INFANCIA VULNERABLE

Un mundo más allá del gueto

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Gisela Macedo

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Al volver de la escuela, nadie les espera en casa. Tampoco salen del barrio donde viven y han perdido la esperanza de que les aguarde un futuro mejor. Esta es la realidad de muchos niños en situación de vulnerabilidad. Su estigmatización por parte de la sociedad y la falta de autoestima forman parte de sus vidas. No obstante, algunos de ellos tienen la posibilidad de subir a un lugar llamado La Casa de l’Aire, donde rompen con su habitual sedentarismo y cambian asfalto y hormigón por naturaleza y aire puro.

La Casa de l’Aire es un proyecto de la Fundación La Casa de l’Aire Roger Torné que vela por el bienestar de la infancia desfavorecida en BarcelonaSegún Unicef, los estudios sobre la vulnerabilidad y la exclusión de la infancia tienden a señalar como especialmente vulnerables a los niños y niñas con discapacidad; con padres alcohólicos o drogodependientes; de etnia gitana; niños extranjeros no acompañados; sistema de protección social; niños en sistema de reforma o con medidas de reeducación; y niños en familias monoparentales.

Infancia en soledad

Algunos de estos chicos son conocidos como “los niños de la llave”: van a la escuela con la llave colgada del cuello y, cuando salen, nadie les va a buscar. Pasan las tardes de los días laborables y las vacaciones en soledad. Muchos desayunan y cenan también sin compañía, si es que lo hacen. Este aislamiento por falta tiempo de sus cuidadores, de relaciones sociales y de recursos económicos aumenta su riesgo de exclusión social y condiciona su vida adulta, ya que esta situación puede ocasionarles graves secuelas cuando se hacen mayores.

La Fundación La Casa de l’Aire Roger Torné ayuda a niños de cinco escuelas barcelonesas de "máxima complejidad", cuyos alumnos de entre seis y ocho años pasan la jornada escolar en una finca del Montseny diez días al año. Así, la montaña se convierte en su aula y allí aplican lo que han aprendido en clase. “Estos niños necesitan respirar aire limpio y fresco. A ellos les cuesta estar ocho horas sentados y, con este método de aprendizaje, están mucho más receptivos”, asegura Alba Viana, coordinadora educativa de La Casa de l’Aire.

Abrirles el mundo

Viana recuerda las primeras salidas al Montseny con los niños: “Tenían los ojos abiertos como platos; no estaban acostumbrados a ver tanta naturaleza. Al principio sentían miedo, era una situación totalmente desconocida para ellos. Sin embargo, a medida que pasaron las horas fuimos viendo como iban cogiendo una autonomía y confianza brutales. La montaña les da mucho juego, les abre el mundo y allí intentan superarse”, explica.

Desde la fundación aseguran que el temario no es lo único que se enseña durante sus actividades: “Los educadores también promovemos valores. Pensamos cambiar el futuro de estos niños, que están muy desesperanzados. Se trata de un trabajo muy sacrificado pero bonito a la vez. También procuramos inculcar hábitos saludables, desde practicar deporte hasta disfrutar de una buena alimentación”, dice Alba Viana.

Palpar lo que ven en los libros

La coordinadora de La Casa de l'Aire asegura que estas salidas ayudan enormemente a los alumnos que lo tienen más dificil para adaptarse a la escuela: "En la naturaleza el niño encuentra la oportunidad de aprender de una forma viva y cercana. Trabajamos muchas cosas, como las matemáticas a la hora medir las hojas de los árboles, por ejemplo. En la montaña tienen la oportunidad de palpar y respirar todo lo que han visto en los libros. Además, los chicos aprenden a respetarse entre ellos y a trabajar en equipo", declara Viana.

Pero la fundación no solo actúa en horario escolar. Los sábados, los educadores aprovechan recogen en autocar a niños de todos los cursos de primaria que se van a quedar solos en casa y los llevan de excursión. "Así los padres no sufren pensando que sus hijos estarán todo el día tirados en casa, jugando con la consola o incluso que alguien los pueda usar para llevar droga de un lugar a otro", dice Ramon Vila, presidente de La Casa de l'Aire Roger Torné. 

"Así evitamos que los niños estén tirados en casa o sean usados para llevar droga de un lado a otro"

Ramon Vila

— Presidente de la Fundación La Casa de l'Aire Roger Torné

Además de estas jornadas de fin de semana, la fundación tiene un programa de colonias de verano. Con él, sesenta niños pueden respirar aire puro durante cinco días a finales de junio y a principios de septiembre; fechas en las que ningun otro organismo actúa, asegura Vila, quien considera estas convivencias “salvan” el verano a los chavales, ya que, si no fuera por ellas, seguramente no saldrían de sus guetos en todo este periodo.