ICONO CATÓLICO

Franz Jägerstätter: el beato nazi

El nuevo filme de Terrence Malick recrea la vida de este soldado que se negó a servir a Hitler

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Nando Salvà

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Tres cuartos de siglo después del Holocausto, fans y curiosos siguen llegando a <strong>Braunau am Inn, </strong>pequeña ciudad austriaca al norte de Salzburgo, para visitar la casa donde Adolf Hitler nació y creció. Seguramente pocos de ellos lo saben –y quizá no quieran saberlo–, pero a solo unos kilómetros se encuentra St. Radegund, una pequeña aldea –unas pocas casas, una iglesia diminuta y una cervecería– en la que vivió un coetáneo del Führer de catadura moral muy distinta.

Él es Franz Jägerstätter, un campesino que detectó la maldad del nazismo y fue ejecutado por negarse a combatir en su defensa, y que décadas después fue beatificado por la Iglesia Católica gracias a ello. Su figura es reivindicada en 'Vida oculta', la nueva película de Terrence Malick, que el próximo viernes llega a los cines. 

Conciencia disidente

Cuando Jägerstätter fue llamado al servicio militar por la Wehrmacht en 1940, ya crecía en su interior una conciencia disidente; dos años antes había sido el único en su pueblo en votar en contra de la anexión de Austria por parte de Alemania, y se sentía horrorizado por las noticias sobre 'Aktion T4', el programa de eugenesia desarrollado por los nazis desde 1939 para eliminar a cientos de miles de enfermos incurables y discapacitados. Inicialmente, y tras pasar varias semanas de instrucción, el joven fue eximido de sus deberes con el Ejército una vez las autoridades de St. Radegund declararon que su permanencia en el pueblo era indispensable. 

En verano de 1941, Jägerstätter se incorporó como sacristán en la parroquia local, y allí se sintió horrorizado por lo que vio: miembros del partido nazi que tomaban la comunión, niños bajo la influencia de las Juventudes hitlerianas, vecinos que sacrificaban sus vidas por el fascismo, y todo ello ante la mirada complaciente de la iglesia austriaca. 

Murió guillotinado
en 1943 por
defender que el
catolicismo era
incompatible
con el
nacionalsocialismo

Por eso, cuando fue llamado de nuevo a filas en febrero de 1943, se negó a servir al Führer. Para él, ser un católico era incompatible con defender el nacionalsocialismo, y la obediencia a Dios le impedía obedecer a Hitler. «Ni la prisión, ni las cadenas ni una sentencia de muerte pueden despojar a un hombre de su fe y su voluntad», escribió en agosto de ese mismo año, días antes de morir guillotinado.

Mártir

Durante muchos años, Jägerstätter fue ignorado por la institución encargada de honrar las creencias por las que había dado su vida; pasaron 20 años antes de que, tras la publicación de su biografía a cargo del sociólogo Gordon Zahn, su caso inspirara a la Iglesia católica el reconocimiento explícito de la objeción de conciencia al servicio militar en 'Gaudium et Spes', la constitución pastoral del Concilio Vaticano II. En 1997, un juzgado de Berlín declaró nula su sentencia de muerte y una década después, el 26 de octubre del 2007, finalmente fue no solo declarado mártir sino también beatificado por el Papa Benedicto XVI. Y hoy su figura funciona como reivindicación de las convicciones individuales frente a quienes tratan de anularlas propagando la tiranía del patrioterismo y el amor ciego a la patria.