Sociedad cooperativa y responsable

La responsabilidad social debe cambiar porque aún va ligada a un modelo laboral y empresarial que pronto quedará obsoleto. Todo indica que los intereses de los trabajadores españoles del futuro encajan con los valores fundamentales de las cooperativas.

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La responsabilidad social de los empresarios es incrementar sus ganancias. Así de contundente se expresaba Milton Friedman, premio Nobel de Economía (1976), en relación a la responsabilidad social de la empresa (RSE). Desde que el escándalo Watergate pusiera sobre la mesa la necesidad de generar confianza en empresas y corporaciones en pos de su propia sosteniblidad, la RSE, también conocida como RSC (C, de corporativa), o RSO (O, de organizaciones) es tema de debate, investigación e innovación en escuelas de negocios y en observatorios de ética aplicada.

No hay gran empresa que se precie que no disponga de un departamento de RSE, ni tampoco una política gubernamental que no se refiera explícitamente a ella. La Generalitat de Catalunya, por ejemplo, dedica a la responsabilidad social un portal, el RScat (Responsabilitat Social a Catalunya). En él se define la responsabilidad social como un modelo innovador de gestión de las empresas y organizaciones basado en criterios responsables en los ámbitos económico, social y ambiental, que se orienta a incrementar su competitividad y fomentar su desarrollo, al tiempo que contribuye a construir una sociedad mejor. Ser socialmente responsable, añade, no significa cumplir plenamente con las obligaciones jurídicas establecidas en estos ámbitos, sino que exige ir más allá, potenciando el capital humano y haciendo sostenibles las relaciones con el entorno y la sociedad en la que se opera de forma transversal , transparente y participativa.

En casi todos estos casos, sin embargo, la RSE se entiende todavía como una acción voluntaria, un paquete de acciones complementarias de las empresas en cuanto se refiere a los intereses sociales del entorno. Es decir, como algo accesorio. Cabría pensar que al comprender la RSE como algo externo a la empresa o corporación, tarde o temprano uno tendría que darle la razón a Friedman. Si lo principal es incrementar las ganancias, entonces en tiempos de vacas flacas la RSE es prescindible.

Nada más lejos de la realidad. Si bien las inversiones en RSE de las grandes empresas se han resentido en estos años de crisis, según Forética podemos decir que la responsabilidad social ha ganado la batalla. Y no solamente ha aguantado el vendaval, sino que, según la misma fuente, el 83% de las firmas españolas sostienen que la RSE tendrá más protagonismo empresarial en los inmediatos años.

¿Cómo se explica esto? ¿Ha dejado de verse la empresa como una plataforma destinada solamente a ganar dinero? ¿Hemos dejado atrás a Friedman? No. Lo que está cambiando es la visión de la responsabilidad social, que se liga cada vez más a innovaciónsostenibilidad y eficiencia empresariales. «La responsabilidad social debe estar integrada dentro del negocio, siendo innovadora y teniendo impacto evidente a lo largo del tiempo, tanto en la sociedad como en la propia compañía», decía hace un par de años Ana Sáinz, directora general de la Fundación Sociedad y Empresa Responsable, en la revista Capital. Hoy debemos dar un paso más y empezar a asumir que la responsabilidad social, tal y como la hemos conocido hasta ahora, debe transformarse radicalmente porque todavía va ligada a un modelo laboral y empresarial (piramidal, contractualista y paternalista) que pronto quedará obsoleto.

Preferencias laborales del futuro

En un informe de noviembre del 2014, PricewaterhouseCoopers (PwC) señalaba que las preferencias laborales de los trabajadores españoles en el 2033 no vendrán marcadas por el dinero sino por las oportunidad de labrarse una carrera profesional y acceder a más y mejor formación. Dentro de dos décadas los trabajadores en España serán más independientes, internacionales, emprendedores y autónomos, en el sentido que las ideas de fidelidad empresarial y de promoción interna perderán peso. Habrá más pluriempleo, menos estancamiento sectorial y el trabajo dejará de ser mayormente presencial para combinar horas de oficina con trabajo a distancia. El informe también destaca que los trabajadores españoles de cualificación media aumentarán un 56,3% durante estos años, mientras que los de alta cualificación lo harán en un 29,3%.

Con estos datos en la mano no es de extrañar que el año 2014 finalizara con un aumento del empleo en cooperativas y sociedades laborales. Es cierto que los números oficiales todavía son modestos, pues hablamos de un crecimiento de menos de un 2% interanual. Pero para algunos especialistas son suficientes para marcar tendencia. Si asumimos que los intereses de los trabajadores españoles del futuro encuentran un buen encaje en los valores fundamentales que se desprenden de la cooperativa (horizontalidad equidistancia entre los trabajadores; intersubjetividad y responsabilidad activa de los proyectos laborales; reciprocidad entre intereses particulares, empresariales y sociales; dinamismo y flexibilidad formativa), entonces deberemos darle la razón al informe de PwC que prevé que tanto el teletrabajo, las áreas coworking y los grupos de trabajo distribuido y cooperativo serán los entornos de trabajo más comunes en un futuro próximo.

Y si eso esto así, seguro que entonces ya no hará falta defender la obviedad de que una buena economía es aquella que está al servicio del bienestar de los hombres y mujeres que la posibilitan, y no al revés.