El valor de los datos de la hiperconectividad y el big data

Desde cualquier sitio y a cualquier hora, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, y a través de dispositivos móviles, estamos conectados. El tratamiento masivo de los datos que se desprende de esta hiperconectividad es el origen del big data

El valor de los datos de la hiperconectividad_MEDIA_2

El valor de los datos de la hiperconectividad_MEDIA_2

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Suena el despertador del smartphone con la canción que nos gusta; la tenemos seleccionada en una lista de reproducción en Spotify que compartimos con nuestros amigos. Consultamos en una app qué desayuno nos recomienda tomar; hemos decidido seguir los consejos de nuestro médico: debemos bajar algo de peso, y nos ha pedido que vayamos incorporando en una app nuestras comidas y ejercicio. ¡Es una lástima que no estén integradas todas! Siempre pasa lo mismo, pensamos.

Nos lo hemos tomado tan en serio que estamos haciendo ejercicio, porque nos ayuda a mejorar nuestro bienestar y, ¿por qué no?, también nuestra salud. Van pasando los años y nos tenemos que cuidar un poquito más. Por ello, nos hemos fijado como reto realizar unas actividades deportivas, que introducimos en una app de entreno, obviamente después de consultar foros sobre cómo entrenar saludablemente. Esta app es tan eficiente que, si no seguimos la planificación de entrenos prevista, nos lo recuerda.

Antes de salir de casa, aprovechamos para consultar la previsión del tiempo en nuestro smartphone y finalmente salimos a entrenar un rato. Abrimos la app, que nos indicará el ritmo que hemos tenido, las calorías quemadas y la ruta, y acumulará en nuestros registros personales el entreno de hoy. Todos estos datos los compartiremos en la red para que nuestros colegas vean nuestros progresos; además, podremos compartir alguna fotografía que hayamos tomado a lo largo del recorrido.

De Whatsapp a Facebook

Vamos al trabajo en transporte público. Consultamos el tiempo de espera del autobús en una app en la misma parada. ¡Suerte que antes de salir de casa hemos consultado en Google Maps cuánto tiempo tardaríamos con nuestro propio vehículo: habríamos llegado tarde! Aprovechamos el camino para ponernos al día de lo que han hecho nuestros amigos durante el pasado fin de semana, entre whatsapp y whatsapp, y los seguimos a través de Facebook que también tenemos instalado en nuestro smartphone. El propio Facebook nos pregunta si conocemos a otras personas que no tenemos agregadas en nuestra red. Decidimos seguir con lo que teníamos previsto. Algunos de nuestros amigos han colgado fotos en Instagram: suerte que a los más activos ya los hemos seguido el fin de semana en Twitter, porque ¡no nos daría tiempo de verlo todo!

Ya es hora de empezar a pensar en el trabajo. Consultamos las cotizaciones del mercado de valores y del mercado de divisas: en la app tenemos prefijadas las que nos interesan. En nuestra empresa, utilizamos una red social corporativa interna a la cual podemos acceder también a través de una app. Necesitamos conocer las últimas noticias de nuestra compañía; antes tardábamos mucho tiempo en saber qué estaba pasando con los negocios en otras partes del mundo, pero ahora nuestros colegas nos informan constantemente. Mediante una app de liquidación de gastos, ya no tenemos que entrar en el sistema: lo hacemos desde el smartphone. Ah!, y nos han dicho que se incorpora un nuevo compañero; seguro que está en LinkedIn: deberíamos consultar su currículo.

Ya es la hora de comer. Seguro que en la app habrá alguna oferta interesante y saludable para hoy, y podremos comer mientras consultamos los resultados de los eventos deportivos que seguimos más asiduamente. No debemos olvidar introducir lo que hemos comido en la aplicación.

Después de unas horas de arduo trabajo, estamos agotados y decidimos regresar a casa en un taxi. ¡Suerte que teníamos la app! A la salida de nuestro trabajo no es fácil encontrarlos, y qué cómodo que nos avisen cuando están cerca para recogernos. Durante el trayecto, recordamos que nos comprometimos con nuestros amigos a colaborar en la organización de la escapada anual para celebrar el final de nuestros estudios. Esta vez había distintas opciones, pero al final la ciudad elegida fue Oporto. Hemos de buscar el alojamiento y los restaurantes… ¿Qué haríamos sin el smartphone? Tenemos varias alternativas, que hemos elegido teniendo en cuenta los comentarios de otros viajeros. El taxista nos ha dejado en la puerta de casa: solo tenemos que desplazar el dedo por la app para pagarle y ya recibiremos el comprobante del trayecto y del pago por correo electrónico: ¡Qué cómodo es no tener que pagar en efectivo o sacar la tarjeta de crédito! ¡Fue un acierto abrir una cuenta en Paypal! Y qué bueno es disponer de este servicio para conseguir un taxi; antes los teníamos que cazar a la carrera, incluso cuando llovía, y cuando olvidábamos algo en un taxi lo dábamos por perdido: ahora lo podemos recuperar con facilidad, porque siempre sabemos quién nos ha llevado. Además, a lo largo del trayecto hemos estado jugando con un juego de una app y ¡estamos un poco obsesionados con pasar la pantalla que hace días que se nos resiste! Quizás deberíamos consultarlo en un foro sobre el juego.

Nos ha pasado el día volando. Seguimos sin pareja; no nos gusta recordarlo, pero vamos a ver si encontramos a alguien en otra app. ¿Nos queda batería en el teléfono móvil o la opción será ver un capítulo de una serie que seguimos en Netflix?"

Facilidad de uso y valor aportado

Este podría ser un día cualquiera de una persona hiperconectada, de cualquier género, casi de cualquier edad, en cualquier ciudad de los países considerados desarrollados, que se hubiera descargado distintas app y hubiera aceptado las condiciones de uso de cada una de ellas. Para la inmensa mayoría de las acciones que ha llevado a cabo requieren que esté conectada. Lo ha conseguido simplemente teniendo un dispositivo móvil conectado a una red. Desde el punto de vista del usuario, el hecho que utilice, o no, estos servicios depende básicamente de la facilidad de uso que tienen y del valor que le aportan, entendiendo por valor la diferencia entre lo que le ofrecen y lo que le cuestan. Al final, ha podido hacer muchas cosas, aunque probablemente el tiempo que ha destinado a tomar sus decisiones habrá sido menor y con un proceso más breve de reflexión que antes, cuando no podía acceder a todos estos servicios con tanta facilidad, desde cualquier sitio, o a cualquier hora.

Para las empresas que han desarrollado las apps, el valor está cuando pueden agregar y procesar todos los datos de todos los usuarios que las han estado utilizando y que, previamente, han aceptado sus condiciones de uso. Todos estos datos nos pueden indicar, por ejemplo: el interés por distintos destinos turísticos; las preferencias musicales en función de la edad, el género, el idioma, etc.; el uso real de la red de transporte público; los usuarios más seguidos; los que publican más; los hábitos de salud; el nivel de ocupación de los taxis, etc. Podemos ir un poco más allá y, si el usuario anterior es un turista, saber por qué zonas de la ciudad se ha movido, en qué hotel está, a qué restaurantes ha ido, qué servicios turísticos ha utilizado…

Este tratamiento masivo de los datos es el origen de los big data.