Irlanda del Norte

La ciudad partida

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Kim Amor (Texto) / Albert Bertran (Fotos)

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En Irlanda del Norte es tradición que las fiestas de graduación de bachillerato se celebren en otoño, meses antes de los exámenes finales. Esta noche, en el CityHotel, situado en el centro de Derry-Londonderry, tiene lugar una de ellas. El vestíbulo es un ir y venir incesante de chavales de etiqueta y de chicas con vestidos largos de princesa.

Los estudiantes proceden todos de una escuela católica, residen en barrios católicos, frecuentan locales nocturnos o restaurantes católicos y, probablemente, acabarán teniendo parejas católicas. Los hay que quizá todavía no han pisado nunca un barrio protestante. Lo mismo les ocurre con los adolescentes de la otra comunidad cristiana, aunque en sentido inverso.

Esta ciudad fronteriza, de unos 90.000 habitantes, la segunda del Norte tras Belfast, está partida en dos por el río Foyle. La parte oeste, el Cityside, es territorio católico, el este, el Waterside, protestante. Tres puentes cruzan el cauce. Uno de ellos, el “Puente de la Paz”, fue construido con fondos europeos en el 2014.

Para alguien que acaba de llegar por primera vez a esta ciudad y se despista, no es difícil saber en qué zona se encuentra. Basta con echar un vistazo a los murales pintados en las fachadas de algunos edificios, que representan los años de los ‘Troubles’, observar las iglesias -solo las católicas lucen una cruz en lo más alto-  o, en según qué lugares, percatarse de qué color están pintadas las aceras, con los de la bandera británica la área unionista, y con los de la irlandesa la republicana.

Crecer en la diversidad

Hay muchas cicatrices todavía por cerrar y es en los grandes núcleos urbanos donde el proceso de reconciliación se intuye largo y difícil. John Harkin lo sabe muy bien. Lleva años trabajando para que las nuevas generaciones de una y otra comunidad superen el miedo a lo desconocido y crezcan en la diversidad. Es el subdirector del ‘Oakgrove Integrated College’, una de las escasas escuelas de primaria y secundaria de Irlanda del Norte donde comparten aula chicas y chicos de las dos comunidades.

 “Aquí enseñamos las fes de todo el mundo, incluso tenemos algunos alumnos musulmanes”, afirma. “Nuestros valores se basan en el respeto a las diferencias, en darse cuenta que en las pequeñas cosas de la vida somos diferentes pero en la grandes iguales y que los conflictos se pueden arreglar”. 

La escuela abrió las puertas hace 26 años con tan solo 78 alumnos. Hoy son más de 800. Harkin recuerda la “gran frustración y rabia” que sintieron los estudiantes al conocer el resultado del referéndum del ‘brexit’. “Fue la reacción más fuerte que he vivido en esta escuela en mucho tiempo. Ninguno de ellos hubiera votado a favor de irse de la Unión Europea”.

La preocupación por lo que pueda pasar de este profesor católico de literatura en lengua inglesa aumentó tras la ola de violencia que se desató en la ciudad en julio pasado, coincidiendo con la celebración anual de la victoria de las tropas del rey de Inglaterra Guillermo II sobre el depuesto monarca católico Jacobo II en 1690, que la comunidad protestante “Orangista” recuerda con marchas y hogueras. Durante varias noches hubo enfrentamientos sectarios en varias zonas de la ciudad. Hacía años que no ocurría algo así.

Uno de los blancos de las bombas incendiarias del bando nacionalistas fue el barrio de la Fountain, la única zona protestante del lado católico. Es este un pequeño enclave habitado ahora por menos de 300 personas, cinco veces menos que las 1.500 que vivían antes de que empezaran los ‘Troubles’. Un muro de piedra y una valla metálica lo separan del Bogside, el barrio de clase trabajadora más nacionalista de la ciudad. La puerta de entrada y salida se cierra todavía a las 9 de la noche por seguridad.

Centro social protestante

Una de las entidades emblemáticas de este pequeño enclave es el Cathedral Youh Club, un centro social para mantener a los jóvenes protestantes al margen de la violencia que fundó un matrimonio del barrio en 1972 tras el Domingo Sangriento. Lo dirige actualmente uno de sus hijos, Graham Warke, un trabajador comunitario de 37 años que se metió en política hace tres y fue elegido regidor municipal por el Partido Democrático Unionista (DUP), el partidol norirlandés que defiende la desconexión total con Bruselas.

Warke se alistó al Ejército británico en 1998, las tras la firma de los acuerdos del Viernes Santo, y participó durante nueve años en el desmantelamiento de los controles fronterizos. “Fui un soldado sirviendo a la paz en Irlanda del Norte”, afirma. A Warke le incomoda cuando se le pregunta por el ‘brexit’ y resuelve la situación echando mano de los comunicados de su partido que tiene guardados en su tablet. “No creo que el ‘brexit’ atice la violencia, eso es propaganda alarmista de Bruselas”, comenta.

El regidor unionista cree firmemente en el trabajo que hace la asociación como puente entre las dos comunidades. Uno de sus proyectos 'crosscommunity' es que vecinos del barrio muestren la Fountain a jóvenes católicos y que participen conjuntamente en actividades deportivas. “Nosotros de jóvenes no tuvimos esta oportunidad. Entones todo eran tiroteos y bombas y la gran mayoría de la población de Irlanda del Norte no quiere volver a atrás”.