Se buscan mujeres para series (delante y detrás de la cámara)

mas perodico serie pen 15

mas perodico serie pen 15 / periodico

Núria Marrón

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En las salas de máquinas de las series de televisión, una de las palabras últimamente más mencionadas es 'unicornio', lo que en argot del ramo equivale a: a/ una guionista; b/ a ser posible racializada –negra, hispana o asiática–; c/ con sólida experiencia, y d /que esté disponible para un puesto de responsabilidad.

¿Que por qué se les llama 'unicornios'? El caso es que los perfiles que anda buscando la industria –a menudo con hambre feroz para dar respuesta a seísmos como el #MeToo y el #OscarsSoWhite– son precisamente los que tradicionalmente ha ignorado, cuando no desdeñado, al fichar y promocionar talento. Y, claro, aunque la diversidad no es ninguna mitología en la calle, sí es cara de encontrar en las salas de guionistas, donde se perfilan las ficciones y los 'showrunners' [los supremos creadores de una serie] del mañana, y donde los hombres blancos aún suponen una abrumadora mayoría. "Vamos dándonos codazos –admitió un ejecutivo a la experimentada guionista y productora de origen latino Dailyn Rodríguez, cuyo teléfono no deja de sonar–. Hay cinco como tú y estáis trabajando".

En los próximos dramas de la TV generalista, la cifra de protagonistas femeninas dobla a los masculinos

La anécdota, inventariada en un reportaje reciente en 'The New York Times', funciona como sismógrafo de las paradojas que está viviendo la industria de la ficción televisiva. Convertidas en máquinas hambrientas de nuevos contenidos, las plataformas y cadenas de televisión de EEUU han encontrado en la diversidad y sus ángulos ciegos un fabuloso hueso en el que roer. Ya saben. Sujetos diferentes. Chistes diferentes. Conflictos diferentes. Un apetitoso filón que ha abierto puertas antes tapiadas a nuevas generaciones de creadoras y ha impulsado más historias protagonizadas por mujeres o personas de color que, a su vez, han supuesto un paso adelante para guionistas que durante mucho tiempo habían languidecido como meras plantas decorativas o, lo que es lo mismo, como la cuota de género o raza que las producciones debían cumplir.

No es una forma de hablar: la 'showrunner' de moda Tanya Saracho, de origen mexicano y creadora de 'Vida', suele contar que un colega le escupió una vez: "¿Sabes que te han fichado para cumplir la cuota de diversidad, ¿verdad?".

Protagonistas femeninas

Como señala el consultor Guy Bisson en el estudio 'Luz verde: cómo llevar tu proyecto de televisión del papel al mercado', "abrirse a las cuestiones de género, sexualidad y raza no va solo de tachar casillas en el Zeitgeist político, sino que se está convirtiendo en un elemento esencial para atraer el talento adecuado, el dinero y el desarrollo de un proyecto diferente de lo común".

De hecho, un rastreo de más de 251 dramas que emitirán las cadenas generalistas norteamericanas y que están en producción o bajo desarrollo apunta a una ruptura en la baraja, sin duda a rebufo del #MeToo y el #TimesUp, la entrada en tromba de los feminismos y ese afán tan televisivo de rastrear, documentar y discutir el presente en marcha.

El caso –y aquí llega la noticia– es que el 42% de estas nuevas producciones tienen como protagonista a una mujer y solo el 20% a un hombre. Una de ellas, 'Ms. Mayor', firmada por la veterana Barbara Hall, se adentra en los incendios de una joven activista que se convierte por sorpresa en alcaldesa de Nueva York, en diálogo con el 'gran salto' de Alexandria Ocasio-Cortez

Masculinidad encorsetada

Entre las otras producciones que han recibido la luz verde –y en cuyo puente de mando también hay muchas mujeres– desfilan desde políticas, abogadas, financieras y agentes del FBI, hasta una entrenadora de un equipo de baloncesto masculino salpicado por un escándalo sexual, una estrella pop 'tex-mex', jóvenes desnortadas, una Dorian Grey femenina e incluso una Batwoman lesbiana que lucha contra el crimen en las calles de Gotham. "La diversidad de los papeles de mujeres –subraya el mismo estudio– contrasta con los masculinos", encorsetados, describe el estudio, a la aplicación de la ley y el orden.

De hecho, si algo caracteriza a la nueva etapa que baila sobre la tumba de aquellos hombres enfadados que, como Tony Soprano y Don Draper, marcaron la ficción de principios de siglo, es precisamente la lucha constante y endiablada por dar con nuevos formatos y ángulos que puedan diferenciar una serie en esa extraordinaria máquina expendedora de contenidos que son HBO, Netflix –con un presupuesto de 12.000 millones de dólares para series, documentales y películas–, Amazon o Hulu.

"Ahora se representa con más pluralidad lo que significa ser mujer", dice la investigadora Mariona Visa

Con un público voraz de cosas distintas, "la singularidad del enfoque, con voces únicas y fuertes puntos de vista, se ha convertido en un cambio clave", asegura en el mismo informe Lorenzo de Maio, socio de la compañía Endeavour Content.

Esta cuña ha facilitado, por ejemplo, que en los últimos años "se represente con mayor pluralidad lo que significa ser mujer", explica Mariona Visa, profesora de Comunicación Audiovisual. Y así como años atrás las protagonistas femeninas tenían la obligación de "ser agradables, no se exploraba demasiado su lado oscuro y tampoco se alejaban de cánones predeterminados", sus historias ya empiezan a ser identificadas como universales y han puesto sobre la mesa, en ficciones creadas tanto por mujeres como por hombres, "temas que hasta ahora no se habían visto demasiado en las series: la sexualidad desde el punto de vista femenino, la relación con el propio cuerpo, los procesos biológicos vinculados a la maternidad, la conciliación" o las violencias machistas.

"Sin heroísmos de género"

En este nuevo orden del día en el que también afloran vivencias al otro lado de la tapia de los estereotipos e identidades de género y sexualidad, la investigadora y ensayista María Castejón señala que una de las características del último giro en las ficciones es "la capacidad de análisis que se realiza sin que el punto de vista sea reivindicativo ni panfletario". "No hay heroicidades de género –apunta–, sino que estas cuestiones se abordan con todas sus complejidades y de forma transversal".

Eso sí, coinciden las dos especialistas: ya que las series se están esforzando en abordar las relaciones de poder (la telaraña de privilegios y dominaciones que anidan desde los altos despachos hasta la vida cotidiana) falta "interseccionalidad y poner más el foco", en palabras de Castejón, en "la clase y la raza". "Una mayor pluralidad en el equipo creativo de las producciones favorecería un retrato más ajustado de la realidad", señala Visa.

Y aquí volvemos a los unicornios, ¿recuerdan? Aunque es cierto que la ansiedad del sector por descubrir a las próximas Lena Dunham, Issa Rae o Shonda Rhimes también está propiciando "oportunidades que antes no existían", en palabras de la guionista LaToya Morgan, la realidad recuerda con cabezonería que solo el 23% de sus colegas son mujeres y que, entre los 'showrunners', el 90% son blancos y el 80% hombres. Más allá del estruendoso dato, la cifra también es importante por lo que se conoce como el 'efecto cascada'. Cuantas más mujeres y afroamericanos hay al mando, más diversa es la sala de guionistas.

El 90% de los 'showrunners' son blancos, y el 80%, hombres, según estudios del sector

Por ejemplo, el último estudio de la Universidad de San Diego sobre mujeres delante y detrás de las cámaras en los programas de televisión apunta a que, cuando hay al menos una productora ejecutiva, el 24% de los guionistas son mujeres, frente a un escuálido 8% bajo 'staffs' completamente masculinos. Y eso es crucial, por ejemplo, para evitar grandes clásicos como abusar de enfermedades mentales y violaciones para justificar comportamientos erráticos o malignos de los personajes femeninos, o que un protagonista negro siempre deba tener un pasado de trapicheos y tiros en el gueto.

Sobra decir que por supuesto hay mujeres y minorías buscando trabajo como guionistas, solo que a menudo no llegan a los círculos adecuados en un sector que se mueve por relaciones de confianza y en el que se suele tardar una década en escalar desde los 'subsuelos' de la sala de guionistas –los asistentes– hasta los puestos más destacados. "La falta de paridad y el retraso en revertirla es la paradoja del momento –decía la agente Christy Haubegger en el diario 'The New York Times'–. Los números son malos pero nunca han sido mejores". Y al fin y al cabo, como bromea ella misma, del suelo ya no se puede caer.