Eduardo Casanova, un icono 'genderless'

El actor acudió a la 'premier' de Almodóvar con un dos piezas de Palomo Spain

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Juan Fernández

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A menudo, en las presentaciones de alta costura se ven desfilar diseños chocantes, fruto de la creatividad desbordante de sus autores, que dejan a su paso una estela de bocas abiertas y una pregunta callada flotando en el aire: "¿Y eso quién se lo pone?". Eduardo Casanova (Madrid, 1991) ha venido al mundo para responder a ese interrogante (entre otras trascendentales misiones encomendadas). 

Al actor, guionista y director se le suele ver en saraos y 'photocalles' ataviado con ese tipo de prendas que exigen tener una personalidad muy fuerte, o muy poco que perder, para vestirlas. Su 'look' 'apartaos-que-aquí-estoy-yo' más reciente ha sido el traje safari de bolsillos gigantes y pantalones de campana diseñado por <strong>Palomo Spain</strong> con el que se presentó la semana pasada en el estreno de <strong>'Dolor y gloria'</strong>, la nueva película de Pedro Almodóvar, donde fue la comidilla, pero en el pasado ya se dejó fotografiar vestido de torero azul eléctrico con botines de charol, embutido en un traje nacarado inspirado en el siglo de las luces y a bordo de unos tacones de palmo.

No hay propuesta ni accesorio que le espanten por atrevidos, si bien se ha cansado de repetir que lo suyo no es epatar por epatar, sino que mantiene con el envoltorio un compromiso moral dotado de mensaje. En la última alfombra roja de los premios Goya ya tuvo que cortar a una reportera de la tele que insistía en invitarle a definir su 'look': "La moda es un arte y el arte nunca debe ser explicado, así que no te voy a explicar nada más".

Cómodo en los márgenes

Uno de esos mensajes tiene que ver con su demostrado interés por todo lo que ocurre en los márgenes de la normalidad, palabra de la que abomina. Desde que trascendió que él era algo más que el alocado intérprete que daba vida a Fidel, el púber gay de la serie 'Aída' (2005-2014), Casanova no ha parado de reivindicarse como un investigador de los pliegues de la condición humana y un apóstol de los diferentes.

Pero no lo hizo poniendo poses ni prestando su cuerpo para contar historias ajenas, sino labrando su propio discurso con cortometrajes incómodos como 'Ansiedad' –relato de la relación de una diva con fobia social y un mitómano obsesivo–, o 'Eat my shit' –historia de una mujer que nació con un ano en la boca– y, sobre todo, con su película 'Pieles', en la que indaga en el interior de un grupo de personas que tienen el exterior deforme.

Para alguien que no suele dar puntadas sin hilo, salir de casa vestido con falda, como a menudo ha hecho para ponerse delante de los flases, no es una decisión estética sino una declaración de principios que ha acabado convirtiéndole en un icono 'genderless'. No en vano, suele repetir que él no cree en los géneros y que su trabajo no se compadece con las etiquetas que impone el canon establecido. 

Estos días, Casanova escribe el guion de 'La Piedad', que será su próximo largometraje, y prepara el lanzamiento de su primer libro, en el que retrata a personajes que nunca saldrían en la portada de una revista de tendencias. Su título revela la que hoy sigue siendo una de sus obsesiones favoritas: 'Márgenes'. Acostumbrado a ocupar el centro de la pista, él solo tiene ojos para lo que ocurre en los rincones.