EL ADIÓS DE UN INTÉRPRETE

Daniel Day-Lewis: sus 10 mejores papeles

Repasamos los personajes que han catapultado a la fama al actor británico de 60 años que se despide del cine con 'El hilo invisible'

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zentauroepp41411868 in this image released by focus features vicky krieps left180125135029 / Laurie Sparham

Juan Manuel Freire

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Mi hermosa lavandería (1985)

Un lavandero punk y gay

Tras pequeños papeles en títulos como ‘Gandhi’ (1982) y ‘Motín a bordo’ (1984), Daniel Day-Lewis saltó a la fama con esta película icónica de los 80, en la que encarnaba a Johnny, un joven punk que empezaba a llevar una lavandería del sur de Londres con un antiguo amigo paquistaní después novio. Así de sencillo, así de rompedor en su día. Al parecer, Day-Lewis escribió una carta al director Stephen Frears para asegurarle que, si no lo cogía, le partiría las piernas. Frears obedeció, por supuesto. Y acertó pasando por el aro. Con todos los respetos por Gordon Warnecke, encantador en el rol de Omar, aquí la estrella era Day-Lewis, quien poco después confirmó magnetismo en ‘Una habitación con vistas’. 

Mi pie izquierdo (1989)

El escritor tullido que le valió el Oscar

Pero la película que le convirtió en astro del cine, y que le valió su primer Oscar, fue este ‘biopic’ de Christy Brown, escritor y pintor que sufría de parálisis cerebral severa. Con este proyecto empezó nuestro héroe a poner en práctica seriamente el ‘método Stanilavski’: la inmersión en el personaje hasta profundidades dolientes. Day-Lewis pasó ocho semanas en una clínica de parálisis cerebral en Dublín y aprendió a escribir y pintar como lo hacía Brown, con su pie izquierdo. Pasando del tópico del tullido bondadoso, sacó del personaje, como señaló el crítico David Thomson, su «rabia y sexualidad». 

El último mohicano (1992)

La metamorfosis de un héroe de acción

Mucho del trabajo de este actor se centra en el cuerpo, en su modulación para hacer exterior lo interior. Para la inmortal película de aventuras de Michael Mann se convirtió casi en otro Daniel, uno musculado, atlético y hábil con las armas. Como su personaje, Ojo de Halcón, el joven blanco del siglo XVIII adoptado en la infancia por mohicanos, este Daniel sabía cazar animales salvajes, despellejarlos y comérselos. Método y cierta locura. Tan impresionante como su transformación en héroe de acción era su química con Madeleine Stowe, sublimada en miradas y silencios ardientes. También en intercambios verbales de leyenda como: «¿Qué mira usted, señor?» «A usted, señorita». La timidez hace perder el tiempo. 

La edad de la inocencia (1993)

Un abogado tan formal como él

Con este clásico (no siempre bien ponderado) de Scorsese confirmó el actor su interés por los romances más o menos difíciles, una temática repetida en ‘The boxer’ y ‘El hilo invisible’. Para preparar su papel del joven abogado Newland Archer, estudió toda la bibliografía sobre formalidades del siglo XIX. ¿Cómo se actuaba entonces en sociedad? ¿Y cómo podía Archer aprender a contener, sin dejar de expresar, el fuego bajo la piel? Decía Scorsese en ‘Entertainment Weekly’ que, cuando empezó el rodaje, Day-Lewis «iba con el bastón aunque las cámaras no estuvieran en marcha, y hacíamos bromas con ello. Pero, en realidad, la forma de hablar educada de Newland se parece mucho a la de Dan».

En el nombre del padre (1993)

El terrorista del IRA que era inocente

Para meterse en la piel de Gerry Conlon, el hombre encarcelado en 1974 por un atentado del IRA que no cometió, Daniel Day-Lewis pasó varios días y noches en una celda sin agua ni comida, y se hizo interrogar por verdaderos oficiales de la Rama Especial. Dijo el actor en ‘The Guardian’: «Si un hombre inocente firma una confesión, algo que arruina su vida, es tu responsabilidad como actor tratar de averiguar por qué lo haría». 

The boxer (1997)

Un boxeador exmiembro del IRA

Tercera y última colaboración con el director Jim Sheridan, después de ‘Mi pie izquierdo’ y ‘En el nombre del padre’. En este ‘thriller’ dramático profundamente irlandés, encarna a un antiguo miembro del IRA y boxeador que, salido de prisión, decide convertir el ring en paradójico espacio de entendimiento para las diversas ramas de la comunidad. Por supuesto, Day-Lewis estuvo tres años yendo al gimnasio dos veces al día, siete días a la semana, entrenando con el antiguo campeón del mundo Barry McGuigan. Resultado: nariz rota y hernia discal lumbar.  

Gangs of New York (2002)

El carnicero de modos excesivos

Tras algunos años de ausencia, Day-Lewis volvió con modos deliciosamente excesivos, intimidando en el papel de Bill el Carnicero, verdadero jefe de una banda de matones en el West Side neoyorquino de mitades del XIX. Según cuenta Herbert Asbury en el libro que inspiró a Scorsese, Bill Poole, «carnicero de profesión, lo sabía todo sobre cuchillos, y a nadie se le escapaba el hecho de que podía lanzar un cuchillo de carnicero a seis metros de distancia e hincarlo tres centímetros en el tronco de pino». Day-Lewis contactó con faquires de circo para tomar lecciones. Además, aprendió a tocarse su falso ojo de cristal (un añadido al Bill de ficción) con la punta de un cuchillo sin pestañear. 

Pozos de ambición (2007)

Segundo Oscar para el magnate petrolero

Day-Lewis optó, de nuevo, por una marcada teatralidad para dar (oscura) vida al magnate del petróleo Daniel Plainview en esta historia de familia, avaricia y religión. Se metió en la California de finales del XIX, principios del XX leyendo cartas de la época, e ideó una voz para el personaje escuchando grabaciones de John Huston. Sus esfuerzos por quitar toda connotación de diversión al concepto «batido» le valieron su segundo premio de la Academia. El actor Paul Dano se asustó cuando, en esa climática escena de la bolera, las bolas lanzadas por Day-Lewis empezaron a coger cada vez más vuelo: «Me di cuenta de que se estaba metiendo mucho en ello. Una bola botó y me dio en la pierna».  

Lincoln (2012)

Un presidente con acento de Kentucky

Dejaremos a un lado que, quizás, ‘Lincoln’ debió llamarse ‘Douglass’ y observar las últimas etapas del abolicionismo desde el punto de vista de su verdadero líder. Aplaudamos la posibilidad de ver a Day-Lewis en su enésima transformación, ahora en el papel de un presidente a veces críptico, a veces claro como el agua, y con aires de guerrero cansado. Day-Lewis seguía hablando con un fuerte acento de Kentucky cuando las cámaras estaban apagadas, e insistió en ser llamado «Sr. Presidente» por la gente del ‘catering’. Fueron ideas de Spielberg, aunque seguramente nuestro hombre habría tenido las mismas por su cuenta. 

El hilo invisible (2017)

El meticuloso diseñador de moda del adiós

Selectivo con sus proyectos, Day-Lewis solo ha rodado cuatro películas desde el 2007, y la cuarta será la última. «Es definitivo», asegura su querido Jim Sheridan. Se va, al parecer, por la puerta grande, dirigido por Paul Thomas Anderson (‘Pozos de ambición’) en un aplaudido romance gótico bajo la influencia de Alfred Hitchcock y George Cukor. 

Day-Lewis es aquí Reynolds Jeremiah Woodcock, un diseñador del Londres de los 50 que delinea su vida amorosa con tanta precisión como sus patrones, supervisado en la distancia por su hermana Cyril (Leslie Manville). Pero su patrón vital se tambalea con la aparición de Alma (Vicky Krieps), una joven camarera que se deja atrapar por sus atenciones y acaba convertida en ayudante, modelo y (sugerida) amante. 

Según las críticas, el juego de poder entre ambos personajes resulta fascinante. Igual que ver a Day-Lewis convertido en modisto absolutamente creíble. Para lograrlo, el actor no solo estudió desfiles de la época y se zambulló en la obra de diseñadores de entonces, sino que también aprendió a coser de la mano de Marc Happel, el mismísimo director de vestuario del New York City Ballet.