El 'fracking', la OPEP y los efectos sobre la economía mundial

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El barril de petróleo Brent, el de referencia en Europa, cuesta estos días unos 39 dólares. Hace dos años costaba 108 dólares, lo que representa una caída de más del 70%. ¿A qué se debe este enorme descenso? ¿Quién gana y quién pierde? ¿Cuáles son los efectos para las economías española y catalana?

Causas. Como en todo mercado, los movimientos en precios pueden atribuirse a factores de oferta y demanda, y no siempre es fácil señalar sus causas concretas. No obstante, y en este caso, todo parece indicar dos factores relacionados con el lado de la oferta. El primero es el desarrollo de la extracción de hidrocarburos no convencionales (como el petróleo de esquisto o shale oil, que se extrae mediante la controvertida técnica del 'fracking', y los biocombustibles) que ha permitido a Estados Unidos incrementar su producción de manera muy acelerada. En solo seis años, la producción de este hidrocarburo ha crecido casi el 90%. Como consecuencia, países productores de crudo que antes encontraban en EEUU un comprador fiel ahora se han visto forzados a competir en mercados alternativos -principalmente el continente asiático- a precios más bajos.

El segundo factor es que los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), un cártel de estados del cual EEUU no forma parte y que es responsable del 40% de la producción mundial, ha decidido mantener sus niveles de producción inalterados y, de este modo, ejercer presión sobre las empresas estadounidenses. Este gran incremento de la oferta, junto con una demanda débil -debido a la lenta recuperación de la economía mundial- ha conducido inevitablemente a una caída significativa del precio del petróleo.

Ganadores y perdedores. Los ganadores inmediatos son los países importadores. Los precios del petróleo más bajos aumentan el poder adquisitivo de los hogares, que pagan menos por gasolinagas transporte, así como el de las empresas que utilizan hidrocarburos como factores en su producción. Los perdedores inmediatos son los países exportadores. Precios más bajos implica menos ganancias para las empresas productoras, lo que genera presiones a la baja en salarios y en la recaudación de los gobiernos. Por ejemplo, los gobiernos de grandes productores como Rusia Arabia Saudí se han visto obligados a reducir drásticamente sus inversiones públicas.

En el caso de España, al ser un país importador neto de petróleo, se ha beneficiado del entorno actual. Los precios de carburantes y combustibles pagados por los consumidores han reducido continuamente desde el inicio del 2014. Esto no ha sucedido con otros precios. A su vez, los costes de energía que asumen las empresas han mostrado una caída similar. A modo de ejemplo, la gráfica superior muestra la evolución del cambio de estos precios en Catalunya durante el periodo que va desde el 2011 hasta el 2016.

Por otra parte, España es una economía muy interconectada con países que se han visto negativamente afectados por la bajada de los precios. Algunos de los socios comerciales más importantes, como México, Colombia, Venezuela, Ecuador y Brasil, han visto reducidas sus inversiones tanto públicas como privadas y esto deteriora las, ya de por sí, modestas proyecciones de crecimiento. Estos efectos podrían tener un impacto negativo en nuestra economía a través de dos vías: 1) una reducción de los beneficios de las empresas españolas que operan en estos países, y 2) una reducción de las exportaciones españolas dirigidas a los consumidores de estas economías.

A pesar de estas pérdidas, podríamos decir que, en España, el balance global será positivo.

Perspectivas de futuro. Predecir cuál será la evolución de los precios del petróleo durante los próximos meses no es sencillo, aunque los expertos esperan que el precio no vuelva a subir hasta el 2017. Dada la imparable proliferación de tecnologías de extracción alternativa mencionada anteriormente, la evolución de la oferta dependerá en gran medida de la capacidad de los países productores para alcanzar acuerdos para controlar la producción. Ya se está hablando de una reunión a mediados de abril en Doha (Catar) entre los principales productores, sin contar EEUU, para fijar un nuevo objetivo de precio alrededor de los 50 dólares por barril.

Si los precios permanecen bajos, es probable que la economía mundial se vea favorecida. En este contexto, algunas medidas positivas -tales como reformas estructurales en países productores y corte de subsidios en general- resultarán menos costosas y más fáciles de implementar. Los países europeos, donde la recuperación es todavía débil e incierta, se verán especialmente beneficiados.