Ocasio-Cortez, de cerca, por Ada Colau

La alcaldesa de Barcelona la conoció en Nueva York el pasado julio

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Ada Colau

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Tuve la oportunidad de conocer Alexandria Ocasio-Cortez en julio del 2018 a raíz de mi visita a Naciones Unidas. Me encontraba en Nueva York para pedir que las ciudades tuviéramos más competencias para hacer frente a la especulación inmobiliaria y presentar el manifiesto Cities for Housing (Ciudades por una vivienda adecuada). Nueva York siempre ha sido una ciudad de contrastes, donde junto a los grandes iconos del capitalismo global, como Wall Street o la Torre Trump, late una urbe creativa, progresista, orgullosa de su diversidad y con un alcalde que se preocupa por el bienestar de los sus ciudadanos frente a los especuladores.

Hasta ese momento, mi conocimiento sobre Ocasio se limitaba a las noticias de los medios: una mujer joven de origen hispano que había ganado por sorpresa las primarias demócratas en Nueva York, imponiéndose al aparato de su partido, y que lo había hecho con unas formas de comunicar innovadoras que rompían viejos tópicos y estereotipos. Un discurso que me recordaba a la ola de energía que hizo posible el triunfo de las candidaturas del cambio en diferentes ayuntamientos en Catalunya y en España en las municipales de 2015.

Quizá fue por estas similitudes que Ammy Goodman, la presentadora de Democracy Now, un programa de televisión que recoge el mejor espíritu progresista de Estados Unidos, nos contactó para que participáramos en una charla sobre activismo y política en la NY University. Allí tuve la ocasión de saber que no solo teníamos una misma forma de pensar, sino que sobre todo compartíamos una misma experiencia vital: la de ser mujeres jóvenes de origen humilde que irrumpen con una agenda de cambio en un mundo dominado por hombres adultos y blancos, un mundo donde la política y los negocios han formado parte de la misma partida durante demasiado tiempo.

Ocasio y Trump representan los signos de los tiempos, pero en sentido opuesto. Mientras Trump personifica los peores valores de la política occidental (el machismo, el racismo, el militarismo y la mentira permanente), resumidos en el miedo del hombre blanco a perder sus privilegios, Ocasio es el ejemplo de una nueva generación de activistas que irrumpe en una política fuertemente masculinizada para luchar por todo lo que vale la pena luchar: la feminización de la política, la regeneración democrática, los derechos de las minorías, la recuperación de la agenda social y la justicia climática en forma de un nuevo Green New Deal

Cuando hablamos de feminizar la política, no se trata solo de que más mujeres lleguen a cargos de poder, se trata de construir una democracia más inclusiva y radical, donde las minorías no sean minorizadas y donde todos tengan garantizados sus derechos. Hoy, sabemos que a la extrema derecha no se la derrota con un discurso 'pro-establishment', sino con aquel que ponga a las personas en el centro de los políticas; sabemos que las 'fake news' no se derrotan haciendo más ruido que el adversario, sino apostando por una nueva forma de comunicar que potencie la empatía, la proximidad y la horizontalidad. Que los discursos de odio no se vencen apelan do al miedo, sino al amor y la fraternidad. Esto es lo que para mí representa Ocasio, eso es lo que para mí representa la política declinada en femenino.