ANIVERSARIO CATÓDICO

30 años de 'Murphy Brown'

El miércoles se cumplen tres décadas del estreno de la mítica serie, que ahora regresa como respuesta a los ataques a la libertad de prensa en EEUU

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Juan Manuel Freire

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En su fabuloso ensayo 'Dueñas del show. Las mujeres que están revolucionando las series de televisión' –que llegará a España a finales de noviembre, publicado por Alpha Decay–, la periodista y crítica de tele Joy Press señala hacia la doble irrupción de 'Murphy Brown' y 'Roseanne' como kilómetro cero de la reciente explosión de series protagonizadas y creadas por mujeres.

Ahora quizá no parezca un personaje tan rompedor, pero con su llegada a la tele en 1988, hace el miércoles 30 años, Murphy Brown modificó todas las convenciones sobre lo que podía y no podía ser una heroína televisiva. Brown era gozosamente sulfurosa, en lugar de servil. Ya estaba en los 40, no en los 20 o 30. Se había concentrado en su carrera como reportera-presentadora del magacín informativo 'FYI', en lugar de quedarse en la cocina. Cuando se quedó embarazada, fue sin querer.

Cuando la conocíamos, volvía al trabajo después de un mes en una clínica de desintoxicación por la adicción al alcohol. Según recuerda la creadora Diane English en el libro de Joy Press, los ejecutivos de CBS preguntaban: "¿No podría volver de un spa donde ha ido a liberarse del estrés del trabajo, en lugar de la Clínica Betty Ford?". Si el guion del piloto se rodó sin retocar, fue por una huelga de guionistas como caída del cielo.

En su momento,
el personaje de
la periodista
modificó las
convenciones
sobre las
heroínas
televisivas

Todavía hoy, ese capítulo de arranque resulta tan efectivo como el primer día. Es por el guion, sobre todo las réplicas de Brown. Y también por cómo se dicen esas réplicas. Candice Bergen era una actriz de cine de prestigio, pero en realidad había nacido para ser reina de 'sitcom'. Y recibiendo sus cortes había actores con tanto carisma como Joe Regalbuto (el reportero de investigación Frank Fontana), Grant Shaud (el productor Miles Silverberg) o Faith Ford (la gran Corky Sherwood, Miss América pasada al mundo de las noticias).

Fuente de controversia

'Murphy Brown' no perdió pulso durante sus primeras cuatro temporadas, aquellas en las que Diane English y su marido y socio productor Joel Shukovsky estuvieron al frente de la nave. La cuarta fue especialmente explosiva por muchos motivos. Empezaba con Brown decidiendo qué hacer con la criatura engendrada durante un lío de una noche con un 'ex'. Al final del primer (doble) capítulo decidía quedarse el niño. Y la derecha no quedó contenta ni así.

Un día después de emitirse el capítulo del parto, el 19 de mayo de 1992, el vicepresidente Dan Quayle cargó en un discurso tristemente famoso contra los supuestos efectos nocivos de Murphy Brown sobre la sociedad estadounidense. Según Quayle, los disturbios de Los Ángeles se debían a la erosión de los "valores familiares" en los barrios pobres, de la que tenía culpa gente como Brown, por "burlarse de la importancia de los padres al criar un niño a solas".

La guerra entre la llamada 'élite cultural' y la América del interior se puso tan seria que Bergen tuvo que buscarse un escolta. Hubo un gran contraataque desde la propia serie: en el primer capítulo de la quinta temporada, Brown recordaba a Quayle, desde el plató de 'FYI', que "familias hay de todas las formas y todos los tamaños".

En respuesta a Trump

Aquellas dos series-terremoto de las que hablaba Joy Press, 'Murphy Brown' y 'Roseanne', han vuelto a irrumpir en el 2018 como secuela tardía. Con políticas bastante distintas: la segunda estaba (ha durado poco, gracias a Twitter) liderada por una reconocida partidaria de Trump, mientras que la primera es una respuesta directa a los ataques del presidente a la libertad de prensa.

Estrenada en CBS el 27 de septiembre, cuenta el regreso de Brown a la tele para liderar un programa que coincide en franja horaria matinal con el de su hijo Avery (Jake McDorman), ya crecidito y convertido en única voz liberal de una cadena de derechas. A sus 70 años, English, que vuelve como guionista, sabe captar el pulso absurdo y rápido de los tiempos: el clímax del primer episodio es una guerra de tuits en directo de Brown contra Trump.