Elsa Pataky, el ama de casa fetén

Elsa Pataky y Chris Hemsworth.

Elsa Pataky y Chris Hemsworth. / periodico

Ramón de España

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Antes que nada, una confesión vergonzosa: estoy suscrito (¡es gratis!) a la edición digital de la sección de chismorreos sobre 'celebrities' del diario británico 'The Daily Mail', gracias a la cual me encuentro cada mañana en mi bandeja de entrada con un montón de noticias absurdas que me entretienen sobremanera. El concepto que tiene el 'Daily Mail' de la fama es amplio y ecléctico, pues mete en el mismo saco a estrellas de Hollywood y a concursantes de los 'reality shows' locales, que no tienen nada que envidiar a los nuestros en la promoción de los elementos más grotescos de la sociedad.

La cuota española es bajísima y, de hecho, se reduce a dos mujeres: la reina Letizia, presentada siempre como el no va más de la elegancia monárquica contemporánea, y la actriz Elsa Pataky, quien, a falta de algún rodaje de interés, suele aparecer siempre en la playa de Byron Bay, Australia, junto a su marido, Chris Hemsworth (el Thor de las películas de la Marvel) y sus tres hijos. La una con sus modelitos y la otra con sus bikinis aparecen con inusitada frecuencia en el diario, donde solo se acuerdan muy de vez en cuando de Penélope Cruz y Javier Bardem.

Lo más relevante de Elsa Pataky es que no sale nunca como actriz, sino como ama de casa ejemplar, papel que, por otra parte, ella interpreta con mucha convicción y como si no echara de menos una carrera audiovisual más estimulante (lo último que ha hecho es una serie australiana para Netflix, 'Tidelands', en la que interpreta a un híbrido de mujer y sirena: digamos que 'La tierra de las mareas' no lo ha petado precisamente con la audiencia).

Antes de reciclarse como ama de casa australiana, Elsa Lafuente Medianu (Madrid, 1976), de padre español y madre rumana, parecía dispuesta a comerse el mundo. Hasta llegó a patentar una manera de posar -de espaldas a la cámara, pero con la cabeza vuelta hacia ella y luciendo una gran sonrisa- que acabó siendo conocida como 'un Pataky'. Lo de la interpretación le venía de su abuelo materno, Mircea Medianu, de cuya esposa, Rosa Pataky, adoptó nuestra heroína su nombre de guerra.

Mario Vaquerizo, el mánager

Su primer mánager fue el inefable Mario Vaquerizo, quien la colocó entre 1997 y 2002 en la serie para adolescentes 'Al salir de clase'. Previamente, habíamos podido verla de presentadora florero en el programa de Chicho Ibáñez Serrador 'El semáforo', que presentaba el malogrado Jordi Estadella y del que nunca olvidaré la aparición de Quico Palomar, icono del 'underground' barcelonés que había adoptado para la ocasión el alias de Augusto Esmío.

Su paso por la Fantastic Factory de Filmax –controlada por el cineasta norteamericano Brian Yuzna, que se pegó la vida padre en Barcelona facturando basurillas para el gran Julio Fernández, actualmente exiliado en Miami– le permitió aparecer en las dos películas menos nocivas de la productora, una secuela de 'Re-Animator' y 'Romasanta', de Paco Plaza.

Tras sobrevivir a Brian Yuzna –otros no lo lograron: el pobre Paco Rabal la diñó poco después de rodar 'Dagon', lo más Ed Wood de la serie–, Elsa se trasladó a Estados Unidos y rodó algunas películas entre Los Ángeles y Madrid. En el cine español, trabajó para José Luís Garci en 'Ninette' –'remake' de la célebre obra de teatro de Miguel Mihura 'Ninette y un señor de Murcia'– o Bigas Luna, en una de sus últimas obras, 'Didi Hollywood'.

En Estados Unidos, se hizo con un papel de poli hispana en la quinta entrega de la saga 'Fast & Furious' y otro en la descacharrante 'Serpientes en el avión', protagonizada por Samuel Jackson, que debía tener problemas de efectivo en aquella época.

Aprovechó también para echarse novios con fundamento, como Olivier Martínez (el Roger Vadim de la interpretación, más conocido por el tronío de las señoritas con las que se encama que por su talento como actor) o Adrien Brody (estupendo actor a una nariz pegado). Hasta que conoció a Thor, se casó con él, tuvieron tres churumbeles y todos empezamos a tener la sensación de que se había cansado de perseguir el estrellato, que había reconocido sus limitaciones y que la vida de ama de casa le gustaba mogollón. Y desde entonces nos tiene sin un mal 'Pataky' que llevarnos a la vista.