Emma Stone: "Prefiero las críticas negativas a los elogios"

La ganadora de un Oscar por 'La La Land' se pone en la piel de una de las 'favoritas' de Ana de Gran Bretaña

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Nando Salvà

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Empezó a actuar casi con 20 años y ahora, recién cumplidos los 30, Emma Stone tiene una filmografía llena de títulos icónicos –'Supersalidos' (2007), 'Rumores y mentiras' (2010), 'Criadas y señoras' (2011), 'Birdman' (2014)– y una vitrina llena de premios gracias a 'La La Land' (2016), que sin ir más lejos obtuvo el Globo de Oro y el Oscar. Y podría llevarse la estatuilla por segunda vez gracias a su nueva película, 'La favorita', comedia negrísima a cargo del director Yorgos Lanthimos que reconstruye la caótica corte de la reina Ana de Gran Bretaña.

–Usted es el único miembro del reparto principal de 'La favorita' no nacido en Gran Bretaña. ¿Fue eso un hándicap a la hora de decidir participar en ella? ¿Qué fue lo que más le atrajo del proyecto? 

–Lo cierto es que siempre me han fascinado las monarquías, y en concreto el período de la historia de Gran Bretaña que la película recrea es increíble. De eso soy consciente ahora, porque antes de empezar a rodarla no sabía nada de la reina Ana. Al documentarme sobre ella, no me podía creer que fuera una mujer tan especial, que perdió hasta a 17 hijos y pasó por tantas dificultades. Por otra parte, no es fácil encontrar por ahí una película que incluya tres personajes femeninos tan increíbles como los que encabezan 'La favorita'.

–Cuenta Lanthimos que tuvo al reparto ensayando durante las tres semanas previas al inicio del rodaje, y que a lo largo de ellas en ningún momento hablaron de la historia o los personajes… ¿Qué hicieron? 

–Estuvimos saltando, fingiendo ser fideos humanos, caminando hacia atrás… ese tipo de cosas. En ocasiones todas ellas a la vez. Básicamente, Yorgos nos tuvo todo ese tiempo haciendo el imbécil. Su objetivo era que perdiéramos las inhibiciones y la vergüenza, que dejáramos de ser conscientes de nosotros mismos y nuestro comportamiento frente a los demás. Está claro que lo consiguió. 

–¿Cuál diría que es el mayor desafío para una actriz a la hora de rodar cine de época?

–En mi caso, la mayor dificultad fue rodar durante tantas semanas con el maldito corsé. Literalmente, no podía respirar. Después del primer mes, empecé a notar cómo mis órganos se deformaban. Y como no me lo podía desatar, tampoco podía comer según qué comidas, porque si lo hacía, después no las digería de forma adecuada y me pasaba la tarde eructando. Así que durante parte del rodaje sobreviví tomando sopitas, lo cual no estuvo mal, porque a mi estómago ya le va bien la comida ligera.

"Fui una niña complicada,
proclive a los
taques de ansiedad
de pánico. Las clases de teatro me ayudaron
a superarlos"

–¿A qué se refiere?

–Tengo una hernia de hiato desde que nací. Básicamente, una parte de mi estómago sobresale hacia el esófago, y eso favorece el reflujo. Suena repugnante, pero lo único que significa es que no puedo comer picante ni platos muy pesados. De todos modos, desde que era una niña me he comportado con la comida como si fuera una anciana.

–El personaje que interpreta en 'La favorita' no solo es uno de los más graciosos de su carrera, también es de los más físicos. ¿Cree que es más difícil hacer comedia con el cuerpo que a través de los diálogos?

–Probablemente, porque requiere un gran control motriz pero también un dominio del sentido del ridículo. Supongo que a mí me ayuda el profundo amor que siento por las películas de Chaplin. Cuando tenía 15 años, un amigo me hizo ver 'Luces de la ciudad' (1931) y 'Tiempos modernos' (1936) y desarrollé devoción por él. Por su talento físico, por todo lo que era capaz de expresar con un gesto, porque sus películas las hacía prácticamente él solo… Por todo.

–¿Diría que Chaplin es uno de los motivos por lo que quiso ser actriz?

–Decir eso sería como sugerir que ahí estaba yo de niña, viendo a Charlot y pensando: "Eso es exactamente lo que yo quiero hacer". No, yo jamás podría hacer lo que hacía Chaplin. Pero sí que es cierto que siempre me han fascinado actores como él u otros cómicos al estilo de Gene Wilder, que eran increíblemente capaces de combinar humor y emotividad de forma muy natural. Sí, sus películas me inspiraron a la hora de decidir que quería mudarme a Los Ángeles y empezar a presentarme a audiciones.  

–¿Cuándo tomó esa decisión?

–En el instituto. Un día, al volver a casa, empecé a trabajar en una presentación de 'power point' con el fin de convencer a mis padres. La llamé 'Proyecto Hollywood'. Cuando estuvo lista, los metí a los dos en mi habitación y empecé venderles mi idea: mi madre y yo nos mudaríamos a Los Ángeles y, entre audición y audición, yo seguiría con mis estudios; mientras, mi padre se quedaría en Arizona cuidando de su negocio y ganando dinero para todos. 

–¿Cómo es posible que aceptaran?

–Yo creo que desde el principio sintieron que la interpretación era algo bueno para mí. Siempre fui una niña complicada, proclive a los ataques de ansiedad y de pánico. Recuerdo que, a veces, me pasaba horas repitiendo a mi madre las mismas preguntas sobre cómo iba a transcurrir el día, o que sufría náuseas nerviosas con frecuencia. A veces el mero hecho de salir a la calle me provocaba un gran estrés. Empecé a ver a un terapeuta a los 7 años, pero lo que más me ayudó no fue eso sino empezar a dar clases de teatro. Gracias a ellas, empecé a perder el miedo al mundo exterior y a la interacción con los demás, y aprendí a canalizar mi energía hacia el exterior en lugar de descargarla sobre mí misma.

–¿Queda algún rastro de aquella ansiedad?

–Como todo el mundo, a veces me siento algo sobrepasada, pero hace tiempo aprendí a controlar la ansiedad. Comprendí que, esencialmente, la ansiedad es miedo. Y en realidad todos nuestros miedos se reducen al miedo a la muerte. El secreto es buscarle el reverso positivo a ese miedo, que son las ganas de disfrutar de la vida.

–¿Y qué hay de su carrera? Al menos desde fuera, transmite usted la sensación de no haber dado un solo paso en falso desde que dio a conocerse con 'Supersalidos' (2007). ¿Lo siente usted así?

–El camino no ha sido tan sencillo como quizá parece. Llegó un momento, cuando por un lado mis padres se divorciaron y por otro, mi carrera empezó a ir realmente deprisa, en el que me costó mucho asumir todos los cambios que estaban sucediendo en mi vida. Todo fue demasiado repentino. Y la imagen que tenía de mí misma y de mi propia personalidad pareció desmoronarse. Empecé a sentirme demasiado observada, demasiado sometida al escrutinio público. Tardé un tiempo en comprender que esforzarse en gustar a todo el mundo no tiene ningún sentido. Por un lado, porque nunca lo lograrás; por otro, porque el mero hecho de intentarlo es casi una traición a ti misma. He aprendido hasta a apreciar las críticas negativas; de hecho, las prefiero a los elogios.  

–¿En serio?

–Sí, los elogios siempre suenan falsos. Los ataques te animan a ir más lejos, a esforzarte más. En cualquier caso –y creo que esto le pasa a todo el mundo–, al final mi crítico más feroz soy yo misma. 

–¿Qué es lo que más se reprocha?

–De vez en cuando me sigue costando aceptar el hecho de que no tengo estudios, de que no soy una persona intelectualmente preparada. Tengo amigas de la escuela que están doctoradas y yo, aunque me encanta estudiar, no tengo nada. Pero está bien. Elegí mi camino.

–Hace un momento hablaba de su miedo a la muerte…

–Todos lo tenemos, ¿no? Es todo muy raro. Te esfuerzas por construirte la mejor vida posible y un día, de repente, tienes que marcharte. Y la verdad es que a mí no me apetece nada marcharme. Aunque, insisto, temer la muerte y saber que no vas a estar viva para siempre es un buen acicate para aprovechar mejor la vida, para no quedarte sentada esperando que las cosas simplemente te sucedan. Esto lo aprendí de mi madre. Perdió a su padre cuando todavía era muy joven y, desde que tengo uso de razón, la recuerdo diciéndome: "Si hay algo que realmente quieres hacer, hazlo cuanto antes".

–¿Y qué es lo que más le apetece hacer ahora?

–Para ser sincera, llevo un tiempo sin hacer nada, y me encanta. No he trabajado desde diciembre del 2017, y lo estoy disfrutando como un animal. A decir verdad, no he pegado ni golpe. No he aprendido idiomas, ni a cocinar, ni nada. No he hecho nada. Y se me ha pasado el tiempo volando.