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De la celda a la gloria: 11 líderes políticos que engrandecieron su reputación en la cárcel

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Andreu Farràs

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Lucharon en su día contra el orden establecido. Sufrieron años de reclusión e incluso torturas y penosas jornadas de trabajos forzados. Los combates –en algunos casos, violentos— de estos líderes políticos y sociales fueron premiados por sus coetáneos. Unos alcanzaron altas magistraturas en sus países. Otros, reconocimientos de prestigio universal como el Nobel de la Paz. Glosamos la figura de 11 de ellos, tan opuestos como Gandhi y Hitler. O Mao Luther King.

Mahatma Gandhi (1869-1948)

El inconformista abogado Gandhi fue encarcelado en 11 ocasiones tanto en Sudáfrica como en la India. Hubo una época en la que llegó a ser arrestado tres veces en cuatro días. Bautizado por el poeta Rabindranath Tagore con el sobrenombre de <strong>Mahatma (“alma grande”, en sánscrito),</strong> el apóstol del pacifismo recibió condenas por un total de 11 años y 19 días. Al final, pasó 6 años y 10 meses entre rejas. Entró por primera vez en una cárcel a los 39 años en Sudáfrica. Y salió de la última, en la India, a los 75 años. En las penitenciarias sudafricanas, a las que fue enviado por sus protestas contra el segregacionismo que sufría la colectividad india en aquella colonia británica, realizó trabajos forzados, permaneció numerosos días en celdas de aislamiento y protagonizó varias huelgas de hambre por las humillaciones que sufrían los presos no europeos. Fueron unas condiciones distintas a las de su última reclusión en la India, cuando ya era <strong>reverenciado mundialmente</strong> por su incansable lucha pacifista y anticolonialista. En 1942, permaneció arrestado por las autoridades británicas junto a su familia en el palacio de Aga Khan, cerca de Pune (oeste de la India). Gandhi se quejó de su retención en “el hotel de Su Majestad” porque suponía “un desperdicio de fondos públicos”. “Cuando la gente se está muriendo de hambre eso es casi un crimen contra la humanidad”, protestó el padre de la nación india. En este palacio-cárcel, dio clases de idiomas, geografía, historia y literatura a su mujer (que falleció y fue incinerada allí), a su sobrina, a su carcelero irlandés y a un preso chino. También allí redactó ‘Canciones desde la prisión’ y centenares de cartas a amigos y adversarios.

Lenin (1870-1924)

A su regreso de una gira por varias capitales europeas, donde se había entrevistado con dirigentes socialdemócratas e intelectuales marxistas, Vladímir Illich Uliánov cofundó en 1895 la Unión de Lucha para la Emancipación de la Clase Obrera. En diciembre, las autoridades zaristas desarticularon la organización y sus dirigentes fueron arrestados. Lenin permaneció un año en prisión provisional. Tras el juicio, fue deportado a Siberia, aunque se le permitió escoger destino por razones de salud. En una aldea perdida de Krasnoyarsk, a 4.200 kilómetros de Moscú, pasó tres años de destierro. Allí se casó. En 1900 huyó y se exilió ilegalmente en Ginebra, Múnich y Londres. Regresó en 1905 tras una amnistía, pero pronto tuvo que huir de nuevo al extranjero por su participación en otras revueltas. Faltaba aún 12 años para la victoria de la revolución de la que el <strong>líder bolchevique logró ser jefe supremo</strong> tras interminables y enconadas luchas intestinas.

Adolf Hitler (1889-1945)

El líder nacionalsocialista permaneció nueve meses recluido en la prisión de Landsberg, al sur de Baviera, al ser condenado por su participación en el golpe de Estado que perpetraron los nazis en 1923 en Múnich. Por esta revuelta armada, más conocida como el ‘putsch’ de la cervecería, Adolf Hitler <strong>fue condenado a cinco años,</strong> pero salió a los nueve meses por “buen conducta”. En Landsberg, el futuro ‘führer’ dictó a su entonces ayudante, Rudolf Hess, parte de <strong>‘Mein Kampf’ (Mi lucha)</strong>, el ‘best seller’ mundial de la ultraderecha y el antisemitismo, rodeado de un inhabitual entorno sin aprietos ni agobios, gracias a los generosos regalos de quienes le apoyaban, celadores incluidos. El 20 de diciembre de 1924, Hitler salió de la cárcel con el firme propósito de ser el guía de la nueva Alemania. Y se convirtió en uno de los causantes de los mayores horrores del siglo XX.

Ho Chi Minh (1890-1969)

El padre de la patria vietnamita y fundador del Partido Comunista de Indochina fue condenado a muerte por los colonialistas franceses, y perseguido sucesivamente por los invasores japoneses y estadounidenses. Pero quienes le mantuvieron encarcelado más tiempo, durante 18 meses, fueron los chinos del nacionalista Chiang Kai-shek, que le detuvieron en 1938 por su afinidad con el comunista Mao Zedong, el gran adversario de Chiang. Cuando nació, a Ho se le impuso el nombre de Nguyen Sinh Coong, pero <strong>en la clandestinidad tuvo que adoptar varios alias.</strong> El que perduró fue Ho Chi Minh, que significa “el que ilumina”. Durante su reclusión, escribió <strong>‘Cuaderno de la prisión’</strong>, una colección de poemas cortos escritos en chino clásico, en los que se mezcla la melancolía, el estoicismo y los llamamientos a la revolución. Austero y pragmático, antes de fallecer de tuberculosis en 1969, pidió ser incinerado: “Es más higiénico y ahorra espacio para la agricultura”. Sus epígonos le desobedecieron y sus restos reposan en un mausoleo en Hanoi.

Mao Zedong (1893-1976)

Antes de convertirse en el <strong>‘gran timonel’</strong> y fundar la actual República Popular China, Mao Zedong tuvo que combatir contra feroces enemigos internos además de contra el invasor japonés. Tras la caída del último emperador (1911) y a consecuencia de las convulsiones de la nueva e inestable república china, el Partido Comunista al que pertenecía Mao rompió sus relaciones con los nacionalistas del Kuomitang, que acaudillaba Chiang Kai-shek. Ambas fuerzas se enfrentaron encarnizadamente en una auténtica guerra civil. En la primavera y verano de 1927, Mao fue apresado por los soldados de Chiang y estuvo a punto de ser fusilado. Tras varios días de encarcelamiento, logró escaparse de sus guardianes cuando era conducido al patíbulo. Se refugió en las montañas del sudeste de China. Años después, durante la invasión japonesa, Mao defendió que Chiang no fuese fusilado para no dividir el frente nacional antinipón.

Nelson Mandela (1918-2013)

Quien iba a convertirse en el primer presidente negro de Sudáfrica estuvo encarcelado durante 27 años. En 1962, Nelson Mandela fue condenado a cadena perpetua por conspirar para derrocar al Gobierno segregacionista sudafricano y por pertenecer al Congreso Nacional Africano (CNA) y a la organización guerrillera Umkhonto we Sizwe (la lanza de la nación). <strong>En la cárcel de la isla de Robben,</strong> permaneció 18 años bajo unas condiciones extremadamente duras, con menos privilegios que los delincuentes comunes y con más trabajos forzados que los blancos. Salió en 1990 convertido en todo un símbolo universal de la lucha por los derechos humanos. De inmediato, intervino en las negociaciones con el entonces presidente sudafricano Frederik de Klerk para abolir el ‘apartheid’ y fijar las elecciones de 1994. En ellas, ‘Madiba’ condujo al CNA al triunfo en las urnas y al poder. En 1992 recibió el premio Príncipe de Asturias, y en 1993, el Nobel de la Paz.

Martin Luther King (1929-1968)

Aunque fue encarcelado en casi 30 ocasiones por sus protestas antisegregacionistas, la reclusión que padeció durante unos días en abril de 1963 en la prisión de una ciudad de Alabama resultó ser con los años la más trascendental. Su <strong>‘Carta desde la prisión de Birmingham’,</strong> destinada a ocho clérigos de distintas religiones que criticaron su lucha por los derechos de los negros, se convirtió en 1960 en un célebre manifiesto a favor de la desobediencia civil y la acción directa pacífica. King escribió: “Existen dos tipos de leyes: las justas y las injustas. Soy el primero en defender que se obedezcan las leyes justas. Todos tenemos la responsabilidad, no solo legal sino también moral, de obedecer las leyes justas que se promulguen. Pero, a la inversa, todos tenemos la responsabilidad moral de desobedecer las leyes injustas. […] Estoy de acuerdo con san Agustín cuando dice que “una ley injusta no es ley”. No debemos olvidar que todo lo que hizo Hitler en Alemania fue “legal” y que todo lo que hicieron los luchadores de la libertad en Hungría fue “ilegal””. En la misma carta abierta que tanto escandalizó a la opinión pública biempensante, asegura que el objetivo de la “acción directa” es crear una situación de “crisis generalizada” que abra inevitablemente la puerta a las negociaciones. King fue excarcelado de Birmingham por la intercesión de John Fitzgerald Kennedy, entonces candidato a la presidencia de EEUU. JFK sería asesinado pocos meses después en Dallas. Al año siguiente, King obtuvo el premio Nobel de la Paz. Y solo cuatro años más tarde, el 4 de abril de 1968, caería muerto en Memphis por los disparos del racista James Earl Ray.

José Mujica (1935)

Como guerrillero del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, Jose Mujica resultó herido en diversos enfrentamientos armados con las fuerzas de seguridad uruguayas. Recibió seis balazos, fue apresado cuatro veces y se fugó dos veces de una cárcel de Montevideo. En total, pasó 15 años en prisión. Su último periodo de reclusión fue el más largo: 12 años, entre 1973 y 1985. Fue uno de los jefes tupamaros que la dictadura tomó como “rehenes”, esto es que serían ejecutados si su organización volvía a usar las armas. Mujica pasó mucho tiempo en <strong>celdas de aislamiento.</strong> “Nos tocó pelear con la locura, porque en ese tipo de prisión buscaron que quedáramos lelos. Y triunfamos: no quedamos lelos”, declaró recientemente el propio Mujica en la presentación del largometraje <strong>‘La noche de 12 años’,</strong> basado en su cautiverio. Dedicado al activismo político desde su excarcelación, alcanzó la presidencia de la República Oriental de Uruguay en el 2010. Hasta que la abandonó en el 2015, mantuvo un estilo de vida austero, donó la mayor parte de su salario y rehusó vivir en la residencia oficial. Una vez jubilado, ha renunciado a la prestación que merece como exsenador.

Lech Walesa (1943)

El líder del sindicato polaco Solidaridad, que actuó como ariete en el resquebrajamiento del imperio Soviético, permaneció encarcelado 11 meses, entre diciembre de 1981 y noviembre de 1982, y luego estuvo en arresto domiciliario hasta 1987, por la ley marcial decretada por el general Wojciech Jaruzelski, presidente de la Polonia comunista. Lech Walesa ya había sido detenido en 1970 por su participación en huelgas de los <strong>revoltosos astilleros Lenin de Gdansk</strong> (el Danzig alemán), donde trabajaba como electricista. Estuvo encarcelado un año, después de participar en unos enfrentamientos con la policía en la que murieron 45 compañeros suyos. En 1983, fue reconocido con el Nobel de la Paz. A Oslo tuvo que ir a recoger el premio su esposa, porque él temía que el régimen no le dejara regresar. En 1990, se convirtió en el primer presidente democrático de Polonia. Fue sustituido tras las elecciones de 1995. Retirado de la vida pública, su figura sigue generando controversias en Polonia. <strong>Unos lo veneran</strong> y otros le acusan de haber colaborado con la policía en los años 70 bajo el alias de Bolek.

Aung San Suu Kyi (1945)

La actual jefa del Estado de facto de Birmania permaneció en arresto domiciliario, sin poder salir de su casa, durante largos periodos de tiempo entre 1989 y el 2007 por encabezar el principal movimiento no violento de oposición a la dictadura militar de su país. Hija de Aung San, un héroe de la lucha por la independencia de Birmania contra el imperio Británico que fue asesinado en 1947, <strong>el carisma de Suu Kyi</strong> creció desde mediados de los años 80, al frente de la Liga Nacional por la Democracia, formación a la que los generales impidieron alcanzar el poder hasta el 2010, pese a que ya en las elecciones de 1990 había cosechado casi el 60% de los votos. Suu Kyi, que no puede presidir Birmania porque sus hijos poseen el pasaporte británico, recibió importantes reconocimientos internacionales, como el Nobel de la Paz de 1991, por su lucha prodemocrática y pacifista. Sin embargo, algunos de <strong>estos galardones le han sido retirados </strong>por su apoyo a la sangrienta persecución que la mayoría budista está cometiendo contra minoría musulmana rohinyá, a través del Ejército birmano. “Un genocidio”, acusa la ONU. “Soy solo una política. No soy como Margaret Thatcher, sin duda, pero tampoco la madre Teresa de Calcuta”, se justifica la todavía nobel Suu Kyi.

Dilma Rousseff (1947)

Militante desde muy joven de diversos<strong> grupos de resistencia que combatían la dictadura militar</strong> brasileña, Dilma Rousseff fue detenida en 1970, con 22 años, bajo la acusación de formar parte del guerrillero Comando de Liberación Nacional (Colina). En las dependencias policiales, fue torturada durante 22 días. Fue condenada por un tribunal castrense a seis años de prisión, pero cuando llevaba tres años presa se le redujo la pena a dos años y un mes. Una vez en libertad, Rousseff denunció las torturas sufridas (descargas eléctricas, puñetazos y horas colgada boca abajo en posición fetal, entre otras). En el 2006, una comisión de derechos humanos del Estado de Río de Janeiro indemnizó a Rousseff y a otras 18 personas torturadas en los años 70. La que la policía de la dictadura calificó de “Juana de Arco de la guerrilla” y “papisa de la subversión”, fue presidenta del Brasil entre el 2011 y 2016.

Escritos entre rejas

Los días se hacen muy largos cuando se está privado de libertad. Y más si encima se tienen que realizar trabajos forzados. Algunos de los líderes enumerados anteriormente dedicaron parte de su tiempo a transcribir sus pensamientos. Algunos llegaron a redactar ensayos,  como Adolf Hitler, que empezó su ultratóxica 'Mein Kampf' en una cárcel bávara. Otros apuntaron reflexiones esporádicas sobre lo divino y lo humano. El vietnamita Ho Chi Minh optó por la poesía.