Big data, la nueva intuición

La intuición era la única herramienta que hace unos años podíamos usar para resolver ciertos problemas. Hoy, potentes ordenadores analizando datos, lo pueden hacer. El big data nos ayudará en formas que nunca antes hemos conocido.

La nueva intuición_MEDIA_1

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Las ondas gravitacionales, recientemente descubiertas por el instituto LIGO, reafirman los resultados de la teoría de la relatividad de Einstein, y dan lugar de nuevo a poderosas fantasías como poder detener el tiempo, escapando de la gravedad, o incluso dar marcha atrás al reloj para poder anticiparnos al futuro y predecir las cosas antes de que pasen.

El big data y la inteligencia artificial también nos permiten hoy soñar con un mundo donde podamos escapar, en este caso de la intuición, y poder prevenir lo que va a pasar usando datos y algoritmos, anticipándonos de manera segura, fiable, y repetible.

Hace unos años, la intuición humana era la única herramienta que podíamos usar para resolver ciertos problemas. Por ejemplo, para planear un vuelo con múltiples escalas se necesitaba de un agente de viajes con mucha experiencia y años de trabajo que, usando toda su intuición, diseñara un itinerario de bajo coste que cumpliese tus requisitos. Hoy, potentes ordenadores analizando un gran número de datos son capaces de realizar esta tarea de manera mucho más eficiente, repetible, exacta y rápida. Gracias a ello, los agentes de viajes se han enfocado en cómo mejorar tu experiencia y no en calcular rutas al mejor precio.

Esta transformación gradual de algo que es aparentemente intuitivo en algo que es aparentemente mecánico (y por lo tanto capaz de ser completado por un ordenador), continúa a pasos agigantados. Independientemente de si consideramos esto como inteligencia o no, debemos esperar grandes avances en este campo en los próximos años.

Internet ha crecido y evolucionado hasta puntos que era imposible imaginar hace 50 años y ha cambiado la vida de miles de millones de personas. Desde el objetivo inicial de su invención, la comunicación instantánea entre máquinas y personas, pasando por su fase como medio de difusión de contenidos y creación de comunidades interactivas a nivel global, llegando hasta su actual uso masivo, donde nuestras actividades tienen cada vez más un componente digital, generando grandes cantidades de datos y rastros digitales.

Consideremos por ejemplo internet of things (IoT), probablemente una de las áreas más prometedoras del desarrollo tecnológico, que conectara todos los objetos que nos rodean entre ellos y a internet gracias a un nuevo tipo de sensores, que usan tan poca batería que se pueden implementarse en lugares sin suministro de energía. Los datos que producen estos sensores nos ayudaran a predecir el tráfico en las ciudades, a anticipar crisis energéticas, a prevenir problemas de infraestructuras en grandes compañías, a que los coches sean más inteligentes, que los juguetes tomen vida o que podamos controlar objetos o cosas con nuestra mente, ejemplo de ello son las prótesis robóticas.

Esta gran cantidad de datos que surgen de nuestra interacción con el mundo digital necesitan ser procesados con tecnologías que, a su vez, nos permitan extraer patrones de comportamiento para poder así predecir el futuro. El machine learning y la inteligencia artificial aprenden de grandes cantidades de datos para crear modelos de comportamiento y extraer conclusiones con las que predecir qué ocurrirá. Aunque en el pasado habían tenido un éxito limitado, en la actualidad estas tecnologías están experimentando una nueva época dorada gracias a la disponibilidad de grandes cantidades de datos útiles, la mejora en la potencia de procesamiento de los ordenadores y la expansión de redes de comunicación para la recogida de datos y su distribución.

El uso más avanzado de estas tecnologías podría tener un enorme impacto en la vida de los seres humanos. Hoy sabemos que, más pronto que tarde, la inteligencia artificial y el big data serán capaces de predecir algunos aspectos del futuro de la vida cotidiana de las personas, contando por supuesto con su permiso explícito. Por ejemplo, podrán predecir la probabilidad de padecer una enfermedad como la diabetes en función de tu dieta; el riesgo de tener un accidente de trafico según tu estilo de conducción; la capacidad de poder endeudarte con garantías según cuál sea tu círculo social; saber hacia dónde se va a propagar una pandemia para poder atajarla a tiempo; anticipar el paro en una región o predecir el resultado de un partido de futbol basado en cómo los jugadores se pasan la pelota.

A medida que se recopilan más y más datos acerca de lo que las personas hacen, de cómo se comportan o como se alimentan, se genera más información que determinan las consecuencias probables o improbables de sus actos. Esta combinación de la recopilación de datos y el aprendizaje automático marca el principio de una sociedad basada en los datos.

Un bien personal

Y para conseguir esta sociedad, deberemos prestar gran atención y respeto a la privacidad, dando al individuo la capacidad de que sea el dueño y tenga el control de sus datos, para que él sea el gran beneficiado de esta revolución. El objetivo deber ser conseguir una sociedad en la que los datos sean tratados como un bien personal, donde cada ciudadano tenga el derecho de compartir, borrar o analizar sus datos.

Y en esa sociedad ¿qué papel tendrá la intuición? ¿Seremos capaces de escapar de la gravedad que curva el espacio para poder anticiparnos al futuro? ¿Será el big data capaz de predecir qué nos espera? Podríamos pensar que los ordenadores, el big data y los algoritmos podrán resolver cualquier problema, que no existirá nada que un ordenador no pueda solucionar. Sin embargo Alan Turing, el inventor de la inteligencia artificial, demostró que hay problemas que las máquinas y los datos nunca resolverán, que hay cosas que no son computables y es ahí donde la magia de la creatividad, la intuición y la pasión humana entran en juego.

Si los ordenadores serán capaces de sustituir muchas de las actividades que hacemos hoy, solo el tiempo lo dirá, pero lo que está claro es que el big data, la computación, y este mundo hiperconectado ayudarán a los humanos en formas que nunca antes hemos conocido.