El desafío: ¿cómo no morir de éxito?

La solución a la saturación turística no es sencilla y no se limita a un único eje de actuación. Para empezar, debemos cambiar el enfoque: no se trata de gestionar a turistas en una ciudad, sino de gestionar una ciudad turística

El desafío: ¿cómo  no morir de éxito?_MEDIA_2

El desafío: ¿cómo no morir de éxito?_MEDIA_2

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El alcalde de Florencia ha anunciado recientemente el uso de mangueras para desalojar a los turistas que pretendan hacer pícnic en las escaleras de los monumentos de la ciudad. La prensa internacional lógicamente se ha hecho eco de forma crítica. El debate sobre cómo afrontar la saturación de ciertos destinos turísticos lleva tiempo en el aire, y es especialmente acalorado en determinadas zonas de BarcelonaRoma Venecia, por ejemplo.

El problema del llamado Síndrome de Venecia también está siendo un tema recurrente en un programa para directivos del sector turismo que estoy coordinando estos días en Mallorca (y que IESE realiza en colaboración con la Fundación Junípero Serra). Aquí en la isla, de hecho, recientemente un reducido grupo de manifestantes ha salido a la calle disfrazado de turistas para protestar contra la llegada masiva de los mismos a la isla. Pero también son ya numerosos los propios turistas que se quejan de la excesiva cantidad de los mismos. Y la temporada alta todavía está por llegar.

El problema de la saturación turística se ha ido acentuando en los últimos veranos. Las tensiones geopolíticas del norte de África han auspiciado años de llegadas récord de turistas a España. Ni ecotasas, ni decretos han podido contrarrestar estos crecimientos. Y nada indica que la tendencia vaya a cambiar a corto plazo. Por lo tanto, apremia desarrollar planteamientos capaces de dar respuesta a todas las partes afectadas ('stakeholders').

Vivienda, colas y atascos

Por un lado, están los residentes en los destinos turísticos que ven cómo su día a día se ve condicionado por la llegada masiva de turistas. Les preocupa el alto coste de la vivienda, la saturación en momentos picos de infraestructuras (por ejemplo, desaladoras), la insuficiente capacidad de servicios (por ejemplo, hospitales), pero también los atascos y las colas a menudo son insufribles. Todo ello igualmente impacta negativamente en la satisfacción de los visitantes.

Por el otro lado, están aquellos que se ganan la vida con el turismo en sus diversas formas, ya sean empresarios grandes y pequeños, o trabajadores en empresas del ramo. En España el sector del turismo ha sido el principal motor de crecimiento económico en los últimos años y, más concretamente, una gran parte de las afiliaciones a la Seguridad Social se deben al mismo. De forma especial, en los destinos más turísticos. Se plantea por tanto cómo no acabar en una disyuntiva de amor-odio. De vivir del turismo y fomentarlo, pero a la vez aborrecerlo.

Parece claro que la solución no va por la línea del alcalde de Florencia. Tampoco la solución al 'overbooking' de un avión es sacar a los pasajeros a golpes como hizo United Airlines hace unos meses. Lo suyo es resolver el 'overbooking' antes de que sea una realidad física.

Pero dada la complejidad del Síndrome de Venecia, la solución no es sencilla, ni se limita a un único eje de actuación. En primer lugar, y lo más importante, es resetear el enfoque. Hay que evolucionar el enfoque, pasando de gestionar a turistas en una ciudad, a gestionar una ciudad turística. Es decir, el reto hay que afrontarlo de forma integral considerando todas las vertientes del mismo de forma transversal. No es solamente un problema de unos u otros. La misma persona puede sufrir atascos de camino al hotel en el que trabaja. El mismo dueño del hotel contento por su altísima ocupación ve cómo la satisfacción de sus clientes sufre porque no hay sitio en la playa. Por tanto, también las soluciones tienen que ser transversales. Tienen que confluir los esfuerzos de las administaciones públicas, de las empresas, pero también de las asociaciones de vecinos, etc.

Diagnóstico objetivo y holístico

A partir de allí lo siguiente es realizar un diagnóstico de la situación lo más objetivo y holístico posible. Existen indicadores para ello que pueden servir de termómetro (por ejemplo, la capacidad de cargaencuestas ciudadanas, etc.). Un sólido diagnóstico es la base para desarrollar modelos de destino turístico que apuesten por la calidad frente a la cantidad, por una oferta más diversificada en cuanto a los productos, o por desestacionalizar la demanda. No es fácil, está claro, y menos cuando los tiempos para el negocio turístico son tan favorables.

Solamente cuando estas medidas más constructivas manifiestamente ya no son suficientes, hay que plantear medidas de gestión de operaciones (es decir, de capacidad). Igual que un museo o un restaurante a partir de un determinado nivel no puede admitir más clientes, también un destino turístico tiene un límite de capacidad. Ya sean los cruceros que atracan en un día, los coches que entran en la ciudad o la oferta hotelera (evidentemente también de la no reglada, que es la que más ha crecido en algunas plazas).

La clave es entender que la saturación va en contra de los intereses de todos. También de los que se ganan la vida con el turismo. Si hay saturación, tampoco los turistas estarán satisfechos. Gastarán menos, no volverán y no recomendarán. Pero en el peor de los casos, si ello se mantiene en el tiempo, el destino se puede degradar en su conjunto. Y eso, definitivamente, no se resuelve a manguerazos.

TEMAS