otros países buscando mano de obra más barata, hoy, en una economía dominada por los servicios y con una constante innovación en automatizaciónlogística comunicación, los empleados se han convertido en el activo más crítico para muchas empresas. La red Linkedin, en su estudio anual sobre tendencias en selección de personal, 'Global Talent Trends 2017', corrobora esta impresión: el 57% de los directivos entrevistados indica que la competencia por personas con talento es su principal reto.

A la hora de atraer a estas personas, y más allá de las condiciones salariales y la necesaria densidad en oportunidades laborales -que continuarán siendo una parte esencial de la fórmula-, las razones por las que un profesional elige una ciudad u otra son diversas. En su libro 'El triunfo de las ciudades' (Ed. Taurus, 2011), el economista de Harvard Edward Glaeser indica, por ejemplo, que los profesionales con talento buscan un entorno urbano que puedan hacer suyo, viviendo en el centro o teniendo fácil acceso a él mediante transporte público. Y en este entorno quieren encontrar también condiciones climatológicas agradables y diversidad de oportunidades de ocio. Las personas más sénior parecen valorar más el entorno natural, mientras que los más jóvenes dan más peso a un entorno urbano con un amplio espectro de equipamientos urbanos y entretenimiento. Lo que se busca es lo mismo, solo cambia el orden de preferencia.

Como ejemplo de lo que decimos podemos citar el sector de las escuelas de negocio, en el que la disponibilidad de un claustro docente altamente internacionalizado es parte fundamental de nuestra capacidad de atraer estudiantes, ejecutivos y empresas del mundo entero a nuestros programas. Entre las que aparecen en el ránking de 'Financial Times', que nos da datos de internacionalización del profesorado, entre el 40% y el 70% de los docentes proceden de fuera de España. Cuando seleccionamos personal docente, ponemos mucho énfasis en las excelentes condiciones de vida en la ciudad, y su proximidad a numerosos destinos atractivos: Madrid, París, Londres, Milán, el Mediterráneo y los Pirineos. Y nos preguntan mucho por la calidad de infraestructuras y entretenimiento que ofrece el entorno. También les interesa que Barcelona se caracteriza por tener industrias dinámicas, lo que significa que tienen oportunidades para cooperar con empresas y desarrollar su investigación.

Para dar otro ejemplo, este es también el modelo seguido por algunos de los más exitosos centros de investigación en el entorno de Catalunya, dentro del programa CERCA de centros de investigación de la Generalitat, y en los que cerca del 25% del personal investigador procede de fuera de España, según datos proporcionados por la institución y la Secretaría de Universidades e Investigación.

Por el contrario, parece ser, por el gran número de estudiantes y jóvenes profesionales que vienen a hacer un programa formativo a nuestras escuelas de negocios, que no encuentran en Barcelona una propuesta de vida -laboral y personal- lo suficientemente atractiva para quedarse. Según un análisis del mismo 'Financial Times', de los estudiantes que participan en un programa de las cuatro escuelas en España que este diario tiene en los ránkings, el 81% se va al extranjero al finalizar los estudios. Algunos van a llevar empresas familiares, otros vuelven a trabajos que ya tenían al empezar un programa. Otros, sin embargo, se van porque no hemos sido capaces de ofrecerles un entorno bastante acogedor y atractivo en el que desarrollar sus ideas, y ese representa una descapitalización de la economía de la ciudad en aquel activo que cada vez tendrá más importancia.

Barcelona sigue siendo, en espíritu, la misma ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza, pero quizás deberíamos prestar más atención a los motivos por los que no retenemos a los jóvenes. Como también dice Glaeser en el libro que hemos citado antes: «No todas las ciudades tendrán éxito, porque no todas las ciudades han sido hábiles en adaptarse a la era de la información, en la que las ideas son el último creador de la riqueza». Y eso pasa por mejorar la retención de personas jóvenes que pasan por nuestros centros formativos y de investigación.