COLABORACIÓN CIUDADANA

Pirámide de voluntarios

Más de 130.000 personas han apiñado su esfuerzo en estos 10 años de donaciones espontáneas

Gran Recapte d'Aliments

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Carme Escales

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Eulàlia Mestres Rodón tiene 89 años. Es algo muy habitual para ella que muchos días después de desayunar pasen por su mente aquellos que no tienen nada para poder hacerlo cada mañana. “Hay días en que yo apenas tengo tiempo de desayunar, porque salgo disparada a alguna de las actividades en las que participo u organizo, pero pensar en los que no pueden desayunar porque no tienen comida para hacerlo duele”, expresa. “Duele saber que hay tantas familias en esa situación”, añade. Pero el lamento de esta activa vecina de Barcelona no muere en lamento, ella se arremanga y contribuye desde sus posibilidades a que desayuno, comida y cena lleguen a todos los hogares. Lo hace como voluntaria del Gran Recapte. Es una de las voluntarias decanas. Ha estado al pie del cañón desde la primera edición de este reclamo ciudadano que cada inicio de diciembre invita a contribuir a paliar el hambre más próximo. “Yo escogí un supermercado Consum en la Vía Augusta, en mi barrio. Y el segundo año ya me ofrecí para encargarme de organizar los turnos de los voluntarios para los dos días, de las 9 a las 21 horas”, explica Mestres. “Hacemos mucho trabajo, y yo congrego a amigos míos, muchos de ellos son jubilados. Los llamo una semanas antes y me anoto su disponibilidad”, detalla la coordinadora voluntaria. “Somos mayores pero vitales”, afirma. “Nosotros vivimos muy bien, y nos satisface, tenemos muchas ganas de ayudar a recoger lo que sabemos asegura la alimentación de tanta gente durante tres o cuatro meses”, dice. “Claro, si las pensiones pudieran ser mejores y no hubiera una necesidad tan primaria como es comer, no tendríamos que hacer el Gran Recapte. Pero hay muchas personas desvalidas a las que se debe ayudar”, expone Eulàlia Mestres.

Para la edición de este año, todavía falta reclutar a más de 15.000 personas dispuestas a dedicar alguna hora a recibir productos de los donantes a las puertas de mercados y supermercados. También para clasificar los artículos donados. El pasado año el Gran Recapte recogió 4.656 toneladas de alimentos básicos en 2.870 puntos habilitados de 369 municipios. Fue posible gracias a más de 30.000 voluntarios que dieron su apoyo, coordinando y atendiendo en los puntos de recogida.

También se necesitan voluntarios para clasificar las toneladas de alimentos que se espera recoger en la edición de este año

A lo largo de sus diez ediciones, el Gran Recapte ha logrado 26 millones de quilos de alimentos que ha destinado a las entidades sociales que los entregan a las personas en situación de pobreza alimentaria.

Clasificar y preparar para distribuir

Para llevar a cabo la clasificación de todo lo que se espera recoger este año, se necesitan también manos altruistas dispuestas a compartir una experiencia espectacular. Una donación tan gigante como la del Gran Recapte requiere centenares de personas organizadas en turnos de 4 horas y durante una quincena de días para organizar los artículos por tipología y prepararlos para su distribución. Logística, ritmo, velocidad y coordinación juegan un papel esencial. “Tenemos tres cintas de clasificación y unas 70 personas por cinta van vaciando las bañeras”, explica el responsable de logística del Banc dels Aliments de Barcelona, Oriol Dolader. “Ponemos música y repartimos donuts y zumos que nos donan empresas para la ocasión”, apunta Dolader.

Pero la mejor música es la que hacen sonar los propios voluntarios con la donación de su tiempo y esfuerzo. “Además de ese gran cerebro que es toda la logística necesaria, el gran tesoro del Gran Recapte es el voluntariado. Sin él, nada de esto sería posible”, destaca la responsable del voluntariado en el Banc d’Aliments, Sabine Hindersin. “También gracias a empresas, como las de transporte que nos traen las cargas de manera gratuita”, añade.