La máscara está de moda (y no es por el coronavirus)

zentauroepp52249367 billie eilish200213104631

zentauroepp52249367 billie eilish200213104631 / periodico

Laia Zieger

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El 'link' puede resultar tan efectista como tramposo. Sí: de la alfombra roja de los Grammy al festival de Coachella, las máscaras se han convertido en el complemento de moda de la temporada. Y no: el fenómeno no tiene tanto que ver con la epidemia del coronavirus como con la voluntad cada vez más extendida de adquirir un filtro –cabe decir que con resultados cuanto menos discutibles– contra la contaminación, lo que, de rebote, ha acabado convirtiendo la prenda en símbolo de la denuncia ecológica y en accesorio del 'look' general.

En Asia, sobre todo en países como Vietnam, China o Corea, ya hace tiempo que las máscaras –prácticamente agotadas ahora en las farmacias– se han erigido en un objeto de uso cotidiano sobre todo para hacer frente a las tasas de contaminación en las grandes ciudades y como método de prevención frente a posibles contagios víricos en zonas sobrepobladas que podrían convertirse rápidamente en focos pandémicos.

Numerosos artistas han utilizado la prenda para impugnar opresiones sociales y censuras políticas

De ahí la cotidianidad de imágenes de gente ataviada con máscara yendo en moto, cogiendo el metro o caminando por la calle. Una tendencia que, como siempre, ha aportado nuevos nichos de mercado a quienes buscan oportunidades de negocio. De hecho, en Asia ya hay una gran variedad de modelos que rivalizan en colores, diseños y originalidad. Tan solo cabe echar un vistazo a la casa Vogmask para hacerse un idea. Así, las máscaras ya no se compran solo en comercios sanitarios, sino en cualquier tienda de moda y complementos. Incluso algunas marcas de lujo, como la francesa Louis Vuitton, hace años que sacan partido al tirón de este accesorio en los mercados asiáticos estampando su logo en ellas.

De la calle a la costura

En esta chispa que salta de la calle a la pasarela, las recientes Fashion Week de París y Nueva York han asistido al 'coming out' de las máscaras. Ha sido el caso de los desfiles de las diseñadoras Matty Bovan y Marine Serre (en ediciones anteriores, las casas Margiela o John Galliano, entre otras, ya habían recurrido a este accesorio de forma casi premonitoria). Que este 'boom' poco tiene que ver con el coronavirus lo prueba el hecho de que la epidemia apareció en los medios hace poco más de un mes, cuando las colecciones se preparan con meses de antelación. Así que todo apunta a que tras el advenimiento del nuevo accesorio hay más denuncia social y búsqueda del 'factor chocante' que alarmismo.

Con su aura casi apocalíptica, está claro el recado visual de la prenda: estamos al límite, viene a decir el mensaje, y hay que ponerse las pilas en materia medioambiental. Un gesto que conecta con la emergencia climática que se viene denunciando desde las calles hasta las tarimas públicas. Recordemos, por ejemplo, las recientes intervenciones de Javier Bardem, Harrison Ford o Alejandro Sanz en la Cumbre por el Clima que se celebró el pasado diciembre en Madrid. O el discurso de Joaquin Phoenix al recoger su Oscar el pasado domingo, cuando aprovechó para asegurar que «nos hemos desconectado del mundo natural».

Denuncias políticas

Antes que ellos, numerosos artistas ya habían recurrido a la máscara para denunciar que algo va mal. Además de su fuerte simbolismo en cuanto a la crisis medioambiental, también ha sido usada como icono para impugnar censuras políticas y opresiones sociales. Una gran inspiración de ello ha sido, por ejemplo, la inquietante máscara que llevan las sirvientas en escenas particularmente duras de la serie 'El cuento de la criada'. Todo un símbolo de la lucha feminista y contra las políticas ultraconservadoras.

La cantante Billie Eilish también fue una de las celebridades que en la última gala de los Grammy impactó con un 'total look' de Gucci, con un tapa-boca incluido que, según explicó después, aludía a costumbres opresivas. A su vez, la rapera Cardi B lució día atrás una impresionante máscara de diamantes que recubría el conjunto de su rostro, a excepción de los ojos, que llevaba la firma de la casa de lujo CoutureMask.

Kendall Jenner, Rosalía, Jhay Cortez, Hailey Baldwin, Bad Bunny, Luna Ki o Justin Bieber añaden relumbrón a la lista de 'celebrities' que han sido vistas este año luciendo máscaras a modo de complemento 'trendy'. Todas ellas de carácter llamativo, por lo que, más que objetos de denuncia social o accesorios anticontaminación, parecían una excentricidad más. Porque, como siempre, algo nuevo había que inventarse.

La banalización del la epidemia

Las redes sociales no podían escapar a una situación tan mediática como la que genera la expansión del coronavirus. De hecho, ya se contabilizan más de 200.000 contenidos compartidos en internet relacionados con esta epidemia. Mientras la Organización Mundial de la Salud trata de informar al máximo del peligro y de cómo prevenirlo, algunos ‘influencers’ internacionales  explotan y participan en la viralización de esta enfermedad –y nunca mejor dicho– de forma sorprendente… por no decir de mal gusto.