La reputación del Tercer Sector social
El corporativismo, la utilización de la representatividad por intereses que les permite una cómoda financiación y el aprovechamiento de la legitimidad ponen en peligro la buena imageen de las entidades sociales

Josep Oriol Pujol Humet
Josep Oriol Pujol HumetDirector general de la Fundació Pere Tarrés
Josep Oriol Pujol i Humet
Una democracia plena tiene que favorecer la participación. Esta se puede canalizar de formas diversas, a través de consejos y reuniones abiertas, utilizando como canal las redes sociales, atendiendo a los ciudadanos cuando se dirigen a las administraciones... pero también y fundamentalmente a través de organizaciones intermedias como son las entidades sociales. El vínculo único Estado-ciudadano es propio de los totalitarismos o de democracias formales en que la oligarquía que ocupa el poder actúa de forma parecida a los regímenes totalitarios, guardando únicamente la formalidad de unas elecciones periódicas. En cambio, en una democracia plena, son fundamentales la libertad de prensa, los sindicatos, asociaciones y fundaciones, que permiten a las personas disponer de canales formales desde los cuales hacer llegar los intereses de los varios colectivos.
Una democracia de calidad obliga al gobernante a potenciar y escuchar estos canales, pero también fuerza a las organizaciones sociales intermedias a tener un reconocimiento real, significativo, que les dé la máxima legitimidad. Es solo a partir de un trabajo riguroso, de unos criterios éticos constantemente mantenidos, de una misión clara y manifiesta que una sociedad legitima a sus organizaciones. Suponen riesgos para la reputación de las entidades el corporativismo, la utilización de la representatividad por intereses del status quo que les permite una cómoda financiación, el aprovechamiento de la legitimidad para el prestigio de sus dirigentes, todo aquello que no se haga en provecho de sus beneficiarios.
El riesgo de ser percibidas como un elemento más del 'establishment', la pérdida gradual o repentina de una legitimidad obtenida con los años, fruto del trabajo de muchas personas, empobrecería el capital social, la reputación de una organización y del conjunto del sector. Son situaciones que se pueden dar por un incidente puntual, a veces difícil de evitar, o por inconsciencia o negligencia de los dirigentes –reivindicaciones de parcelas de actividad económica por parte de organizaciones del sector–. En una democracia todavía poco madura, cono la nuestra, la responsabilidad de preservar la reputación social de las entidades es de todos sus dirigentes individualmente y como sector. Solo desde una elevada legitimidad se podrá incidir sobre los gobernantes en un país que poco a poco se va constituyendo.
El Tercer Sector social, sus dirigentes, tienen una responsabilidad muy elevada en cuanto a la reputación del sector que no podemos malograr con intervenciones públicas poco meditadas o durante las campañas electorales.
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