Rosa Montero: "Lo que juega en nuestra contra es el sexismo, no la edad"

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Juan Fernández

Juan Fernández

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Las sonoras carcajadas que suelta Rosa Montero (Madrid, 1951) cuando se le menciona la idea de la jubilación despejan las dudas de quienes pudieran imaginarla dando un paso al lado cuando dentro de dos años cumpla 70. Estos días anda sumida en la escritura de su próxima novela, que verá la luz a finales del 2020, y ya tiene en mente otras tres obras. Como para mentarle la retirada a una autora que ha descubierto que con la edad escribe mejor que nunca. 

–Tiene la suerte de dedicarse a una profesión donde los años no condicionan tanto.

–Cuando era joven, estaban las Ana María Matute o las Carmen Martín Gaite, pero eran la excepción. En la literatura tampoco era fácil encontrar a mujeres maduras que tuvieran presencia académica o mediática. Ese desequilibrio se está corrigiendo, como en el resto de profesiones.

–¿A qué lo achaca?

–Claramente, a la conquista de voz pública que está llevando a cabo la mujer y a la normalización de nuestra presencia en la sociedad. Si cada vez hay más mujeres ocupando espacios de poder, es lógico que estén también más presentes en primera línea cuando tengan más años, ya sean empresarias, ministras, científicas o escritoras.

–¿Lo tienen más difícil por ser mujeres?

–Afrontamos un doble reto: a la desigualdad de género que hemos padecido y seguimos padeciendo, se añade el prejuicio con que se continúa mirando a las personas mayores en nuestra sociedad, aquello del 'ageism' [edadismo] que denuncia Madonna. Afecta a hombres y mujeres, pero nosotras lo sufrimos más.

–¿Tiene esa percepción?

–No es una percepción, es la realidad. Richard Gere sigue pareciéndonos un icono sexual a sus 70 años y a nadie le sorprende que su pareja sea 35 años más joven. En cambio, cuando esa situación se da al revés, nos choca. Por otro lado es normal, viniendo de la sociedad machista de la que venimos y de los estereotipos cerrados con los que convivíamos en el pasado, que reducían a las mujeres a meros floreros.

–Entonces, ¿hablamos de feminismo más que de empoderamiento de las personas mayores?

–Sin duda. Lo que está dando visibilidad a las mujeres de edad es la deconstrucción del sexismo, no el combate contra el edadismo. Esto tiene más que ver con la lucha por la igualdad que con la reivindicación de las personas mayores por seguir estando presentes en la sociedad.

–¿Hace falta un #MeeToo de las mujeres maduras?

–Bueno, en realidad ya se está dando. Y en el mismo Hollywood. Actrices como Gleen Close, Meryl Streep y otras muchas llevan años alzando la voz contra la falta de papeles femeninos de edad avanzada que hay en las películas. Ojalá esa reclamación se extienda a otros ámbitos. Como el financiero y empresarial, por ejemplo, donde la presencia de señoras mayores en los órganos de poder es aún mínima comparada con la de los señores.

"La deconstrucción del sexismo está dando visibilidad a las mujeres mayores"

–¿Y en la política?

–Ahí creo que se ha progresado más. En España tenemos a mujeres como Esperanza Aguirre, Cristina Narbona y otras muchas que han ostentando el poder o lo siguen ostentando hoy. En los últimos años, en nuestro país ha habido una renovación generacional en la política, pero esto no es necesariamente malo. Lo ideal es que haya una mezcla de edad. Estoy en contra del prejuicio con que se mira a los mayores, pero también rechazo la idea de que los veteranos sean por definición más sabios. Conozco a muchos viejos que son completamente gilipollas.

–¿El culto a la imagen que impera en la sociedad juega a la contra de la visibilidad de la mujer madura?

–Lo que de verdad juega en nuestra contra es el sexismo, porque en realidad los hombres envejecéis fatal comparados con nosotras. Las mujeres, por lo general, salvo las que se operan tanto que quedan horrorosas, estamos mejor físicamente que los hombres a partir de una determinada edad. Entre otros motivos, porque nos cuidamos más.

–¿Siente presión por su edad?

–Lo único que siento es lo que decía Óscar Wilde: que lo malo no es envejecer, sino seguir sintiéndote joven. Conforme pasan los años, aumenta la fisura que separa la visión que tienes de ti misma y tu realidad. A veces es doloroso, o cuando menos chocante. El mayor impacto de cumplir años es interior: vas teniendo una edad, pero por dentro sigues sintiéndote una joven de 20, cuando no una cría de 12. 

–La madurez se asocia a veces a dar un paso al lado y volver a los cuarteles de invierno. ¿Se lo plantea?

–No. Llevo tatuado en la nuca un verso del poeta chileno Raúl Zurita que dice: "Ni pena, ni miedo". Me parece una idea genial para envejecer. Rechazo las connotaciones cercanas a la pena o al miedo con que a menudo se contempla la vejez. En mi caso, el único cambio que he observado en los últimos años tiene que ver con los proyectos. Nunca he sido muy partidaria de hacerme planes hacia el futuro, soy de la generación del vive el presente, pero ahora hago reflexiones que antes no me hacía, más relacionadas con la caducidad que con la edad.

"Ahora me hago reflexiones más relacionadas con la caducidad que con la edad"

–¿Como cuáles?

–Por ejemplo, siempre he tenido perros y ahora mismo viven conmigo dos. A veces me planteo: cuando se muera la perra pequeñita que tengo, quizá dentro de 10 o 12 años –espero que muchos–, ¿querré tener otra? ¿Y si lo tengo y no me puedo hacer cargo durante toda su vida? Me pasa igual con los libros. En este momento tengo tres en mente, que a mi ritmo suponen más de 10 años de trabajo. ¿Cómo estaré dentro de 10 años? 

–Por lo pronto, le he oído decir que siente que cada vez escribe mejor y con más fluidez. 

–Así es. Envejecer no tiene ni pizca de gracia porque, entre otras cosas, se te escapa la vida, y a mí la vida me encanta, soy una disfrutona y no quisiera que se me terminara nunca. Pero también tiene una ventaja, y es que, si te lo trabajas, puedes acabar entendiendo mejor de qué va esto de vivir. Pero ojo, tienes que trabajártelo, porque la sabiduría no viene de fábrica con la edad, esa es otra idea errónea asociada a la madurez.

–¿Algún día dejará de estar mal visto preguntarle la edad a una mujer mayor?

–O a un hombre, que cada vez veo a más varones incómodos cuando se les hace esa pregunta. Incluso conozco alguno que se echa años para presumir de estar tan bien a esas alturas. Lo ideal es que ese dato no nos condicionara ni nos definiera tanto. 

–Bruna Husky, la protagonista de sus novelas, vive en el 2109. ¿Cree que en el futuro la edad contará menos?

–En el futuro que trazo en mis novelas, todo el mundo está operado para aparentar menos años que los que tiene, así que me temo que esa presión va a seguir existiendo.