ENTREVISTA

Gonzalo Suárez: "La horterada y la vulgaridad son hoy valores universales"

El escritor y cineasta publica 'La musa intrusa', donde acompaña una recreación de la tragedia de Hamlet que escribió hace años con una selección de pasajes de su vida

zentauroepp48081252 madrid  08 05 2019  gonzalo su rez  director de cine  foto  190523165133

zentauroepp48081252 madrid 08 05 2019 gonzalo su rez director de cine foto 190523165133 / periodico

Juan Fernández

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No es Gonzalo Suárez especialmente amigo de las retrospecciones. Lo suyo es más fijar la mirada en lo que tiene delante que andar pendiente del espejo retrovisor. De hecho, a sus 84 años desprende en persona la curiosidad juvenil que vio en él Luis Buñuel cuando le conoció y le definió como «ese chico al que le brillan tanto los ojos». Pero esta vez, por insistencia del editor Claudio López Lamadrid, recientemente fallecido, el escritor y cineasta ha accedido a sentare a rememorar «a pesar del pudor de hablar de uno mismo». Lo hace en 'La musa intrusa' (Random House), su último libro, en el que acompaña una recreación de la tragedia de Hamlet que escribió hace años con una selección de pasajes de su vida, algunos impregnados de realismo mágico, que se leen como un relato de aventuras. Le siguen brillando los ojos al recordarlos.

¿Qué ha sentido al mirar atrás?

Es curioso, pero no he tenido la sensación de mirar atrás, porque los recuerdos te acompañan, no es necesario buscarlos. Sobre todo a partir de cierta edad. Coincido con Bergamín cuando decía que el niño que hemos sido nos persigue toda la vida y a la vejez nos alcanza. En mi caso, creo que ese niño no me ha soltado nunca de la mano. 

¿Cómo es ese niño?

Ingenuo, así es como me veo retrospectivamente. Me identifico con el protagonista de 'El idiota' de Dostoyesvski. Mi otra alternativa ontológica ha sido Hamlet. Siempre le he visto como mi 'alter ego'. 

¿A usted también le persigue la duda?

Con Hamlet se da la paradoja de que siempre se habla de su duda, pero en el trance de vengar el asesinato de su padre, que es su verdadero drama, yo no creo que predomine la duda. Decir eso de él es reducirle demasiado. Por otro lado, un hombre que no duda en dudar, ya no duda tanto, al menos sabe algo: que duda.

"La verdadera
aventura
consiste en ver
lo normal
como algo
extraordinario"

Fue ojeador de futbolistas para Helenio Herrera, a la sazón pareja de su madre, trató en la cercanía a figuras como Julio Cortázar, Max Aub, Sam Peckinpah y Claudio Rodríguez, fue actor antes que director, cronista deportivo antes que novelista. Le han pasado cosas extraordinarias. ¿Tiene la sensación de que su vida ha sido una aventura?

La verdadera aventura consiste en ver lo normal como algo extraordinario. Porque si se fija bien, todo es extraordinario. Me causa vértigo comprobar la naturalidad con que aceptamos que estamos vivos y algún día moriremos. Fíjese qué maravilla: descubrimos agujeros negros en distancias siderales pero continuamos tomándonos un vino en la barra de un bar como si no pasara nada.

¿Y qué es lo que pasa?

Pasa que esto que llamamos realidad no es como nos la cuentan. Al menos, a mí me resulta sospechosa. Tengo la sensación de estar descubriendo continuamente el vértigo del instante. Fíjese: estamos aquí y, conforme hablamos, nos convertimos en los fantasmas que éramos. Esta sensación se acentúa con la edad, ya lo irá comprobando.

¿Qué podemos hacer?

Nada. La gran lección del Fausto de Goethe la da cuando dice: «Tiempo, detente». Esa aspiración es la que le hace perder el alma. Cuando tratamos de detener el tiempo, por ejemplo haciendo películas, nos jugamos el alma con el diablo. Cuidado con esto. 

Rebobinemos en el tiempo y viajemos al origen. ¿Usted a qué venía? ¿Cuál era el plan de su vida?

Yo nunca he tenido un plan de vida, me he dedicado a navegar a la deriva. Lo único que he hecho constantemente ha sido escribir. Desde niño, por la influencia de mi padre. En aquellos años de posguerra, la ficción era la única alternativa posible a la sordidez que lo impregnaba todo. Escribir ha sido mi única herramienta, más que ser director, que jamás entró en mis planes. Nunca tuve la noción de querer ser algo de mayor. Ahora sí: de mayor quiero hacer cine. 

En su libro cuenta que se puso en manos de una bruja y tuvo experiencias con la ouija. ¿Le tira la parapsicología?

Soy el primer sorprendido de esas realidades. Asumo que lo de la ouija responde a una dinámica de grupo, pero la historia de la bruja es escalofriante. Se llamaba Pepita y vivía en el Paralelo. Tenía dotes, ahí no había trampa posible, porque me adivinó cosas de mi vida que era imposible que supiera. Le cogí mucho respeto. Tanto que no quise volver a verla.

¿Cree en otras vidas, en otros mundos?

Yo lo que creo es que esto que llamamos tiempo no es como pensamos, y que igual que recordamos y viajamos hacia atrás, hay gente que puede viajar hacia delante sin saber muy bien cómo lo percibe ni cómo lo encarna. Los científicos afirman que la mayor parte de la realidad no la vemos, y que esto no es una mesa sino una expresión de la materia. Yo prefiero seguir pensando que es una mesa para poder apoyar en ella un vaso de vino. Con eso me basta.

En 1958, usted y su mujer huyeron de París y se instalaron en Barcelona. ¿Qué encontraron aquí?

Una ciudad acogedora y europea 'avant la lettre'. No echamos de menos París. En Barcelona he vivido los años más importantes de mi vida. Aquí me hice periodista deportivo, escribí mis primeros libros y mis primeras películas, nacieron mis cuatro hijos… Nunca me he sentido rechazado en Barcelona, sino todo lo contrario. Lo digo por cuanto parece que ahora hay otros problemas. 

"No conozco 
ningún
nacionalismo 
que se
considere
inferior a 
los demás"

¿Qué opina de ellos?

Nunca me han gustado los grupos, prefiero los individuos. Del mismo modo, jamás me han gustado los nacionalismos, sean del tipo que sean. Cuando no tenía una patria concreta, el pensamiento judío sobrevoló el mundo entero y conquistó el siglo XX. Cuando el hombre se dedica a la defensa del territorio y pone fronteras, acaba perdiendo. No conozco ningún nacionalismo que se considere inferior a los demás, sino al contrario. Y esa superioridad, a veces, lleva al desprecio del otro y a la violencia.

A lo largo de su vida se ha manifestado públicamente de izquierdas. ¿Es eso que llaman un 'progre'?

No, en la medida en que nunca me he sentido cómodo formando parte de grupos o siguiendo las modas. Siempre he votado socialista y no me ha importado decirlo, pero no excluyo a los que piensan diferente.

Escuche esta declaración de Iván Espinosa de los Monteros, diputado de Vox: «Me cuesta creer que el cine sea cultura. La cultura es el ballet, la zarzuela, la ópera. El cine ha sido el gran mimado de los 'progres', y eso se va a acabar». ¿Qué opina?

Que voy a apresurarme en hacer otra película antes de que sea demasiado tarde y estos no me dejen. La extrema derecha ha existido en España desde los tiempos de Franco, pero estaba en el PP. Que no tuviera un perfil propio era una rareza nuestra, pero se ha terminado. Es una señal más de los tiempos que vivimos. 

¿Le preocupa?

Sí, creo que hay que tomárselo en serio. Lo que más me preocupa es comprobar que la gente sea tan manipulable. Por eso me dan tanto miedo los grupos. Hasta en el fútbol. En el boxeo existe la técnica de la esquiva, consistente en manejar la distancia y rotar hacia el lado opuesto al puño del contrario. Y luego está el arte, que no es democrático, pero ante ciertas situaciones funciona como un Alka Seltzer tras una borrachera. 

¿El arte no es democrático?

No, rara vez los éxitos de público coinciden con las grandes obras. Especialmente ahora, que vivimos bajo el imperio de lo comercial. Hoy, la horterada y la vulgaridad se han convertido en valores universales, todo ocurre rápido y a la vez, en una explosión inabarcable. Antes existía la esperanza de sobrevivir a través de tu obra. Ahora, ni eso. Ya no existe la posteridad.

Cuenta en el libro que un día le dijo a su nieto que el valiente es el que siente miedo. ¿Usted cómo anda de valor?

El que dice que es valiente porque no siente miedo es un inconsciente. El verdadero valor consiste en pasar miedo y vencerlo. Yo tengo miedos y me considero valiente, pero solo a ratos. Es un miedo difuso, indefinido. A que le pase algo malo a mis seres queridos, o a las noticias que oyes de gente que lo está pasando realmente mal y que te genera un peligroso sentimiento de culpabilidad porque crees que no tienes derecho a quejarte. No es un sentimiento saludable. Para sobrevivir hay que ser egoísta.

¿Y la muerte?

No me preocupa especialmente. Me da más miedo perder la salud que la vida. 

Datos biográficos

Hijo de un profesor represaliado por el franquismo, cuando tenía tres años su familia se mudó de Asturias a Madrid, donde creció y estudió Filosofía y Letras. Atraído por el teatro, inició una corta carrera de actor que abandonó para irse a París, donde conoció a Hélène, su mujer, con la que se fugó a Barcelona en 1958. 

TEMAS