La industria de las misses aguanta el tipo en Venezuela

La industria de las reinas de la belleza sortea la crisis del país, a pesar de que las escuelas de modelos cuestan seis veces el salario mínimo

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Abel Gilbert

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Los sueños se cumplen», reza un cartel en la Lucchis Model International Agency. Todo un símbolo de distinción en una de las zonas más pudientes de Caracas. «Soñar», en la clave de Lucchi’s Model o cualquier agencia parecida de la ciudad, tiene que ver con convertirse en una reina de belleza o alcanzar su arquetipo inconfundible. Ser linda es un imperativo. Una obligación. Esa es la dictadura disimulada que rige las aspiraciones de muchas mujeres, incluso en medio de una crisis económica histórica.

Esto, dicen, va más allá de estar a favor o en contra de Nicolás Maduro. La organización Miss Venezuela, conducida hasta el 2018 por el empresario de origen cubano Osmel Sousa Mansilla, diseñó un espejo frente al cual se han querido mirar multitudes. «Lucir perfecta» es una llamada permanente a la intervención. Rostros, narices, senos y si es necesario las nalgas. Todo es perfectible, incluso en una ciudad donde puede faltar el agua o la luz en los quirófanos. 

"Formamos damas"

Lucchis Model se encuentra sobre la avenida Principal de la Castellana, cerca del Country Club. Las esquirlas de la debacle económica llegan ahí en dosis menores. Pero no dejan de inquietar. La vieja casona incluye una pasarela por donde desfilan venezolanas desde los 4 a los 19 años. En sus aulas aprenden etiqueta, protocolo, dicción, oratoria y cultura general«Formamos damas», explica la coordinadora, Evangelina Rodríguez. 

Las academias enseñan etiqueta, protocolo, dicción y cultura general a alumnas a partir de 4 años

Pero muchas madres quieren más y por eso pagan 30 dólares mensuales en un país donde el salario mínimo es seis veces menor. El horizonte en mente es un cetro, una corona, una banda y un ramo de flores. No en vano, Diana Croce, Miss Venezuela Mundo 2016, ha sido una de las alumnas «modélicas» de esta escuela de sirenas. Entró a los 14 años y salió por la puerta grande. Su ejemplo es evocado a las aspirantes. 

«Este es un país de mujeres muy hermosas. Si no es miss trabajará en los medios», dice Rodríguez. Venezuela exhibe sus victorias en Miss Universo y Miss Mundo como si fueran condecoraciones mayores. Sus representantes han ganado 14 ediciones. El número da cuenta de la importancia nacional. En un país donde el béisbol gusta más que el fútbol, la elección de la más hermosa parece imponerse como deporte superior.

Mercado negro de cosméticos

La ceremonia de Miss Venezuela llegó a costar millones de dólares. Sobre el escenario se levantaba una ambición compartida: la de ser potencia en cuestiones de belleza. Más que un blasón, la ganadora era a la vez la representante más estilizada de un mundo de abundancia y despreocupación del que quedan apenas vestigios. 

No hay tantas posibles aspirantes a miss como antes. «La crisis nos afecta, claro. Y es penoso: a una mujer no le gusta verse fea. Siempre busca mejorar», dicen en Lucchi. Antes, inclusive durante toda la era Chávez, las cosas eran distintas. «Venían incluso de la clase media baja. Ya no». 

"Antes venían incluso las muchachas de la clase media baja; ya no", explica la coordinadora de una escuela de modelos

El interés o la compulsión por embellecerse cuesta en la Venezuela hiperinflacionaria mucho dinero y tiempo. Una economía de escasez no puede si no crear su mercado paralelo de cremas faciales y para el cuerpo, fragancias, lápiz labial, sombras, champús. «Todo es más difícil. Y pensar que este era el país que más cosméticos consumía. A la peluquería se iba todas las semanas. Si hasta el hombre se perfumaba obsesivamente», se lamenta la coordinadora de Lucchis Model, pero no se quiere mostrar apesadumbrada. Una adolescente acaba de llegar a su curso y no son horas de melancolía.

Gimnasios que cuestan 4 veces el salario mínimo

«Un certamen de Miss Venezuela era como un Barcelona-Real Madrid», exagera quizá una joven que acaba de salir del gimnasio Bp Gym, en Altamira, otro de los barrios acomodados de Caracas. Paga 20 dólares (cuatro salarios mínimos) por esculpir su cuerpo a tono con lo que esperan que sea. Si mira hacia atrás, se ve en el gimnasio rodeada de chicas como ella, alternándose frente al espejo para constatar el resultado del esfuerzo. «La asistencia ha disminuido, y eso que no es de los más costosos».

A pesar de las crisis, Venezuela es uno de los 20 países con mayor cantidad de cirugías estéticas del mundo

Fabiola es cirujana. Se dedica especialmente a eliminar de los rostros toda marca del tiempo o desarreglo. La belleza, dice, es una obsesión entre los 19 y 45 años. Ellas ahorraban o se endeudaban. Lo hacían por decisión o mandato masculino. Venezuela era uno de los grandes mercados de las prótesis: a pesar de las circunstancias apremiantes se encuentra todavía entre los 20 países con mayor cantidad de cirugías estéticas en el mundo.

La mitad de intervenciones estéticas

En el 2014, año en el que Maduro inició su primer mandato, llegó a ocupar el octavo puesto, con 291.388 intervenciones en general, y el quinto en operaciones en los pechos (84.886 casos). Los quirófanos no daban a basto. Fabiola cuenta que para mejorar los bustos se necesitan 2.000 dólares, una meta irrealizable. «Bajó muchísimo la actividad. Antes había colas: seis mujeres por día en un quirófano. ¿Quién puede gastarlos en estos momentos?». Calcula la caída del servicio en un 50%. 

El doctor Ramón Marín es una de las celebridades del quirófano. «Gracias por haberme cambiado la vida y haberme devuelto la sonrisa después de todo lo que pasé. Hoy me siento feliz con mi cuerpo. Sin duda es el mejor, eternamente agradecida», le dice una de sus pacientes en su portal, mientras se cubre su torso intervenido. Las ofertas de Lambe Implants, Sapiens Médica, Donna’s implants y la Corporación Dermoestética también presentan testimonios de un renacimiento corporal. A pesar de los anuncios que prometen prodigios, entrar a una la sala de operaciones se ha vuelto imposible para las venezolanas, aunque resulta muy tentador para las extranjeras. La Sociedad Venezolana de Cirugía Plástica calcula que hay registrados unos 1.000 cirujanos en el país. Sin embargo, muchos de ellos se fueron a buscar un destino mejor.

Las misses: un filón político

Si al entrar en una academia como Lucchis o su competidora, la Agencia de Modelaje Belankazar, está latente la promesa de convertirse en una miss o una princesa, serlo significa mucho más que la realización de un anhelo personal. Las misses son figuras importantes y por eso se las ha disputado el chavismo y la oposición. Ivian Sarcos fue recibida por el «comandante eterno» a fines de diciembre del 2011 cuando se consagró Miss Mundo. «Yo agradezco mucho su visita. Reina de reinas, bella entre bellas. Nos sentimos representados por ella en el país», dijo el presidente, por entonces también sometido a constantes intervenciones, pero de quimoterapia. Las reinas también devienen objeto de deseo. La exmiss Universo Alicia Machado ha denunciado que Hugo Chávez Jr. la acosaba constantemente y esa es una de las razones por las que abandonó el país. «Todo el tiempo me llamaba e invitaba».

Los gimnasios de los barrios altos de Caracas cuestan cuatro veces el salario mínimo

Machado es en la actualidad una activa simpatizante de Juan Guaidó, el joven parlamentario a quien Estados Unidos  y otros 50 países reconocieron como presidente «encargado».  Ella, al igual que Dayana Mendoza, Miss Universo 2008, y Stefanía Fernández, Miss Universo 2009, están convencidas de que el tiempo del madurismo se terminará más temprano que tarde. «Nadie dijo que esto iba a hacer fácil. El camino será difícil, pero no podemos sentirnos desmoralizados», dijo Mendoza desde Miami. Venezuela, creen, volverá a ser una imagen de ellas mismas.