EL CINE RECUPERA A UN INTELECTUAL COMPROMETIDO

James Baldwin: el orgullo de ser gay, pobre y negro

El documental 'I am not your negro', que se estrena el próximo viernes, rescata la figura del ensayista James Baldwin, ardiente defensor de la igualdad entre razas. Su legado literario es tan pertinente hoy como hace medio siglo.

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JUAN MANUEL FREIRE

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¿Qué dice sobre nuestra sociedad y, en particular, la estadounidense que los lamentos humanistas de un autor sean hoy tan relevantes como hace medio siglo? Nada bueno, ciertamente. Ese autor es James Baldwin, fallecido en 1987, en quien se ha inspirado el director Raoul Peck para 'I am not your negro', que el próximo viernes llega a nuestras carteleras tras haber sacudido conciencias en varios festivales.

'I am not your negro' empieza con material de archivo del autor, pero enseguida cose imágenes de protestas del movimiento Black lives matters. Los pensamientos del famoso ensayista -también crítico, novelista y dramaturgo- sobre la experiencia negra en Estados Unidos son dolorosamente actuales. Los paralelismos son demasiado naturales.

La película se basa en parte en un libro inacabado de Baldwin que la hermana del escritor, Gloria Karefa-Smart, entregó a Peck. Se iba a llamar 'Remember this house' y sería una meditación sobre tres amigos asesinados: Martin Luther King Jr.Malcolm X y el activista por los derechos civiles Medgar Evers, a quien Baldwin dedicó el libro 'Nada personal'.

SAMUEL L. JACKSON

La vida, la obra y la muerte de estos tres personajes se entrelazan en la película con las ideas de Baldwin, narradas con persuasiva voz en off por Samuel L. Jackson o exhaladas por el propio icono ético en grandes apariciones televisivas.

A menudo, se escogen como contrapunto las imágenes de un Hollywood dorado desconectado de la experiencia relatada por Baldwin, al que el cine despertaba sentimientos tanto de fascinación como de alienación. Sus palabras nos recuerdan cómo el negro, incluso cuando retratado de forma positiva, como en tantas películas protagonizadas por Sidney Poitier, era castrado de su posible sexualidad. O cómo se celebraba que los personajes castigadores y xenófobos de John Wayne no llegasen a madurar.

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Según la (iluminadora) visión de Baldwin, el uso de la fuerza no es señal de fortaleza, sino de debilidad y pánico. Su libro quizá más famoso, 'The fire next time', publicado en catalán por Aymà como 'La pròxima vegada el foc', incluye una carta dirigida a su joven sobrino en la que escribe: «Por favor, trata de recordar que lo que ellos creen, así como lo que hacen y te hacen soportar, no es prueba de tu inferioridad sino de su inhumanidad y miedo».

Baldwin no odiaba a los blancos, sino que sentía compasión por ellos. La carta al sobrino acaba casi con las palabras: «No podemos ser libres hasta que ellos sean libres». La principal responsable de esa aceptación fue una profesora blanca que tuvo con 10 años, Orilla Miller -sus chicos la llamaban Bill-, sobre la que escribió en su ensayo 'The devil finds work' de 1976: «Me dio libros para leer y me habló sobre los libros, y sobre el mundo… Y me llevó a ver obras y películas, películas y obras a las que nadie más habría soñado con llevar a un chico de 10 años. La adoraba, por supuesto, y absolutamente».

BECA EN PARÍS

Entre los 14 y los 16, Baldwin transmitió sus precoces conocimientos del mundo como joven predicador -su padrastro también se dedicó a ello- en una iglesia pentecostal de Harlem. Ese pasado recorre toda su obra: se advierte en un lenguaje articulado pero rabioso, con cierto tono exhortativo, enfocado sobre todo a convencer. Pero a los 17, dejó la iglesia y empezó a señalar las hipocresías del cristianismo.

Gracias a una beca consiguió marcharse a París, donde se liberó del terror racial de su país y pudo escribir con tranquilidad. Sus primeras novelas tienen rastros autobiográficos: se puede detectar al propio Baldwin en los protagonistas tanto de 'Ve y dilo en la montaña', un joven que no acaba de llevarse bien con la religión, como de 'La habitación de Giovanni', un americano que vive en París y se siente atraído por los hombres.

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Baldwin quiso volver a su país y tomar más partido después de ver la famosa foto de la adolescente negra Dorothy Counts caminando con orgullo hacia su primer día en un instituto de Carolina del Norte en principio para blancos, con estos entregados a su vejación y humillación en un segundo plano. «Me puso furioso», escribió. «Me llenó tanto de odio como de lástima. Y me hizo sentir vergüenza».

Sus escritos y apariciones televisivas de los 60 y 70 son de culto y material habitual en los planes de estudio de universidades estadounidenses. Por desgracia, ya casi nadie escribe como él. Fue esto lo que animó al crítico cultural y escritor político Ta-Nehisi Coates a escribir 'Entre el mundo y yo', ensayo tan abrasivo como 'The fire next time'. Es lo más parecido a Baldwin que nos queda. Hacen falta más como él.