UN ESCÁNDALO MAYÚSCULO

"Lo único que quiero es saber dónde está mi hija"

Las víctimas de las adopciones fraudulentas en Irlanda exigen responsabilidades

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Rocco Muraro

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Oyó el llanto de su hija, el anuncio de que había nacido. Aún estaba encima de la mesa del paritorio, cuando se le acercó una monja que le agarró la piel colgante de su vientre vacío y se la retorció. El dolor provocado, junto a la extenuación del parto, hicieron que Ann O'Gorman (en la foto que encabeza este reportaje) se desmayara. Y no fue hasta dos o tres días después, no recuerda muy bien, que recobró la conciencia. Cuando despertó, otra monja le dijo que tenía a "un ángel en el paraíso", que su hija recién nacida había muerto. Estaba aterrorizada y no consiguió hacer ninguna pregunta.

Corría 1972 y cuando dio a luz, Ann O'Gorman llevaba unos meses encerrada en el Hogar para Madres y Bebés de Bessborough, situado en Cork, en la costa sur de la República de Irlanda. Entonces tenía 17 años. Una asistenta social la había orientado hacia allí tras quedarse embarazada. Le había dicho: "Las monjas cuidarán de ti y de tu bebé".

Su reclusión en el Hogar de Bessborough era el resultado de la política de 'ilegitimidad', que prevaleció en Irlanda desde su independencia del Reino Unido en 1922 hasta finales del siglo XX. Dicha política suponía la reclusión de aquellas mujeres que se quedaban embarazadas fuera del matrimonio, y la posterior pérdida de la custodia de sus hijos 'ilegítimos' que, en su mayoría, eran encaminados hacia un sistema de adopción forzada. 

'Embarazos ilegítimos'

Los Hogares para Madres y Bebés eran los centros específicos para la reclusión de las madres solteras. Eran edificaciones herméticas que escondían los 'embarazos ilegítimos' de los ojos de la comunidad, y en donde, una vez nacidos, la 'ilegitimidad' de los bebés se exorcizaba a través de un sistema secreto de adopción forzada. Una vez en él, los bebés ganaban la condición de hijos legítimos de sus padres adoptivos. 

La gestión de los centros corría a cargo de diversas órdenes religiosas, pero recibían financiación y estaban integrados en la estructura de servicios sociales del Estado. El Hogar para Madres y Bebés de Bessborough estaba gestionado por las monjas de la orden del Sagrado Corazón de Jesús y María.

"Las monjas,
a las madres solteras, 
nos trataban como si fuéramos el
demonio", evoca
Ann O’Gorman

Casi 50 años después de pasar por Bessborough, Ann O'Gorman, ahora con 66 años, sigue atrapada en el momento de su adolescencia en que fue recluida, y busca las respuestas a las preguntas que no logró formular después de que le dijeran que su hija había muerto. Nunca llegó a ver el cadáver. ¿Realmente murió o simularon la muerte de su hija para darla en adopción? La duda ha torturado a Ann O'Gorman durante toda su vida. Y le sigue torturando mientras continúa buscando las respuestas.

Pecadoras

Ann O'Gorman nació en 1953 en el condado de Limerick, en el centro del país, en el seno de una familia pobre. Era una más entre nueve hermanos. A los 15 años, su padre empezó a abusar de ella. La madre, preocupada, llamó a la policía que, en vez de detener al padre abusador, recluyó a Ann O'Gorman en una lavandería de la orden de las Hermanas de la Magdalena, donde fue obligada a cuidar de niños.

Cuando salió, tenía 17 años y empezó a trabajar de niñera con una familia. Se enamoró del padre de los niños que cuidaba: "Tuve sexo sin estar casada y en esos tiempos no se podía", explica Ann O'Gorman. Y se quedó embarazada. Irlanda era un país dominado por la moral católica. "Mi embarazo se consideraba un pecado. Así lo veían el cura, los vecinos, mi familia... No tenía adonde ir, así que le pedí ayuda a la asistenta social, que me encaminó al Hogar de Madres e Hijos de Bessborough". Los siguientes meses de reclusión fueron la pesadilla que ha marcado de por vida a Ann O'Gorman.

"Cuando llegué a Bessborough, las monjas me pusieron con las otras chicas. Estaban muy tristes. Cuando algún bebé salía en adopción, veíamos llorar y gritar sin consuelo a la madre. Era muy triste". Y continúa: "No nos dejaban hablar entre nosotras. Tampoco nos dejaban usar nuestro nombre. Al llegar nos otorgaban un nuevo nombre y nos decían las tareas que teníamos que hacer. Estábamos ocupadas durante todo el día. Las monjas nos trataban como si fuéramos el demonio. A sus ojos éramos pecadoras. Éramos basura". 

Reclusión

La maternidad fuera del matrimonio nunca estuvo tipificada como un crimen en ninguna parte del Código Penal irlandés. Pero el diseño institucional de los servicios sociales ofrecía como única salida posible para las madres solteras sin recursos el encierro en los llamados Hogares de Madres y Bebés. 

Una vez dentro, las mujeres no podían salir hasta que su hijo fuera adoptado. Los periodos de reclusión podían alcanzar los tres años. Hay documentados, incluso, casos de mujeres que pasaron toda su vida en estos centros, desde que entraron siendo adolescentes. Era común que las mujeres que lograban escapar fueran perseguidas por la policía, y una vez detenidas, eran devueltas a los Hogares de Madres y Bebés. 

Más de 900 bebés murieron en Bessborough
desde 1923
hasta bien
entrados los 90

Encerradas, las mujeres embarazadas eran obligadas a realizar trabajos forzados dentro de los 'hogares'. Durante todos los meses que pasó recluida en Bessborough, Ann O'Gorman estuvo siempre ocupada: "Desde que me levantaba hasta que me acostaba estaba trabajando. Ya fuera en la lavandería, fregando suelos, puliéndolos o en cualquier otra ocupación. Además de trabajar nos obligaban a asistir a misa y rezar". Incluso inmediatamente después de parir la obligaron a trabajar: "Me pusieron en la guardería, alimentando a los bebés". 

La vida dentro de los Hogares de Madres y Bebés latía al ritmo impuesto por las órdenes religiosas que se encargaban de su gestión. Además del Hogar de Bessborough, las hermanas del Sagrado Corazón de Jesús y María tenían bajo control los centros de Castlepollard y Sean Ross. En el conjunto de Irlanda operaban 14 Hogares de Madres y Bebés, en cuya gestión también participaron las órdenes de las hermanas del Buen Socorro, las hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl y las hermanas de la Misericordia.

El trato de las monjas a las chicas era humillante. El ambiente en los 'hogares' era de una penitencia impuesta. El silencio era obligatorio, la comida escasa, había poca calefacción en las instalaciones y cualquier acto no aprobado por las monjas era reprimido con castigos. La severidad era norma; Ann O'Gorman recuerda que "no había amor. Incluso para los bebés recién nacidos no había amor. Era muy duro".  

Mortalidad infantil

Cuando nacían, los bebés eran separados de sus madres y agrupados en un ala del centro destinada a la guardería. Las madres solo tenían acceso a ellos durante un tiempo limitado al día. Los cuidados que recibían eran mecánicos. Se los alimentaba a la espera de que fueran adoptados. Los cuidados médicos eran también escasos, provocando una alta mortalidad infantil. Más de 900 bebés murieron en el Hogar de Bessborough desde que se fundó, en 1923, hasta bien avanzados los años 90. 

Ann O'Gorman sigue con la duda de si su hija está entre las víctimas de Bessborough. En el registro del protocolo de parto se afirma que después del nacimiento de una "infante hembra viviente", el "bebé no llora y no responde al tratamiento" y "muere después de 20 minutos". Lo escrito entra en contradicción con el relato de Ann O'Gorman, que recuerda el momento en el que escuchó el llanto de su hija.

A los 35 años,
Noelle Brown

descubrió que
no había nacido
en Dublín sino
en un 'hogar'
de Cork

En el certificado de defunción de su hija consta que murió el 24 de junio de 1972 debido a una atelectasia, o colapso pulmonar, cuya causa se debe a la condición de prematura, lo cual también entra en contradicción con lo afirmado en el certificado de nacimiento, en el que se especifica que la gestación fue completa.  

La falsedad documental fue una práctica común. Noelle Brown, nacida en 1965, es uno de los miles de niños provenientes de los Hogares de Madres y Bebés que fueron adoptados. Los errores deliberados, las omisiones y las censuras en la documentación relativa a sus primeras semanas de vida esconden la historia de sus orígenes. 

Siempre pensó que había nacido en 1965 en el condado de Dublín. Eso es lo que creían sus padres adoptivos, era lo que estaba escrito en su partida de nacimiento. Su familia nunca le escondió su condición de adoptada. Y no fue hasta sus 35 años que Noelle Brown sintió la necesidad de trazar la historia de sus orígenes biológicos. Después de meses de búsqueda, le llegó un paquete de información que pondría del revés sus certezas. Una nueva partida de nacimiento dejó claro que nada tenía que ver con la que hasta entonces había manejado. Noelle Brown no había nacido en Dublín, como creía, sino que lo había hecho en el Hogar de Madres y Bebés de Bessborough.

Evitar el rastreo

Luego descubriría que los niños adoptados provenientes de Bessborough, situado en el condado de Cork, eran entregados a sus padres adoptivos con partidas de nacimiento firmadas en el condado de Dublín. Una estrategia deliberada para dificultar el rastreo de los orígenes de los adoptados, para evitar el contacto entre madres, encerradas de forma forzada, e hijos, obligados a ser entregados en adopción. 

Desde entonces,
Brown se ha
dedicado a buscar
sus orígenes. Aún
no ha logrado
saber quién
fue su padre
biológico 

A diferencia del resto de los ciudadanos, las personas adoptadas en la República de Irlanda no tienen garantizado el derecho al acceso a sus registros de nacimiento. Esa falta de garantía jurídica obstaculiza la búsqueda de los orígenes biológicos del colectivo, dejándolo en manos de la buena voluntad de los funcionarios de las diferentes agencias de adopción irlandesas. 

En el certificado de nacimiento de Noelle Brown proveniente de Bessborough estaba censurado el nombre de su madre biológica, pero le confirmaron su identidad, y le informaron de que llevaba nueve años muerta. Sobre su padre biológico, le explicaron  que no tenían datos relativos a su identidad. El único contacto que le quedaba de su familia biológica era el de su tía, la hermana de su madre fallecida. Así que se puso en contacto con ella a la búsqueda de alguien que le ayudara a trazar un dibujo de sus orígenes. 

"Mi tía me dijo que una vez fue a visitar a mi madre en Bessborough y se la encontró arrodillada, embarazada de mí, fregando el suelo". Explica Noelle Brown: "Era un lugar horrible, frío y cruel. Creo que lo pasó muy mal, como todas las mujeres que vivieron allí". 

A través de su tía, Noelle Brown conoció a otras personas que habían formado parte de la vida de su madre. Mediante sus relatos, está tratando de componer un retrato, que nunca logrará completar: "Todo lo que sé de mi madre es a través de terceros. Pero es muy difícil construir su perfil porque se me denegó la posibilidad de conocerla. Me arrancaron de su custodia y cuando supe quién era, ella ya estaba muerta. Nunca tendré la posibilidad de sentarme frente a mi madre y mirarle a los ojos".

La gran dificultad para reunir las piezas que den una imagen completa de su existencia es la condena que sufren las personas que tuvieron sus vidas modificadas por su paso por los Hogares de Madres y Bebés. Las madres que allí parieron tienen dificultades para saber dónde están los hijos que les fueron arrancados. Las niñas y niños que allí nacieron tienen que luchar para obtener información sobre sus orígenes. 

Investigación

La respuesta del estado irlandés al escándalo ha sido la puesta en marcha de una Comisión de la Verdad para investigar los crímenes cometidos en los centros de reclusión de madres solteras y el esquema de las adopciones forzadas. La Comisión sobre los Hogares de Madres y Bebés empezó sus trabajos de investigación en el 2016 y se espera que el 15 de febrero del 2020 publique el informe final. 

"Es tiempo de curar una herida
aún abierta",
reivindica la
comisaria de la
ONU De Boer-
Buquicchio

Maeve O’Rourke es una abogada que lucha en favor de los derechos de las personas adoptadas. Ha sido una de las directoras del Proyecto Clann, en cuyo informe final hace un recuento exhaustivo de los crímenes que envuelven la detención forzada de las madres solteras y posterior entrega en adopción de sus hijos. Le preocupa que no se lleguen a depurar todas las responsabilidades, que la investigación de la comisión se quede corta: "Parece que las pruebas que están recopilando se mantendrán en secreto, fuera del alcance del público. El informe final que publiquen será una narración. Su narración. La ciudadanía no tendrá la capacidad de contrastarla con las pruebas recogidas". 

"Si se hacen públicos los documentos, se demostrará la culpabilidad de la Iglesia católica y del Estado. En última instancia, el Estado no quiere gastar en los tribunales el dinero necesario para hacer frente a los millares de litigios que esa asunción de responsabilidad provocaría", añade la letrada. 

Informe de la ONU

El alto comisionado de los Derechos Humanos de la ONU ha mostrado su preocupación al respecto. La comisaria especial Maud de Boer-Buquicchio publicó un informe en el que afirmaba: "Se han negado los derechos de los supervivientes de los Hogares de Madres y Bebés al serles negado el acceso a los registros y la información en manos del Estado y las órdenes religiosas. La reparación proporcionada hasta ahora es insatisfactoria. Es tiempo de curar lo que sigue siendo una herida abierta".

Hace tres años, Noelle Brown descubrió que el organismo encargado de su adopción, el Sacred Heart Adoption Board, le mintió en el 2002 sobre la identidad de su padre biológico. En realidad, la habían mantenido oculta. La nueva fuente de información provenía de Tusla, la actual agencia irlandesa para la Familia y la Niñez, que durante años ha estado centralizando todos los archivos relacionados con las adopciones en Irlanda, que antes estaban en mano de las órdenes religiosas y los diferentes organismos estatales implicados. 

Tusla le dijo a Noelle Brown que sabían quién era su padre y le enviaron un archivo para demostrárselo. Pero en el documento el nombre de su padre aparecía censurado. Reclamó y le respondieron que si quería saberlo, tenía que ponerse en la cola de espera de dos años y medio. Han pasado ya tres años desde entonces y aún no ha recibido respuesta: "No hay paz cuando llevas luchando 17 años por una información que es reservada. Tengo un sentimiento de vergüenza que pende sobre mí por ser considerada ilegítima todavía. Mis derechos siguen negados. Me siento devastada por viejas mentiras que me mantienen buscando respuestas".

"Si se publican los documentos,
se demostrará
que Iglesia y
Estado son
culpables",
dice la abogada
O’Rourke

Por su lado, tampoco Ann O'Gorman descansa. Y su cabeza sigue dando vueltas entorno a su hija desaparecida. Al día siguiente de que la monja del Hogar de Bessborough le dijese que tenía a "un ángel en el cielo", en junio de 1972, desde la ventana de su habitación vio salir del edificio a dos hombres, uno cargando una caja en el hombro, el otro con una pala en la mano. Se dirigían al pequeño cementerio privado que las monjas del Sagrado Corazón tenían en los terrenos de Bessborough. ¿Iban a enterrar a su hija?

Hace pocos años, llegó a las manos de Ann O'Gorman un viejo mapa de 1949-50, proveniente del fondo Cassini de mapas históricos, en el que se detallan las instalaciones de Bessborough. En la esquina sureste hay marcada la leyenda Children’s Burial Ground, que traducido al castellano significa Cementerio de Niños. La posición en el mapa coincide con la dirección que tomaron los dos hombres para, quizás, enterrar a su hija.

La Comisión de Investigación de los Hogares de Madres y Bebés acaba de publicar un informe sobre los entierros en los hogares investigados. De los más de 900 bebés que murieron en Bessborough, solo se tiene constancia de la localización de unas 60 tumbas. Los restos de más de 800 pequeños siguen en paradero desconocido. La Comisión considera que es altamente probable que estén enterrados en algún punto de los terrenos de Bessborough. Pero como "no se ha encontrado ninguna evidencia física sobre la localización, la Comisión no considera factible excavar en un terreno tan amplio".

La leyenda negra que envuelve el complejo de Bessborough ha llevado a la orden del Sagrado Corazón de Jesús y María a querer deshacerse de su propiedad. Están pidiendo 12 millones de euros por el complejo, situado en una de las zonas nobles de Cork, con gran potencial inmobiliario. El plan urbanístico local de la área de Mahon de la ciudad de Cork contempla los terrenos de Bessborough, en concreto la parte este de la propiedad –donde estaría el Cementerio de los Niños– aptos para el uso residencial. 

Las víctimas de Bessborough están en contra de cualquier desarrollo hasta que no se esclarezca dónde están enterrados los bebés desaparecidos. No quieren que se construya un estrato más para cimentar el olvido. Ann O'Gorman está segura de que los más de 800 bebés desaparecidos están enterrados allí, aunque no está segura de que su hija esté entre ellos. A sus 66 años, sigue buscando y se aferra a cualquier pista: "Mi único objetivo en la vida es saber dónde está mi hija. La falta de respuestas me tortura. Solo quiero saber. A veces pienso que está muerta y otras, que está viva. Mi mente no descansa".