REÍR EN LOS TIEMPOS DEL COVID

Humor con mascarilla

La risa se adapta a la distancia social y a los gags de la nueva normalidad. Los humoristas debaten sobre la comedia poscovid. El público, coinciden todos, está ansioso por reír

Vuelve el humor después del confiamiento

periodico

Juan Fernández

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En el debe de la pandemia de 2020, donde figura todo lo que el coronavirus nos ha robado, convendría anotar las risas que no hemos echado porque las noticias del contagio nos tenían asustados y debido, también, a la cancelación forzosa de todos los shows de humor que estaban programados para después del 14 de marzo. El estado de alarma vació los teatros y encerró en sus casas a los cómicos, monologuistas y creadores que viven de buscarle la vuelta hilarante que tiene todo en la vida, hasta lo más trágico.

Este parón de carcajadas se suplió en el confinamiento por una cascada de memes que a diario sacaban punta en las redes a los pasajes más surrealistas de aquella extraña situación, así como por multitud de actuaciones online de los propios humoristas confinados. Raro ha sido el profesional de la risa que en los últimos meses no haya grabado algún vídeo cómico para compartirlo con sus seguidores. Por su parte, los programas satíricos de la tele rebajaron la mala uva de sus parodias en los días más duros de la cuarentena para adaptarla al estado anímico del país, que no estaba para fiestas.

Regreso a los escenarios

La desescalada ha operado a favor de una progresiva normalización del estado anímico –y del humor- de la población y ha reactivado las agendas de muchos comediantes que estos días se disponen a regresar a los escenarios o andan retocando sus antiguos monólogos para incorporar a ellos ocurrencias inspiradas en este inusual tiempo vivido.

No hay dos humoristas iguales. De hecho, cada uno tiene su pronóstico personal sobre la marca que dejará la pandemia en los chistes de la nueva normalidad. Sin embargo, todos están de acuerdo en que el covid-19 se colará, inevitablemente, en sus montajes y también coinciden en que el público anda más ansioso que nunca por volver a reír. Si alguna vez fue necesaria la distensión que propone un show de humor, ese momento es ahora.

Del poder terapéutico de la risa sabe bastante el actor Álex O’Dogherty, que hizo sus pinitos en el oficio de la mano de Payasos sin Fronteras y pudo comprobar el efecto que tiene un gag en públicos tocados anímicamente como los de Palestina, Sarajevo o el Sahara. “Había que ver las caras de aquellos niños y sus padres riendo. Lo del coronavirus no ha sido una guerra, pero sus consecuencias emocionales se le parecen. Está comprobado que cuanto peor lo pasas, más ganas tienes de reír y más lo agradeces”, analiza el cómico, que este verano vuelve a los escenarios con ‘Imbécil’, el espectáculo de música y humor que tenía en cartel antes de la pandemia. Además, en Madrid representará la adaptación que ha hecho de ‘The Hole’ a partir de las situaciones vividas durante el confinamiento.

La cuarentena es una mina

La relación creativa de los comediantes con la cuarentena oscila entre el hartazgo por el ingente caudal de chistes vertido en las redes y la tentación de explotarla al máximo como materia prima. “Para nosotras es una mina. Hacemos humor sarcástico, feminista y político basado en la actualidad. ¿Cómo vamos a dejar pasar las lágrimas de rímel de Ayuso, los posados ante el espejo de Casado o las ocurrencias de Miguel Bosé?”, plantean Lucia Lijtmaer e Isa Calderón, que este verano andarán dando forma al guion del ‘Deforme semanal’ que ofrecerán el 15 de septiembre en las Nits del Fòrum de Barcelona. “Hablar de ‘humor poscovid’ es exagerado, pero la experiencia ha sido tan intensa que se reflejará en todo lo que hagamos los cómicos en los próximos meses”, reconocen.

“Yo ya estoy saturada del tema, pienso evitar los chistes sobre el papel higiénico, Fernando Simón y la nueva normalidad. La comedia sirve para olvidar el drama”, confiesa Valeria Ros. La monologuista regresa estos días a los escenarios con ‘Sin filtro’, el show que estaba representando antes de la pandemia, y al que piensa incorporar más gags relacionados su reciente embarazo que con el covid-19.

Lo hará en condiciones muy especiales: el 5 de julio actúa vía streaming desde el teatro municipal de Barberà del Vallès, con la sala vacía y hablándole a una cámara, y una semana más tarde actuará en un teatro de Santurtzi (Vizcaya), con el aforo limitado y salpicado de mascarillas. “Va a ser rarísimo no poder ver sus risas. Tendré que fijarme en si achinan los ojos y mueven los hombros para saber si les hace gracia lo que digo”, reflexiona con sorna.

Más que acertar cuando adapten sus chistes al clima de humor de la pospandemia, lo que más preocupa a los cómicos que están volviendo al tajo son las limitaciones técnicas con las que han de lidiar. Las mascarillas, la distancia social y el miedo al contagio no son los mejores aliados del cachondeo, pero la industria del espectáculo está aprendiendo a amoldarse a la nueva situación. Este verano habrá más montajes al aire libre que en locales cerrados y empiezan a proliferar fórmulas imaginativas como el Autocomedy versión stand-up de los legendarios autocines.

Hacer reír a un párking

Andreu Casanova es el primer cómico español que hace reír a un aparcamiento lleno de coches. Lo hizo el 6 de junio en el párking del campo de fútbol de Parets del Vallès y la experiencia le dejó contento. “Había 180 vehículos y solo se permitían las ventanillas bajadas hasta la altura de los ojos, pero las risas del público llegaban hasta el escenario”, asegura el creador de ‘Tinder sorpresa’, el show que lleva dos años representando en teatros de todo el país.

“Hablarle a un Renault Megane es más difícil que mirarle al público a los ojos, pero también es raro contarle chistes a un iPad y todos hemos hecho monólogos online durante el confinamiento”, compara Víctor Parrado, quien también ha adaptado su montaje, ‘El peliculero’, al formato autocomedy y tiene el verano lleno de bolos.

En lo que también parecen coincidir todos los humoristas es en que el trauma colectivo provocado por el coronavirus no ha estrechado el territorio de la burla. “Más que el tema, importa el tono. Se pueden hacer chistes sobre todo, siempre que se aplique el sentido común”, señala Santi Rodríguez, quien pone su experiencia personal como prueba. Hace tres años sufrió un ataque al corazón que estuvo a punto de costarle la vida. Hay quien lleva mal los gags hospitalarios tras un trago de ese tipo, pero él decidió escribir ‘¡Infarto: no vayas a la luz!’, un monólogo donde se ríe de su coqueteo con la muerte, y con el que ahora vuelve a los escenarios. “El ser humano tiende a olvidar las malas experiencias y buscar la diversión, y ahí estamos los cómicos para dársela”, opina.

Más ganas que antes

Ricardo Castella recuerda una situación parecida a la actual tras los atentados del 11-M. Esa primavera, el humorista tenía en cartel un show inspirado en trenes y reconoce que durante un tiempo se sintió incómodo haciendo aquellos chistes. “Pero al público se le veía disfrutando, es como si el humor tuviera algo de liberador”, observa.

"Yo creo que la gente piensa: 'Si me puedo reír, no estaré tan mal'”, dice Ricardo Castella, director de 'La resistencia'

Aparte de monologuista, Castella dirige ‘La resistencia’, el espacio satírico que presenta David Broncano en #0 de Movistar+, y ha comprobado las ganas de guasa que conserva el personal a pesar de la dura prueba vivida. Tan pronto les dieron permiso, volvieron a admitir público en la grabación del programa. “Venían con mascarilla y solo ocupaban un cuarto del aforo, pero animaban con más ganas que antes de la pandemia. Yo creo que la gente piensa: si me puedo reír, no estaré tan mal”, explica.

Al igual que ‘La resistencia’, ‘El Intermedio’ de La Sexta se ha mantenido en emisión durante todo el confinamiento. Su directora, Carmen Aguilera, reconoce que en los días del pico de la curva procuraron hilar fino para no irritar a una audiencia que estaba siendo golpeada por las noticias del contagio. “Para alejarnos del drama, nos centramos en hacer chistes sobre la vida cotidiana en la cuarentena. Cuando llegaron las fases, nuestro humor hizo su propia desescalada y fuimos regresando a la sátira política”, recuerda.

Hasta Globomedia, la productora de ‘El Intermedio’, han llegado en estas semanas multitud de mensajes de espectadores agradecidos por haber tenido, gracias al programa, un rato de alegría en mitad de la tormenta. “No somos conscientes de lo mucho que alivia el humor”, reconoce la directora.

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