DE LA CALLE AL CINE

Monopatines contra la tristeza

Se estrena aquí 'Tablas rotas. Minding the gap', documental nominado al Oscar sobre patinaje, masculinidad y el paso de tres amigos a la vida adulta

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Juan Manuel Freire

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El año 2018 volvió a ser, en cuestión de documentales, otro año para enmarcar. Muchos títulos llevaron al público (al menos en EEUU) a las salas de cine y otros, cortos, largos o en serie, se han convertido en grandes éxitos para 'streamers'. En pocos géneros esta resonancia parece más justa; mucho se han discutido los méritos de 'Green book' o 'Bohemian rhapsody', pero nadie objetó gran cosa a ninguna de las películas nominadas al Oscar al mejor documental.

Entre ellas estaba 'Tablas rotas. Minding the gap', el debut en el largo de Bing Liu (en el centro, en la foto que encabeza este artículo), por fin en nuestras pantallas la semana próxima. Se podrá ver en salas, pero muy brevemente, gracias al festival Americana: el viernes, día 8, a las 22.00 h. en Cinemes Girona Sala 2 y el domingo, día 10, a las 16.15 h. en el Zumzeig. Quienes vivan fuera de Barcelona, o tengan otros planes (pocos serán mejores), podrán recurrir a Movistar+, que lo estrena en CineDoc&Roll y ofrece bajo demanda desde el mismo viernes, día 8.

Aviso para propensos al mareo: 'Tablas rotas. Minding the gap' es, en parte, una película sobre el gozo y la liberación del 'skating' (un poco el reverso masculino de la reciente 'Skate kitchen'), y contiene múltiples escenas sobre monopatines que pueden desestabilizar. Se recomienda coger distancia de la pantalla.

Sea como sea, la ópera prima de Bing Liu explora sobre todo qué puede conducir a alguien a querer patinar, a usarlo como escapada. Uno de sus protagonistas, Keire Johnson (en la foto, a la izquierda), ha grabado en una de sus tablas el lema 'este aparato cura la tristeza', en cierta alusión al 'esta máquina mata fascistas' de la guitarra de Woody Guthrie. Lo que parece un viaje más o menos gozoso se convierte pronto en algo más inesperado; una exploración del carácter nocivo de cierta idea de masculinidad y de la dificultad para convertirse en un hombre decente cuando nunca has tenido cerca puntos de referencia.

Vitalidad interrumpida

Antes que prometedor cineasta, Bing Liu fue 'skater'. Con 14 años se rompió un brazo patinando, pero en lugar de quedarse en casa, se dedicó a grabar a sus colegas con una cámara comprada por eBay. "Me enamoraba la idea –declaró a la web de deportes y cultura pop 'The ringer'– de capturar cosas y reconstituirlas como otra cosa". Nunca dejó de capturar cosas.

En la película, Liu muestra el contraste entre esa adolescencia díscola y unos primeros intentos de vida adulta que no prometen mucho, en parte porque en Rockford, Illinois, la mitad de la población no llega al salario mínimo. Crecer duele, sobre todo aquí. "Cuando eres un chaval", dice Zack Mulligan (en la foto, a la derecha), tercer amigo en discordia, "simplemente haces, actúas. Después, en algún momento a lo largo del camino, todo el mundo pierde eso".

La vida de Zack se ha complicado, además, con el embarazo de su novia Nina. Quiere a la chica y, después, quiere al niño, pero todo eso parece demasiado para él. No sabe si tiene las herramientas para educar a su hijo; no puede fijarse en las que usó su padre, porque no eran de gran calidad, sino estrictas y traumáticas.

Zack es la figura más complicada de la película: una discusión con su novia grabada en vídeo (pero no mostrada) invita a su amigo Bing a pensar que existe amenaza de violencia machista. Aunque no se produce, Zack llega a hacer una declaración deleznable: "No puedes pegar a las mujeres. Pero algunas zorras necesitan que les des una bofetada a veces. ¿Tiene sentido lo que digo?".

Un dolor compartido

No, no lo tiene, pero Bing no contesta, e intenta entender antes de juzgar del todo. Puede reconocerse a sí mismo en la historia de Zack, y quizás más todavía en la de Keire, quien sufrió malos tratos de su padre y acabó con problemas de ira: las 'tablas rotas' a las que hace alusión el título español son de este hombre.

El filme acaba
siendo una
terapia
cinematográfica,
para los
protagonistas
y para el
espectador

Bing, por su parte, sufrió malos tratos a manos de su padrastro. Su hermanastro Kent le explica cómo sufría cuando le oía llorar. El director enfrenta a su propia madre con el fantasma del pasado, un pasado que ella cree enterrado, pero en realidad sigue vivo para Bing. "¿Sabes que la primera vez que estuve solo con él, entonces fue cuando me agarró?", le pregunta a su madre, también víctima del abuso. Ella no sabe qué decir, pero aprueba que su hijo ruede esta película si eso le va a ayudar a dejarlo todo atrás.

En el momento quizá más quietamente emotivo de la película, Bing le explica a Keire por qué quiso hacer esta película. Se trataba de explorar un dolor que compartían: "Mi padrastro me disciplinó físicamente, y no le encontraba el sentido. Y me vi a mí mismo en vuestra propia historia".

Latigazos de vida

Así, lo que empieza como un 'skate video' con inusual música elegíaca acaba en un ejercicio de terapia cinematográfica; para sus protagonistas y para el espectador que pueda sintonizar con sus caminos emocionales. No se debe buscar argumento, ni gran coherencia narrativa; solo estar abierto a un puñado de latigazos de vida. 'Tablas rotas. Minding the gap' es un viacrucis emocional que puede hacerte pedazos a la vez que, todo sea dicho, finalmente, reconstruirte.