Jho Low o cómo pulirse una fortuna (robada) en Hollywood

El empresario malasio desfalcó miles de millones en una trama que ha salpicado al exprimer ministro del país, que ahora se sienta en el banquillo

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zentauroepp47615975 mas periodico jho low angel ball 2014 at cipriani wall stre190405183709 / ROB RICH WENN

Adrián Foncillas

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Sentaron las crónicas rosas que no se había visto en Las Vegas una fiesta como aquella del  2012 en décadas. En limusinas llegaron banqueros de Wall Street, príncipes de Oriente Próximo y el catálogo de celebridades: Leonardo DiCaprio, Robert de Niro, Bradley Cooper, Kanye West, Kim Kardashian, Michael Phelps… Del pastel gigante emergió Britney Spears para cantarle el cumpleaños a un asiático treintañero regordete.

Los superlativos abundan cuando está Jho Low de por medio: la fiesta más lujosa de Los Ángeles, de Nueva York, de Saint Tropez…  En el 2013 fletó un 'Boeing 747' y llevó a una cuarentena de amigos y modelos a Australia para una semana de desenfreno. Pocos minutos después de la medianoche de Año Nuevo los embarcó en dirección a Las Vegas para celebrarlo por segunda vez. No hay manos más generosas que las que dilapidan dinero ajeno.

Fletó un 'boeing'
para celebrar con amigos y modelos la Nochevieja del 2013 en Australia y luego en Las Vegas

El Gran Gatsby malasio fue un advenedizo entre millonarios. Su padre, propietario de una fábrica de ropa de turbia reputación, había ahorrado lo suficiente para enviarle al prestigioso colegio Harrow de Londres junto a los herederos de las mayores fortunas del mundo.

Un episodio juvenil define a Jho: decoró con las fotos de su familia el yate que había pedido prestado para que sus compañeros invitados a Malasia pensaran que era suyo. Y la amistad con Riza Aziz cambió su vida: es el hijastro de Najib Razak, el que sería después primer ministro de Malasia. Razak le encomendaría en el 2009 la gestión del fondo nacional 1MDB que debía convertir Kuala Lumpur en un hub financiero asiático y estimular la economía malasia. Los millones acabaron desperdigados en unos cuantos bolsillos y el país asiático se esfuerza en recuperar las migajas.

1,8 millones en 10 minutos

Es poco arriesgado asegurar que de ese fondo salieron el superyate de 225 millones de euros, el jet privado de 30 millones, su apartamento de lujo en Nueva York con vistas a Central Park, las obras de Basquiat, Monet, Picasso y Van Gogh, los 1,8 millones de euros que perdió en 10 minutos en un casino, la financiación de la oscarizada 'El lobo de Wall Street' a través de su compañía Jynwel Capital o las decenas de regalos que apuntalaron su amistad con las celebridades. El Departamento de Justicia estadounidense calcula que desfalcó 4.000 millones de euros entre el 2009 y el 2015 a través de un ovillo de sociedades fantasmas. Sus negocios alcanzaron al sello musical EMI, hoteles en Beverly Hills, petroleras saudíes y mansiones en Nueva York, por hacer la lista corta.

Decían de Jho que era un tipo afable y detallista, con una seguridad sobrenatural en sí mismo. Pronto comprendió que los millonarios compartían la fascinación por las estrellas de Hollywood y se lanzó a un cortejo desenfrenado: igual departía con DiCaprio que compartía yate con Paris Hilton durante una semana en el Mediterráneo. Todos los que corrían a sus fiestas reniegan hoy de él. De Niro mandó a freír espárragos a un periodista que le preguntó por Jho. El caso subraya una verdad incómoda en Hollywood: también las estrellas se venden, solo necesitan un precio más alto.  

Ni música ni champán

Las primeras investigaciones en 2015 precipitaron su huida. Ya no suena la música ni corre el champán. Indonesia confiscó su yate y esta semana lo ha malvendido. Singapur recuperó su avión privado. Sus viejos amigos se apresuran a devolver los regalos. Dicaprio ha entregado el picasso de 2,7 millones de euros, el basquiat de ocho millones y el Óscar que había ganado Marlon Brando. La modelo australiana Miranda Kerr ha renunciado a las joyas valoradas en siete millones de euros que recibió durante su breve noviazgo. No se pudo hacer nada por las 23 botellas de champán Cristal que envió a la mesa del club de Manhattan donde Lindsay Lohan celebraba su cumpleaños. La productora de 'El lobo de Wall Street' ha pagado a los federales 54 millones de euros de sus beneficios.

Jho es hoy una celebridad pop en su país al que se le caricaturiza como Papá Noel. Son famosas unos bolsos con su cara mofletuda y la leyenda 'Gastando como si lo hubiera robado'. Ha sisado a manos llenas, sí, pero también ha frecuentado amistades con las que los malasios solo pueden soñar.

Exprimer ministro, al juicio

El fondo 1MDB es el latrocinio del siglo. Esta semana se ha sentado en el banquillo el exprimer ministro Najib Razak, y lo hará en breve su esposa, Rosmah Mansor. Ambos se enfrentan a un panorama judicial desolador. La fiscalía sostiene que casi 625 millones de euros del fondo fueron desviados a sus cuentas bancarias.

Su condena, que se da por descontada, culminará un proceso que empezó cuando el fondo dejó de pagar a bancos en el 2015. Estados Unidos investigó el lavado de dinero de una trama con ramificaciones por todo el mundo y Najib, acorralado por las denuncias, organizó un juicio afeitado cuando aún ocupaba el poder que le absolvió. Su fortuna, alegó, provenía de una donación de un príncipe saudí que no identificó.

Perseguido por la justicia malasia y la de otros cinco países, podría estar escondido en Macao
Hong Kong

Su derrota en las elecciones del pasado año y su relevo por Mahathir Mohamad selló su suerte. El admirable nonagenario, que ya había sido primer ministro en los años 80, se ha empeñado en castigar un desfalco histórico.

Será difícil que el matrimonio justifique esos 245 millones de euros hallados en su mansión entre dinero y bienes con un sueldo oficial de 64.000 euros. Se intuía el acaparamiento, pero sorprendió su magnitud. Fueron necesarios tres días, seis máquinas y 22 funcionarios para contar el dinero en metálico. A su esposa le fueron requisadas 12.000 piezas de joyería. Sus 567 bolsos han relevado a los zapatos de Imelda Marcos como símbolo de la corrupción en Asia y en el país aún se recuerda la caravana de camiones que fue necesaria para vaciar sus mansiones.

Jho sigue buscado por la justicia malasia y de otros cinco países que investigan el lavado de dinero. Varias informaciones lo sitúan en la costa oriental china, probablemente Macao o Hong Kong. Hoy sigue empeñado en limpiar su nombre. Repite que aquella orgía despilfarradora salió de su bolsillo, intenta detener la publicación de libros sobre su caso y ha ofrecido su ayuda a Malasia para encontrar su dinero extraviado aunque rehúsa personarse ante la justicia porque, dice, no tendría un proceso justo. Desde su web se define como un "inversor, empresario y filántropo global2 y vaticina que el mundo le reivindicará en cuanto presente las evidencias relevantes.

La fiesta ha terminado.