OPINIÓN

Hacer valer nuestros derechos

Los niños construirán otra manera de relacionarnos si les dejamos desplegar su sentido crítico

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Enric Canet

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"Tenemos todo el derecho a que nos respeten", rebatió Omar a la frase "Los derechos de la infancia no me interesan y, por tanto, no son importantes". La frase la había dicho Leyre, educadora, junto con Sarai. Ambas leerían cuatro afirmaciones más, relacionadas con los derechos de la infancia, ante las que los niños y niñas deberían posicionarse. Esta es una de las dinámicas que hemos organizado para preparar el Día Universal de la Infancia, un momento en que cada año nos detenemos a reflexionar. Tanto en las aulas del Casal como en la calle con muchas otras entidades ¿El origen de todo? Un 20 de noviembre, hace 60 años, las Naciones Unidas aprobaban la Declaración Universal de los Derechos de la Infancia, y 30 años más tarde, se firmaba la Convención de los Derechos de la Infancia. Pero, ¿cómo hacemos que esta conmemoración no se vuelva rutinaria y vacía cuando muchos de los derechos que estamos conmemorando están en papel mojado?

En nuestro caso, este año hemos pedido a los equipos de cada barrio que profundizaran en dos derechos. Hemos grabado la dinámica de las cinco afirmaciones, y también un manifiesto que los niños y niñas han construido durante todo el proceso. Ayer, tocaba el Derecho a la Educación y el de la No Discriminación. Los niños estaban muy nerviosos. Son de 5º y 6º de primaria que vienen a hacer refuerzo escolar y trabajar en equipo, con mucho énfasis en reforzar la autoestima de cada uno. Hace dos semanas que trabajan intensamente el tema de los derechos de la infancia. Utilizando el cuento, las propias vivencias, las historias, los diálogos. Trataron el ejemplo de Malala, interesante porque una parte de los niños del grupo, tan diverso culturalmente, es de origen paquistaní. También hablaron de propias experiencias vividas en la escuela, en el barrio...

Las educadoras sabían que el manifiesto y salir en el vídeo daba valor y reconocimiento al trabajo: "Han aprendido a posicionarse, a no quedarse neutrales, a construir una forma de pensamiento propia". A consolidar lo que es lo básico: Hacer valer nuestros derechos. Es volver a los orígenes del contrato social, que establecimos como sociedad después de los conflictos del siglo pasado: defender los derechos individuales y sociales, los derechos de las minorías, los derechos de la infancia. Y en estos momentos, en que parece ponerse en duda la dignidad de las personas, cimentada en los derechos, es necesario que la niña y el niño, sepan que existen estos derechos, no sólo para ellos sino para todos.

La segunda frase complicaba la respuesta: "Pienso que los niños son mejores estudiantes que las niñas y, por ello, tienen derecho a la educación". Esta vez, una niña lo tuvo claro: "No estoy de acuerdo porque las niñas pueden hacer las mismas cosas que hacen los niños". Y otra: "Si los niños pueden ser más fuertes, las niñas también pueden ser más fuertes."

La tercera frase, "La educación nos ayuda a aprender y, por ello, es un derecho muy importante para todos”, generó dos respuestas no esperadas:" Estoy de acuerdo, porque con la educación podemos convivir todos juntos" y "Sí, porque con la educación podemos hacer nuevos amigos". Aprender es convivir, aprender es hacer relaciones.

Seguía la cuarta frase: "Pienso que todos los niños tenemos los mismos derechos, pero algunos son mejores que los demás". La respuesta de un niño fue contundente: "Todos somos mejores en algo". Y una niña añadía: "Todos somos iguales, pero quien se cree mejor tendrá que dejar de creerlo."

La última frase los implicaba mucho, porque hace unos días uno de ellos compartió que había sufrido acoso en la escuela: "Cuando algún compañero o compañera es insultado en la escuela por su religión, el color de piel o el origen cultural , yo actúo para parar esta situación”. Todos estaban convencidos: "Ayudar y respetar es lo mejor que me dan, y a nadie le gusta que le hagan esto", dijo una niña." Nadie se merece que la insulten, sino que lo respeten ", también se escuchó.

Por la noche, Sarai y Leyre estaban emocionadas. Los niños habían construido su propio pensamiento ante situaciones que vivían en su piel y, confrontándolo con los derechos, brotaban los valores que en el futuro los impulsarían a actuar. Pero sabían que la fuerza ha sido el recorrido de dos semanas, todo un proceso que se tenía que seguir construyendo en su vida. Con frases simples de niños, fabricaban un futuro diferente en el barrio, en el país, en el mundo.

Tenemos la suerte de vivir el presente apoyando a los niños, jóvenes y familias -que su familia pueda salir adelante es uno de los derechos básicos de los niños, ¡no lo olvidemos! - Todo el mundo debe contar con vivienda digna, trabajo digno, escuelas con las mismas potencialidades que las de otros barrios. Y para todo ello, seguiremos luchando. Pero el futuro lo tenemos en ellas y ellos, que son la esperanza de que las cosas cambien, que la desigualdad social se reducirá, se respetarán los ecosistemas y se luchará por la equidad de género. Son los niños de entornos precarios los que, con los niños y niñas de los otros barrios de la ciudad, construirán otro modo de relacionarnos. Si los dejamos hacer. Si experimentan la dignidad y la justicia. Si les dejamos desplegar su espíritu crítico.

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