Ren Zhengfei, el señor Huawei

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Adrián Foncillas

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Padeció las hambrunas del Gran Salto Adelante y la represión durante la Revolución Cultural, el menosprecio en sus inicios empresariales y vio a su hija encarcelada en Canadá por orden de Washington cuando el año pasado volaron las primeras bofetadas de la guerra comercial. Las embestidas de Donald Trump, pues, son un asunto manejable: al fin y al cabo, se bate con un tipo que heredó su imperio y siempre comió caliente. "Nunca en mi vida he navegado sin turbulencias", aclaró recientemente. Es Ren Zhengfei, fundador y patriarca de Huawei. Su compañía, epítome del auge tecnológico chino, es la principal víctima colateral de estos tiempos convulsos.

"Nunca en mi vida he navegado sin turbulencias", ha declarado el empresario chino

No abundan los precedentes de una campaña de acoso similar: insidias, leyes 'ad hoc' y presiones a aliados para que sigan su boicot. Estados Unidos ha logrado, por lo menos, sacar de la sombra a quien sublimó durante décadas la discreción. Los chinos se acostumbran estos días a su voz con sus entrevistas encadenadas. 'Huawei no se dejará arrodillar por Estados Unidos', 'Trump infravalora nuestra fuerza'… sus mensajes tienen el brío de las arengas a la tropa antes del desembarco y las instrucciones para identificar al enemigo. Son los políticos y no los empresarios estadounidenses. Su familia, ha revelado, también utiliza los teléfonos y ordenadores Apple que él les compra porque "nadie puede pensar que el patriotismo consiste en comprar Huawei".

Empresario ejemplar

Las fuentes discrepan sobre quién es Ren. Para los chinos, un ejemplar empresario con tenacidad confuciana y el talento de los elegidos. Para la Casa Blanca, un espía a las órdenes de Pekín. Solo hay pruebas de lo primero. Su biografía es rutinaria: otro chino que triunfó tras caerse y levantarse mil veces. La literatura y el cine estadounidenses han sublimado al hombre hecho a sí mismo pero en ningún momento histórico abundó más que en la apertura económica china.

Ren nació en 1944 en la provincia rural de Guizhou. Fue el séptimo de siete hermanos de una familia que se alimentaba con dificultad. Se licenció en Ingeniería Civil y entró en el Ejército. Nunca alcanzó un rango elevado porque su padre había sido etiquetado de capitalista durante la Revolución Cultural, el peor insulto que se despachaba en la época, y solo tras muchos años consiguió que el partido le expidiera un carnet. En esos vínculos descansan las sospechas estadounidenses actuales.

Noches de frío

Ren se le encargó que pusiera en marcha una fábrica para dotar de uniformes nuevos a las tropas cubiertas con remiendos. Recuerda el hambre y las noches en precarias instalaciones con temperaturas heladoras pero también la posibilidad de leer en unos tiempos en que unas gafas descubrían al contrarrevolucionario.

Su familia usa ordenadores y móviles Apple que él les ha comprado. "El patriotismo no consiste en comprar Huawei"

Acabada su etapa castrense, probó en el sector petrolero sin suerte antes de caer en que China necesitaba urgentemente mejorar sus telecomunicaciones. Eligió Shenzhen, entonces una aldea de pescadores que, como Huawei, sintetiza el frenesí chino: hoy es una megaciudad futurista de 20 millones de habitantes que mira desacomplejada a la vecina Hong Kong. De cinco amigos consiguió los 5.000 dólares para fundar Huawei y empezó vendiendo en el interior los componentes que compraba en la excolonia.

Relevo tras el cáncer

Era un 'outsider' privado en un sector copado por las empresas estatales que trabajaba 16 horas diarias y sufrió depresión y ansiedad. Invertía sus magros ingresos en investigación para diferenciarse del resto, en unos tiempos donde el camino más corto hacia el éxito era la copia. Hoy Huawei es la segunda compañía en telefonía y saca varias cabezas a sus rivales en las redes 5G que cambiarán nuestras vidas, cuenta con 190.000 asalariados, está presente en 170 países y sigue aferrada a la vieja filosofía: destina al 45% de su masa laboral a la investigación y es la primera compañía del mundo en número de patentes.

Ren estableció en el 2011, tras ser diagnosticado de cáncer, un sistema rotatorio de cuatro presidentes para que todos estuvieran preparados para relevarle cuando fuera necesario. Hoy posee apenas el 1% de las acciones, pero es el que manda. Sus lemas adornan los comedores de la compañía y son recibidos por correo electrónico por toda la plantilla. De Huawei solo lamenta que le impidiera estrechar las relaciones con sus tres hijos. Y es que, entre la compañía y la familia, nunca ha dudado. En el 2013 envió un correo electrónico interno a sus empleados detallando los rasgos que requería su relevo: visión, carácter y conocimientos sólidos. "Nadie en mi familia posee esas cualidades", admite el empresario.