VIEJOS: LA REVOLUCIÓN PENDIENTE

Ancianos con derecho a sexo, marihuana y autonomía

La residencia RiverSpring Haealth, en el Bronx neoyorquino, es un proyecto pionero. ¿Su hecho diferencial? Tratan a los mayores como adultos

zentauroepp41850752 mas periodico complejo de river spring180202203443

zentauroepp41850752 mas periodico complejo de river spring180202203443 / periodico

Idoya Noain

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El martes de la semana pasada Zelda Fassler se levantó y empezó el día con una clase de arte. Luego fue a una que aún le gusta más: la de teatro. Después de comer se acercó al instituto donde ayuda a jóvenes con discapacidad intelectual o en el espectro del autismo con la lectura o con conversaciones de política «para que sepan lo que está pasando». El día le dio también para asistir a una proyección seguida de coloquio. Como de costumbre, aunque suele meterse en la cama a las 10 de la noche, si ponen una buena película en la tele no la deja pasar, o aprovecha para hablar con alguno de sus tres hijos por teléfono. «Cuando me acuesto no pienso que estoy sola, estoy agotada», dice riendo.

Fassler tiene 85 años. Desde hace 17 meses vive en la Hebrew Home, la residencia que forma parte del extenso campus de 13 hectáreas de RiverSpring Health en Riverdale, en una zona residencial del Bronx neoyorquino junto al río Hudson. Es un sitio «inusual», dice. «Cuando mis amigos me vienen a visitar no creen que esto sea  una residencia».

"Crear comunidad"

Lo es, pero con un concepto centrado en «crear comunidad», según explica Daniel Reingold, presidente y consejero delegado de RiverSpring Health, una organización sin ánimo de lucro que presta otros servicios (de rehabilitación a cuidados en casa, vivienda para mayores de ingresos medios y bajos o un refugio para mayores víctimas de abusos).

Reingold se rige también por otra idea clave: dar opciones. «En la mayoría de residencias de ancianos se las quitan», explica, criticando la infantilización de los mayores. «Lo que separa a los niños de los adultos es tomar las decisiones propias, eso es la libertad. Y aquí todas las decisiones que se toman son para darles esas opciones. Elegir da poder a la gente».

"Lo que separa a los niños de los adultos es tomar decisiones. Elegir da poder», puntualiza el presidente de RiverSpring

Desde 1995, por ejemplo, la Hebrew Home, donde la media de edad de los residentes es de 84 años, tiene una política de expresión sexual que «reconoce y respeta la importancia de intimidad física y emocional en las vidas de adultos mayores». Incluso los residentes con alzhéimer o demencia (el 59%), o los que tienen discapacidad física, pueden mantener relaciones cuando el personal médico se asegura que han dado el consentimiento. Hace un par de años, además, activaron dentro de la residencia un servicio de citas, G-Date. «El amor no tiene edad», dice Reingold. «El sentimiento de enamorarse es juventud. Y cuando ves a alguien enamorarse es como ver a un adolescente».

Marihuana, aulas y ‘picassos’

La residencia también ha decidido facilitar a sus residentes el uso de marihuana medicinal, legal en el estado de Nueva York pero aún prohibida a nivel federal en Estados Unidos. El personal no la almacena ni la administra, pero los mayores pueden comprarla en un dispensario, guardarla bajo llave en sus cuartos y tomarla por sí solos o con ayuda externa que no sea de empleados. «La gente está de acuerdo en que lo probáramos», asegura Reingold, aunque lamenta que «la capacidad de investigar es muy limitada» al estar clasificada legalmente en la misma categoría que drogas como la morfina.

Aún hay más programas innovadores de la Hebrew Home. En 1995, Reingold empezó el programa 'HOPE', un instituto de formación profesional abierto dentro del campus donde se trabaja con jóvenes con autismo y discapacidades y en el que colaboran residentes como ZeldaRiverSpring Health tiene, además, acuerdos con universidades y varios de los residentes acuden como oyentes a clases en el cercano College of Mount Saint Vincent. Cuenta con una colección de arte, creada con la misión de «acercar la cultura a residentes que ya no pueden visitar museos por sí solos», entre la que se encuentran piezas de Chagall, Picasso y Warhol. Y hay terapia con animales (cuatro perros y varias decenas de gatos-robot), y clases de pintura y de música. «¿Por qué dejar de aprender? –pregunta Reingold–. Disponen de tiempo, algo que antes no tenían».