CUATRO DÉCADAS DE 'BEBÉS PROBETA'

El 'milagro' de la ciencia llamado Louise Brown cumple 40 años

El nacimiento de la británica, hoy secretaria y madre de dos niños, revolucionó la biología y la medicina y suscitó un intenso debate ético en torno a la reproducción asistida

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Begoña Arce

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Quizás los más espectaculares avances científicos del siglo XX se puedan resumir en el paso de un hombre y el llanto de una recién nacida. El primero lo dio Neil Armstrong al pisar la luna el 20 de julio de 1969. El segundo, el 25 de julio de 1978, marcó la llegada al mundo de la inglesa Louise Joy Brown. Y si Armstrong y el Apolo XI cumplieron un viejo sueño de la humanidad, el nacimiento de aquella niña iba a cambiar la vida de millones de personas.

Louise fue la primera 'bebé probeta', una expresión que ahora resulta un tanto chocante. Un milagro para unos y un escándalo para otros. «Mi madre solo quería tener un hijo y hubiera hecho cualquier cosa para lograrlo», diría Louise, que la próxima semana cumple 40 años. Lesley Brown llevaba nueve intentando tener descendencia y había caído en una depresión al no conseguirlo. Durante ese mismo tiempo el ginecólogo Patrick Steptoe y el fisiólogo Robert Edwards habían estado trabajando en un proyecto que parecía una quimera. El primero había logrado extraer óvulos de mujeres fértiles y el segundo había conseguido fertilizar los óvulos en el laboratorio. Junto a la embrióloga Jean Purdy realizaron cientos de pruebas sin resultado.  Finalmente, Purdy logró implantar el embrión de Louise, que apenas eran ocho células, en el útero de su madre.

Secretismo

Las pruebas y el embarazo se llevaron en secreto. Incluso la futura madre, aunque sabía que se sometía a un tratamiento experimental, jamás fue advertida de que nadie había logrado hasta entonces concluir felizmente la gestación. La prensa terminó sabiendo lo que ocurría y montó el habitual circo mediático de los grandes eventos. En el momento del parto, el Hospital General de Oldham, a las afueras de Manchester, se transformó en una fortaleza asediada por un centenar de fotógrafos. El padre de la criatura fue escoltado a su entrada en el centro por agentes de la policía, que también hacían guardia en los pasillos del paritorio. Los reporteros gráficos llegaron incluso a lanzar una falsa amenaza de bomba, que obligó a la evacuación de los pacientes, con la esperanza de conseguir así una foto de la bebé.

Perfectamente sana

La niña, nacida con cesárea, pesó 2,608 kilos y antes incluso de que su madre pudiera tomarla en brazos, los médicos la sometieron a una sesentena de pruebas, para comprobar con alivio que no sufría anomalía alguna. Era un bebé perfectamente sano. Comenzaba la nueva era de la fecundación in vitro. La propia Lesley tendría cuatro años más tarde otra hija, Natalie. La niña hizo el número 20 de los 'bebés probeta', pero tuvo el privilegio de convertirse en la primera en dar a luz un hijo. Ahora tiene cinco.

La hostilidad inicial contra aquella revolución en la reproducción humana se esfumó con pasmosa  rapidez tras el éxito del parto. La sociedad aceptó casi inmediatamente la fecundación in vitro, que previamente había despertado protestas y recelo. Se cuestionó su ética, su calidad científica e incluso el Consejo de Investigación Médica en Inglaterra le negó los fondos a la investigación. La Iglesia también medió en el debate, aunque el Papa Juan Pablo I se negó en 1978 a condenar a los padres de Louise por querer tener un hijo. 

El escándalo ético sobre la reproducción asistida se esfumó con rapidez tras el éxito del parto

Los mismos diarios que habían criticado el experimento, se rindieron ante «el bebé del siglo». «Es preciosa», declaraba el 'Daily Express'. «Esta es la 'bebé probeta'». Hoy son más de ocho millones los niños y niñas nacidos en todo el mundo gracias a la reproducción asistida. El profesor Edwards recibió el Nobel de Medicina por su trabajo en el 2010. Desgraciadamente su colega Steptoe había muerto hacía ya tiempo. La gran olvidada fue Purdy, la embrióloga. 

Vida normal

A pesar de ser un «milagro de la ciencia», Louise ha conseguido llevar una vida de total normalidad. Durante su infancia sus padres la protegieron de la curiosidad pública y en el colegio las bromas de sus compañeros «siempre fueron cariñosas». Hoy es madre de dos chicos, Cameron, de 11 años, y Aiden, de cuatro, que nacieron por métodos naturales. Cuando le han preguntado en alguna ocasión si hubiera recurrido a la fecundación asistida para concebirles, su respuesta sin dilación ha sido: «Sí». Louise es una mujer ocupada. Trabaja en las oficinas de una naviera, mientras su marido, Wesley Mullinder, ejerce como portero en una discoteca. La boda tuvo lugar en el 2004 y contó con la asistencia del doctor Edwards, que siempre ha permanecido muy próximo a la familia.

Pese a tanto ajetreo domestico, Louise tiene tiempo de participar de vez en cuando en ceremonias y coloquios. El año pasado, en el aniversario de su concepción, recordó que la técnica creada por los científicos británicos estaba destinada a todas las parejas con problemas, independientemente de dónde vivan o de sus recursos económicos. «Mi madre y mi padre eran pobres. De hecho, cuando se fueron a vivir juntos dormían en un vagón viejo de tren», ha contado Louise. «Bob Edwards, que fue pionero en la técnica, tenía especial interés en que fuera algo de lo que se beneficiara todo el mundo, no solo los que pueden permitírselo».