Kieran Culkin, el magnético hermano de Macaulay

El actor ha conquistado a la crítica con su papel de 'torpe' yuppie en la serie de HBO 'Succession'

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Juan Manuel Freire

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Cuesta un poco destacar a un solo personaje, una única creación, de la extraordinaria 'Succession' de HBO, serie revelación del 2018, especie de moderna 'King Lear' sobre un magnate mediático decadente muy parecido a Rupert Murdoch y una sucesión que se vuelve compleja. 

Pero, con permiso del atribulado Kendall (Jeremy Strong), o el cada vez menos naíf Primo Greg (Nicholas Braun), el personaje que más huella ha dejado –un rastro de avaricia, mediocridad y, pese a todo, atractivo– debe ser el Roman Roy de Kieran Culkin. Un tipo con toda la chulería que el patriarca del clan, Logan (Brian Cox), espera de uno de los suyos, pero también con toda la incompetencia del mundo a la hora de tomar decisiones empresariales para Waystar, la particular News Corp de 'Succession'.

No es la primera vez que Culkin, hermano pequeño de Macaulay, interpreta a un personaje como Roman: un hombre repulsivo al que, sin querer, empiezas a querer, quizá porque su narcisismo se revela como una coraza contra la inseguridad y porque pronto se ve que incluso una sabandija puede tener sentimientos. Ya bordó ese modelo en la película 'La gran caída de Igby' del 2002 o la obra de teatro de Kenneth Lonergan 'This is our youth', cuyo revival del 2014 coprotagonizó con Michael Cera y Tavi Gevinson.

Todo por ser bueno

Fue un largo camino hasta Broadway. Kieran había empezado a actuar, como buen miembro de la dinastía Culkin, desde realmente pequeño, haciendo publicidad con solo 6 años. No se tomó muy en serio su trabajo hasta que Peter Chelsom, su director en la dramática 'Un mundo a su medida' de 1998, le dijo en determinado momento que, por favor, se esforzara y tratara de hacerlo mejor. "Fue la primera persona que me habló como a un actor", recordó Culkin en 'Film Comment'.

Aquella reprimenda de Chelsom pareció calar hondo en él y perseguirle de por vida: "No hago esto por la fama, lo hago para ser bueno", declaró hace cuatro años en 'The Daily Beast'. Con 'La peligrosa vida de los Altar Boys', reverso perverso de 'Cuenta conmigo', pero, sobre todo, 'La gran caída de Igby', demostró que podía ser bueno, muy bueno, superando con éxito la transición a la etapa adulta de su carrera. Después, confiarían en Kieran autores del nivel de Edgar Wright ('Scott Pilgrim contra el mundo'), Kenneth Lonergan (la maldita pero exquisita 'Margaret') o Todd Solondz ('Wiener-Dog', en la que hizo de interés romántico de Greta Gerwig).

Una dinastía marcada

Lo que no abunda en su carrera son los proyectos de clara vocación comercial. En parte porque, al contrario que su hermano Macaulay, no tuvo que sufrir demasiado como mánager a su padre, Christopher 'Kit' Culkin, un hombre temido en Hollywood, pero también en casa, donde según Mack podía ser aún más agresivo. En la estela de Joseph Jackson, era un hombre en el que parecían mezclarse y confundirse la búsqueda de la perfección (no dejó leer tarjetas a Mack cuando presentó 'Saturday night live') con el abuso puro y duro.

El actor frustrado Kit trató de vivir su sueño a través de su amplia descendencia (siete hijos en total, cinco chicas y dos chicos), primero con el mayor de todos, Shane, visto en Broadway con el gran Spalding Gray, pero en pocos más sitios. Macaulay le robaba toda la atención en las audiciones. Tras el éxito de 'Solo en casa', los padres (y Kit ante todo) llevaron las riendas de la carrera de Mack; se repartían una comisión del 15%.

Rory, otro Culkin de éxito, se libró de los malos modos de su padre: solo tenía 6 años cuando su madre ganó la batalla por la custodia de sus hijos. Al contrario que el ahora retirado de la interpretación Macaulay (se dedica a la pintura y la literatura y a vivir bien), no ha dejado de actuar desde la infancia. Tras colaborar en un par de películas de Mack ('El buen hijo' y 'Niño rico'), sorprendió con su aparición en 'Puedes contar conmigo', el debut como cineasta de Kenneth Lonergan. Como Kieran, suele tirar hacia las películas independientes: hace poco brilló en la absolutamente recomendable 'Columbus'.

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