Lindy West, la gordura como oportunidad

Esta periodista feminista sin complejos ha visto su vida convertida en una aplaudida comedia de Hulu

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Juan Manuel Freire

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Lindy West (Seattle, 1982) sabe que es gorda y se define a sí misma con ese adjetivo, en lugar de buscar eufemismos de esos con capas de conmiseración y falso decoro. Quiso perder peso a través de las dietas, pero el precio a pagar era demasiado alto. "El nivel de restricción que debía imponerme, según los profesionales, para 'arreglar' mi cuerpo descartaba cualquier asomo de vida humana gozosa y gratificante", contaba en 'Shrill: Notes from a loud woman', su libro de memorias/recopilatorio de artículos del 2016.

Como deberíamos hacer todos, West convirtió su problema (relativo: sus análisis de sangre salen perfectos) en oportunidad. Desde hace una década ha escrito como pocos y pocas sobre la aceptación de la gordura, siempre usando el humor como recurso terapéutico y didáctico.

También experta en feminismo y cultura pop, West se dio a conocer a principios de década como editora de cine del semanario alternativo 'The Stranger', con sede en Seattle. Su reseña de la infame 'Sexo en Nueva York 2', titulada <strong>'Burkas y bikinis'</strong>, la catapultó al estrellato de la noche a la mañana. La película, escribió West, "toma todo lo que tengo en estima como mujer y ser humano –trabajar duro, contribuir a la sociedad, no ser una gilipollas engreída como si me fuera la vida en ello– y lo viola hasta la muerte con un zapato de tacón que cuesta más que mi coche".

Así de cafre era West. Con el tiempo, se arrepintió de haber usado el verbo 'violar' en aquella crítica salvaje y entonó un mea culpa memorable en la web feminista Jezebel: la famosa entrada 'How to make a rape joke'. Según ha dicho, si ahora escribiera esa reseña usaría el verbo 'aporrear', que de hecho, queda más gracioso. 

Mi vida en serie

La forma de hacer humor de West ha cambiado con los años, ganando en empatía, reflexividad y sofisticación. Por eso la serie basada en 'Shrill', cocreada por ella misma con la también prota Aidy Bryant ('Saturday night live') y <strong>Ali Rushfield</strong>, no es una sucesión de gags cafres sino una comedia melancólica que se desliza hacia el drama a la menor oportunidad. 

Ella asegura que la serie es ficción, pero los parecidos son razonables. La heroína, Annie, trabaja en un semanario alternativo (de Portland). Y tiene un rifirrafe con su jefe, Gabe (John Cameron Mitchell), parecido al que tuvo West hace unos años con el director editorial de 'The Stranger', Dan Savage. West escribió un ensayo ('Hello, I'm fat') en el que daba la cara como gorda y criticaba cómo había escrito Savage sobre la gente como ella; el atacado contestó con otro ensayo, 'Hello, I'm not the enemy'. Enseguida se arregló todo, no como en la serie.

'Shrill' tampoco esquiva la pugna entre West y el troll que se hacía pasar por su difunto padre, el músico Paul West, en una cuenta paródica en Twitter. En este caso, la fantasiosa ficción no supera a la memorable realidad: la escritora logró convencer al arrepentido malhechor para conversar sobre 'cyberbullying' en un episodio del programa de la NPR 'This American life'.