¡Domingos sin fútbol!

Cuando era pequeño y en la radio sonaba 'Carrusel deportivo', cambiaba de emisora, pero aparecía otro programa casi idéntico a dos centímetros del dial.

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JUAN CARLOS ORTEGA

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El gran José Luis Perales, en su canción 'Me llamas', le dice a una mujer que acaba de telefonearle: «Me llamas para decirme que te marchas, que ya no aguantas más, que ya estás harta de verle cada día, de compartir su cama, de domingos de fútbol metida en casa». Si a esa mujer le gustaba la radio, difícilmente podría haber evitado la presencia del fútbol los domingos, aunque hubiera dejado a su esposo. Vivía atrapada en los años 80, tres décadas antes de la llegada de un invento genial.

Les hablo de las aplicaciones de podcast, la gran venganza de los oyentes de radio al imperio futbolístico dominical. Aunque sea el día del Señor Balón, puedes pasarte las horas escuchando a gente magnífica hablando de tus temas favoritos, por muy extraños que estos sean. Si, por ejemplo, te apasiona la literatura rusa del siglo XIX o la matanza del cerdo en Balazote, solo has de teclearlo y, a la velocidad del rayo, te aparecen decenas de audios relacionados con el asunto.

Cuando yo era pequeño y en la radio sonaba 'Carrusel deportivo', cambiaba de emisora, pero aparecía otro programa casi idéntico dos centímetros a la derecha del dial. Volvía a desplazarlo y surgía otro que era un calco de los dos anteriores, y así hasta el infinito, como ese robot de metal líquido de 'Terminator' al que nunca terminaban de matar, porque cuando estaba fundido en el suelo, volvía a formarse delante de los buenos.

Aquellos domingos eran una sucesión de hombres (muy hombres) que hablaban a gritos y decían cosas muy raras como: «Gol en Las Gaunas», «Empate en La Rosaleda» o «Informa Boquillas Targar».

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Yo entonces fantaseaba con vivir en un mundo sin fútbol. La alternativa era la FM, pero allí solo se podía escuchar música, y lo que a mí me apetecía era oír a personas.

Eso no era posible. Si un domingo querías evitar escuchar como unos señores gritaban «gol» hasta destrozarse la garganta, tenías que quedarte sin radio, algo que a mí me parecía injusto y acentuaba aún más la tristeza de ese día azul oscuro, tan próximo al lunes.

Han tenido que pasar muchos años para que la tecnología solucione mi problema y el de muchos otros que lo comparten. Tengo instalado en mi móvil una maravillosa aplicación que se llama IVOOX, a la que solo puedo reprocharle que no existiera cuando iba a la EGB.

Pienso en la mujer de la canción de Perales y me alegro mucho por ella. Me la imagino por fin feliz con sus podcast, lejos ya de su marido, de aquella cama que tanto la horrorizaba y, lo que es más importante, lejos de Las Gaunas, La Rosaleda, las boquillas Targar. y de esos hombres que hablan en voz muy alta por la radio, saturando los micrófonos, como si nadie les hubiera dicho que gritarle a un micro puede terminar rompiendo sus finas membranas.

La mayoría de mis familiares disfrutan con el fútbol, así como casi todas las personas admirables que conozco. Incluso tengo tres buenos amigos que trabajan en Carrusel deportivo. Lo digo para que no vean en este artículo la típica crítica del que quiere dárselas de listo. Para nada. Es, simplemente, un homenaje a los que, como yo, sufrimos durante años en domingos como hoy, y que ahora por fin podemos decir, gracias al podcast: «Ya no sois una dictadura. Ahora hay más. Así que meteos las boquillas Targar por Las Gaunas». 

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