UN GRAVE PROBLEMA DE SALUD

Cada vez más gordos

Más de la mitad de la población de nuestro país está pasada de kilos. En 30 años, la mundial ha aumentado de peso casi un 24%. Este importante crecimiento ha convertido la obesidad en una epidemia global asociada a la principal causa de muerte hoy en día: las enfermedades cardiovasculares.

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EVA MELÚS

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Los expertos han acuñado el término 'globesity' (suma de 'global' y 'obesity' en inglés), para hablar de la actual epidemia mundial de obesidad. Por primera vez en la historia de la humanidad, hay más personas sobrealimentadas que desnutridas y algunos estudios auguran que la mitad de la población del planeta será obesa en el 2030. La Organización Mundial de la Salud (OMS) pretende frenar el aumento antes del 2025. De momento, un informe de la consultora McKinsey ha contabilizado en dos billones de dólares anuales el gasto extra que la obesidad está suponiendo a la economía mundial -en términos de productividad para las empresas, aumento del consumo de alimentos y energía, y gastos sanitarios-, ya que se revela como un pasaporte directo no solo a enfermedades cardiovasculares, sino también a otras como la diabetes, la hipertensión y muchos tipos de cáncer.

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Detrás de este pandemia hay una predisposición genética, que todos traemos de serie en mayor o menor grado, y una pura cuestión matemática. «No hemos adaptado el consumo a la menor necesidad de calorías gracias a la tecnología del mundo global», resume Joan Costa-Font, profesor de Política Económica en la London School of Economics and Political Sciences (LSE) y coautor junto a la también economista Núria Mas del reciente estudio 'Globesity? The effects of Gobalization on Obesity and Caloric Intake'. Según su informe, la población mundial ha aumentado su peso en un 24% en 30 años y la ingesta calórica en un 4,3%.

CUESTIÓN DE EDUCACIÓN

Nuestro entorno cotidiano es una invitación constante a cultivar y mantener nuestras reservas de grasa. «Estar rodeado de gente que no hace ejercicio, que va en coche a todas partes o que come mucho y calórico genera una inercia en la conducta de todos los individuos. Las llamadas políticas del nudge o del empuje ambiental se encaminan, precisamente, a cambiar el entorno que por defecto nos lleva a ser más gordos, especialmente en donde hay menos educación», añade Costa-Font.

La compleja fórmula de la obesidad podría resumirse por tanto en las variables: menor actividad física, más disposición de alimentos y más ultraprocesados. Un reciente y exhaustivo estudio del doctor Fumiaki Imamura sobre los cambios de las pautas de alimentación en 187 países confirma el aumento del consumo de productos saludables como frutas y verduras en las dos últimas décadas, pero también que es aún mayor el de productos poco sanos, con mucha grasa y azúcares añadidos.

«Para alimentarse correctamente es más importante lo que no comemos que lo que comemos. Lo primero y más esencial en un entorno como el nuestro, rodeados como estamos de estímulos para comer de forma insaludable, es evitar en el día a día sucumbir a la tentación de consumir productos ultraprocesados», afirma al respecto el nutricionista Julio Basulto, autor de 'Secretos de la gente sana'.

GRASAS Y AZÚCARES

Los alimentos adictivos con mucha grasa o azúcar y bajo valor nutricional suelen ser, además, baratos. «Lo cierto es que, caloría por caloría, es más caro alimentarse bien», confirma Basulto. Es una de las claves por las que el sobrepeso y la obesidad, antes patrimonio de los pudientes, ha sido alcanzada por las personas con menos recursos.

Curiosamente, los cambios en nuestra alimentación también provocan cambios en la respuesta de nuestros genes, que no son determinantes pero si nos predisponen a la obesidad hasta en un 50%. José María Ordovás, director del laboratorio de Nutrición y Genómica en el USDA-Human Nutrición Research Center on Aging en la Universidad de Tufts (Boston) y una de las máximas autoridades mundiales en nutrigenómica, está investigando precisamente cuál es el componente genético que nos lleva a la obesidad con la idea de diseñar las dietas más adecuadas para cada individuo de acuerdo con su genoma.

Ordovás explica que ese genoma no se puede cambiar, pero es perfectamente posible que algunos hábitos alteren la expresión de los genes. Qué comemos, cómo dormimos o cuánto nos movemos o incluso qué comió nuestra madre durante su embarazo puede hacer desaparecer o añadir grupos químicos de nuestros genes sin provocar una mutación pero sí una respuesta diferente que, por ejemplo, nos facilite engordar. «Sería como poner puntos, comas o acentos. El significado cambia sin que cambiemos ninguna letra o ninguna palabra», explica.

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Una de las grandes piedras de toque de la obesidad es que volver atrás resulta titánico. Salvadora Delgado, cirujana del Hospital Clínic especializada en reducir la capacidad del estómago a personas hiperobesas, confiesa que el 80% de sus pacientes acaba volviendo a engordar. «Cuando colocas un balón gástrico a un paciente le estás dando seis meses de margen para cambiar sus hábitos alimenticios. Cuando reduces su estómago con cirugía, dos años. Durante ese tiempo, el organismo se llena muy rápidamente. Si se come demasiado se siente malestar y se acaba vomitando, pero este castigo, entre comillas, desaparece con el tiempo. La cirugía no cura la obesidad. Es solo una oportunidad», afirma.

A pesar de esto, el cuerpo siempre tiende al equilibrio y tiene la capacidad de revertir un marcador en contra. «El hígado, por ejemplo, es el órgano que antes enferma a causa de la grasa. Sin embargo, en un estado pre-cirrótico también es el primero que se cura. Si el paciente cambia sus hábitos se recupera rápidamente», apunta.

PREVENCIÓN

Diego Yeste, endocrinólogo pediátrico de Vall d'Hebrón que trata con adolescentes que han pasado por quirófano para resolver una obesidad mórbida, explica que el compromiso de la familia es clave para resolver el problema. «Las recomendaciones son para todos y es muy complicado, porque a menudo el padre, la madre o incluso ambos también son obesos», avisa.

La prevención es efectiva, sobre todo si es precoz. En el Vall d'Hebron empezó a funcionar, con varios años de suspensión por los recortes, el galardonado programa 'Nens en moviment', que aborda la obesidad desde sus implicaciones emocionales, con un porcentaje de éxito del 75%. «Es un enfoque que se obvia siempre, pero es clave. Muchos de los adolescentes que nos llegan han sido víctimas del 'bullying' y sufren estrés post-traumático», argumenta una de las ideólogas, la nutricionista y psicóloga Norma García, para añadir que se está estudiando poner en marcha en Barcelona un grupo para niños de 5 a 7 años en otoño de 2018. «Hace unos años era impensable necesitar un programa así tan pronto», afirma.

El Hospital Sant Joan de Déu, en colaboración con la Federació Catalana de Pentatló Modern, ofrece el programa 'Sumar para restar', que utiliza valores deportivos como el esfuerzo o el espíritu de equipo para mejorar la vida de los pacientes. «No fue concebido como un grupo de terapia emocional, pero el grado de identificación de grupo ha sido clave», afirma Marta Ramon, jefa del Servicio de Endocrinología Pediátrica del Hospital Sant Joan de Déu.

Miqui Jansá, técnico de la Federació Catalana de Pentatló Modern, apunta que la prevención debería comenzar en las escuelas. «Deberíamos llegar antes. Muchos de los niños que son delgados en primaria a pesar de no seguir buenos hábitos acabarán siendo obesos cuando lleguen a secundaria si no se hacen las cosas bien», avisa.