RECORRIDO ICONOGRÁFICO

Arte a prueba de racismo

Una exposición en París revisa la representación artística de los modelos negros a lo largo de la historia colonial de Francia y sus condiciones de vida durante la época que retratan

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Eva Cantón

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Pese a estar muy presentes en las bellas artes francesas, los personajes negros han sido invisibles durante mucho tiempo. Ocultos bajo un racismo silenciado, nadie hablaba de ellos. <strong>El Museo de Orsay</strong> les rescata del olvido en 'Le modèle noir, de Géricault à Matisse' ('El modelo negro. De Géricault a Matisse'), una exposición inédita que rescata del anonimato a muchos de los que posaron para los grandes pintores. 

Es la primera vez que un gran museo francés ofrece una propuesta en la que modelos e historia colonial están íntimamente entrelazados, siguiendo la línea de otras muestras similares que se han visto en Estados Unidos, Londres o Ámsterdam. 

Organizada en colaboración con la <strong>Wallach Art Gallery de Nueva York</strong>,  las más de 300 obras expuestas –pinturas, fotografías, esculturas y documentos– repasan casi dos siglos de luchas, tensiones y debates. 

Identidad negra

Desde la época abolicionista (1794-1848) hasta las primeras vanguardias del siglo XX, el recorrido iconográfico permite seguir la lenta afirmación de la identidad negra y la relación entre artistas y modelos, antillanos y africanos, que contribuyeron activamente a animar la vida artística parisina.

«Una de las características de la exposición es que presenta una imagen más matizada, menos racista y caricaturesca, de la que proyectaba la prensa popular y la publicidad de finales del XIX y principios del XX. Se subraya la dignidad de la persona representada, a pesar de que a veces aparezcan estereotipadas e impregnadas de consideraciones raciales», comenta a EL PERIÓDICO DE CATALUNYA el historiador Pap Ndiaye, miembro del comité científico de la exposición. 

La dignidad de la que habla Ndiaye es patente en el magnífico 'Retrato de Madeleine', de <strong>la pintora Marie-Guillemine Benoist,</strong> que se presentó en el Salón de 1800 con el título 'Retrato de negra' y que aquí recupera su nombre tras una investigación «casi policial» para averiguar su identidad. 

La ‘sirvienta’ de ‘Olympia’

Otro olvido emblemático es el de Laure, la sirvienta negra de 'Olympia' (foto que encabeza el artículo) a la que <strong>Édouard Manet</strong> conocía bien. En el carnet de notas del pintor hay muchas referencias a la joven que le sirvió de modelo y que recomendaba a sus amigos pintores, incorporándola así al pequeño círculo parisino de artistas.

«A pesar de estar ante nuestros ojos, es prácticamente inexistente en los libros dedicados al cuadro de Manet, que hablan más del gato negro que de ella», recuerda Isolde Pludermarcher, una de las comisarias. Tampoco los especialistas de <strong>Henri</strong> <strong>Matisse,</strong> amante del jazz y fascinado por el mundo criollo, como demostró en las ilustraciones de 'Las flores del mal' de Baudelaire, destacan la presencia de mujeres mestizas en sus retratos de los años 1940. 

«Las mujeres son mayoritarias en la exposición. Hay sin duda una particularidad ligada al género porque algunas representaciones se basan en criterios erotizantes. Son vistas como ‘princesas exóticas’ como se les llamaba a principios del XX», subraya Ndiaye.

Cuadro abolicionista

En la exhibición surge una parte de la historia del arte que no estaba disimulada pero era invisible porque no quería verse. «Se le dice al visitante que mire de otra manera», señala Cécile Debray, otra de las comisarias. Así, 'La balsa de la Medusa' de <strong>Théodore Géricault</strong> puede leerse como un cuadro abolicionista, porque el pintor sitúa en la cúspide a un hombre negro, de espaldas, encaramado a un tonel y agitando un pañuelo. Es Joseph, un acróbata que se convirtió en el único modelo negro profesional de la época. 

Su caso es excepcional. La obra le dio notoriedad y sus rasgos se encuentran en numerosas obras del romanticismo parisino. El físico atlético de Joseph le acerca a los iconos de la Antigüedad clásica, alejando la imagen estandarizada del hombre negro. Fue también uno de los tres únicos modelos masculinos de la Escuela de Bellas Artes.

La musa de Man Ray

Un artista que contribuyó al proceso de canonización de la belleza negra durante las vanguardias de principios del siglo XX fue <strong>el fotógrafo Man Ray. </strong>En la exposición del Orsay su obra está ligada a la de Adrienne Fidelin, bailarina originaria de Guadalupe a la que fotografió, pintó como una reina africana y luego olvidó. Primera modelo negra que apareció en una revista de moda norteamericana, de la musa del surrealismo fallecida en el 2004 que fue también modelo de Picasso no había ninguna huella.

Apenas aparece en la autobiografía de Man Ray. También para él posó Aïcha Goblet, la actriz belga que creció en un circo, se convirtió en una figura de Montparnasse y aparece en un retrato firmado por Félix Valloton en 1922, o la cantante y guitarrista cubana María Martínez, apodada 'La antillana', que figura en la obra del fotógrafo Nadar.

«Hay un factor
de género.
Algunas mujeres
son vistas como
‘princesas
exóticas’», dice
el historiador
Pap Ndiaye

El recorrido llega hasta Joséphine Bakerestrella del music-hall, cantante y bailarina norteamericana que impuso su estilo en Broadway y que, desde su llegada a París, en 1925, jugó con los estereotipos asociados al cuerpo de la mujer negra. 

Su vida está marcada por el compromiso, primero en la Resistencia, participando en el contraespionaje, y luego en Estados Unidos, desfilando en defensa de los derechos civiles junto a Martin Luther King quien en 1964, durante la inauguración de la exposición 'The portrayal of the Negro in American Painting' dijo que «el arte debe descubrir y revelar la belleza que los prejuicios y la caricatura han tapado».

«La representación racista del negro salvaje se borra cuando los pintores usan modelos. La relación que establecen con ellos permite comprender mejor las obras. En el cara a cara, los modelos no son pasivos, participan en la construcción de la obra», abunda Ndiaye. 

El equipo de comisarios insiste en que la muestra no habla de la representación de los negros percibidos como grupo social, sino que pone el acento en el modelo como sujeto observado y representado por el artista, como individuo portador de valores.

Contra la xenofobia

Una idea que subraya el historiador cuando sostiene que «ser negro no es una cualidad biológica sino una relación social». «Se es negro en la mirada de la sociedad blanca. Lo que nos interesaba era ver cómo lo representaban los artistas», agrega. 

El éxito de la exposición, que podrá verse hasta el próximo 21 de julio, no se mide solo por el número de visitantes sino por el tipo público, más racializado que de costumbre. «Normalmente no hay tanto público negro viendo las exposiciones. Eso es importante, sobre todo en este momento en el que la sociedad francesa está tan dividida. La exposición dice algo que va en contra de las declaraciones xenófobas que observamos en la vida política», concluye el experto.