EL PERSONAJE DE LA SEMANA

Arnold Schwarzenegger: el culturista fiel

Arnold Schwarzenegger: el culturista fiel

Arnold Schwarzenegger: el culturista fiel / periodico

Ramón de España

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Coincidiendo con las fiestas patronales de Barcelona, entre los días 20 y 22 de septiembre –o sea, entre el pasado viernes y hoy domingo– está teniendo lugar la cita internacional de culturismo conocida popularmente como Arnold Classic, una exhibición de músculos masculinos y femeninos de mucho tronío. El evento cuenta con la presencia de su inspirador, que no se olvida de sus orígenes, pese a haber triunfado en el mundo del cine y en el de la política, donde ejerció de trigésimo octavo gobernador de California entre 2003 y 2011, ganándose el cariñoso (o no) apodo de The Governator.

Arnold Alois Schwarzenegger (Thal, Austria, 1947) es un claro ejemplo de lo que Leni Riefenstahl llamaba la fuerza de la voluntad. Ya de pequeño quería emigrar a Estados Unidos, entre otros motivos, para librarse de su padre, Gustav, policía local y antiguo miembro del partido nazi, que era más bruto que un arado y había convertido con su mal carácter el hogar familiar en un infierno. En cuanto pudo, Arnie salió pitando. Pero antes tenía que encontrar algún tipo de pasaporte aparte del que tiene todo el mundo: lo halló en el ámbito del culturismo, donde enseguida destacó, ganó premios y se labró una primera carrera en espera de algo mejor.

Al principio solo le caían los papelitos de matón o de matón sordomudo

Llegó a Estados Unidos en 1968, con solo 21 añitos, un apellido impronunciable y un inglés bastante rupestre. Tras hacer caso omiso de quienes le aconsejaban que se cambiara el apellido o, por lo menos, lo acortara, nuestro hombre se fue abriendo camino en la industria de Hollywood, aunque al principio solo le caían papelitos de matón o de matón sordomudo: nadie parecía saber muy bien qué hacer con aquel armario ropero de tres cuerpos al que no se le entendía un carajo de lo que decía.

De 'Terminator' a 'governator'

Las cosas cambiaron en 1982, cuando le cayó el papel protagonista en 'Conan, el bárbaro', de John Milius, donde consiguió colar unas cuantas frases inteligibles entre los gruñidos de rigor. En 1984, James Cameron lo eligió para dar vida a 'Terminator', papel por el que pasará a la historia del cine e inicio de una saga que próximamente añadirá un nuevo eslabón a la cadena, cuando se estrene a finales de octubre 'Terminator: dark fate' (Terminator: destino oscuro), que a ver si reverdece la franquicia, que está un poco mustia (exceptuando las dos primeras entregas a cargo de Cameron, las demás dejaban bastante que desear por repetitivas y cansinas).

Ya no tiene nada que demostrar, pero resulta especialmente coherente que aún mantenga los lazos con el mundo del que procede

Y a partir de ahí, todo fue miel sobre hojuelas: Arnie se convirtió en norteamericano, su sueño de toda la vida, y hasta se retiró una temporada del cine, entre 2003 y 2011, para ejercer de 'governator' de California por su querido partido republicano, ya que Arnie no es un exnazi como su difunto padre, pero sí un hombre de orden (lo cual no le impidió tener un hijo fuera de su matrimonio con Maria Shriver, miembro del clan Kennedy, con su asistenta mexicana: un tal Joseph Baena, que no se dio mucha prisa en reconocer).

A diferencia de su némesis tradicional, Sylvester Stallone, Arnie ha demostrado tener cierto sentido del humor, como revelan las tres comedias que rodó con Danny de Vito –a destacar ‘Twins’, donde Arnie y Danny interpretaban a unos inverosímiles gemelos (nunca entendí por qué no se rodó en España un ‘remake’ con Bertín y Arévalo)– y el tono autoparódico que ha exhibido en otras películas, sobre todo en la saga de ‘The expendables’ ('Los mercenarios'). A sus 72 años, Schwarzenegger ya no tiene nada que demostrar, pero resulta especialmente coherente que aún mantenga los lazos con el mundo del que procede, el del culturismo, apadrinando ese encuentro internacional. Ya puestos, podríamos haberle encargado el pregón de la Mercè y nos habríamos ahorrado la contraprogramación patriótica a cargo de Toni Albà.