Brittany Howard, la voz que clama contra el odio

La cantante del grupo Alabama Shakes destapa su turbulenta biografía en un estremecedor primer disco en solitario sobre la enfermedad, la pérdida y los conflictos raciales

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Jordi Bianciotto

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Existe esa tendencia a glorificar al artista torturado, a premiar incluso cierto grado de impostura peliculera, y por eso dar con Brittany Howard es como encajar un directo en el estómago. No hay cálculo ni pose en su historia verídica de chica salida de un párking de caravanas, superviviente de inclemencias que tumbarían a cualquiera. Ese bagaje personal, que conecta con un dolor heredado más profundo, el de la comunidad afroamericana en el gran sur estadounidense, asoma transformado en arte en ese inquietante álbum titulado ‘Jaime’.

Es el nombre de su hermana mayor, que falleció en 1998 a los 13 años, cuando ella tenía nueve, de una enfermedad cuya sola mención hiela la sangre: retinoblastoma, un cáncer ocular que Brittany sufrió también y que le dejó como secuela la visión muy reducida en el ojo izquierdo. Jamie introdujo a Brittany en la música y en la poesía. Madre blanca, padre negro y la sospecha de que ese cruce no era muy bien visto en su comunidad de Athens, Alabama: en una de las canciones del disco, ‘Goat head’, que da vueltas en torno al racismo sobre un colchón de hipnótico soul, se pregunta: “¿Quién desgarró los neumáticos de mi padre y puso una cabeza de cabra en el asiento de atrás?”.

Contra los círculos del odio

Se trata de un incidente real que sufrió la familia, tras el cual vino algo peor: el incendio de su casa, acaso por un relámpago o quizá porque alguien le prendió fuego, sospecha ella. A partir de ese tipo de puntos de anclaje está construido el álbum, que Brittany abre proclamando su voluntad de alejarse de los viejos fantasmas y de superar los círculos viciosos del odio en una trepidante pieza ‘funky’ de ánimo catártico, ‘History repeats’. “La historia se repite y nos derrotamos a nosotros mismos”, canta en falsete una y otra vez.

‘Jamie’ nos ha tomado por sorpresa porque abre nuevos y turbadores caminos con su mezcla de agitación rítmica viscosa y un intimismo con halo místico. En un extremo, la pieza ‘13th Century metal’, abocándonos un sofocante viaje astral en pro de la redención de la humanidad. Brittany nos dice que debe dosificar su energía porque “es necesaria para una causa mayor”, la propagación de la luz en beneficio “del amor, la compasión y la humanidad”. En otro signo, oigan la delicada ‘Short and sweet’, a voz y guitarra, un canto resabiado sobre los límites de una relación, y sueñen con Billie Holiday. O ‘Georgia’, medio tiempo enrarecido en el que evoca los tiempos en que comenzó a sentirse diferente por su condición de chica negra homosexual.

Música con raíces

Brittany Howard nos muestra en ‘Jaime’ aspectos de su sensibilidad que no conocíamos, y eso que hace algunos años que tenemos noticia de sus andanzas. Hasta ahora, ella había sido sobre todo la cantante de Alabama Shakes, recio combo con dos álbumes en su haber, entroncados en una música americana con raíces y dotada de corpulencia rockera, que en Barcelona se han podido degustar en la sala Apolo y en el festival Cruïlla BCN. Esta ocupación ella la ha combinado con otros dos grupos, Thunderbitch y Bermuda Triangle.

En esta última banda conoció a la que hoy es su esposa, la también cantante y compositora Jesse Lafser. Tras vivir durante los últimos años en Nashville, Brittany ha puesto tierra de por medio y, acompañada de Jesse, se ha despedido del sur para instalarse en una casa del bucólico Topanga Canyon, California, dejando que el paisaje del infortunio se pierda en los rincones de su memoria y que su hermana le eche una mano desde allá donde esté.