EJEMPLO DE SUPERACIÓN

Auténticos brotes verdes

El caso de dos personas que encontraron un empleo después de hacer un curso de formación de Assís

AMISTAD. Francesc Aguilar y Angelo Cetta, en un encuentro en Assís Centre d'Acollida.

AMISTAD. Francesc Aguilar y Angelo Cetta, en un encuentro en Assís Centre d'Acollida.

ROSA MARI SANZ / BARCELONA

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Se conocieron en la calle y han vivido desbordados. Explican que son uña y carne, aunque estén temporadas sin verse. Cuando eso pasa, tienen la necesidad de llamarse, de verse, de contarse cómo les va ahora que tienen un techo y ya no comparten horas de dominó en la tienda de campaña que un día instalaron junto al <strong>centre Assís</strong>, la oenegé que les ayudó a estar donde están. También pusieron mucho de su parte. Francesc Aguilar y Angelo Cetta son dos de los alumnos aventajados de los cursos de<strong> compostaje y huertos urbanos</strong>. Los dos tienen trabajo y han conseguido cambiar el camino. Coinciden en que han ganado en fortaleza y autoestima.

«Me apunté hace un par de años para estar más ocupado. No sabía nada de jardinería y me fue muy bien porque encontré satisfacción. Si estás en la calle tienes una serie de horas en las que no sabes qué hacer. Es un círculo vicioso y es mejor romper esa rutina», explica Aguilar. Después de siete años laboralmente en blanco, consiguió un empleo los fines de semana en una empresa familiar de venta de plantas. Estuvo más de medio año trabajando y este empleo, explica, le dio la oportunidad de estrechar relaciones con sus jefes, con los que ahora proyecta una pequeña granja de caracoles en una finca de Lleida. Tiene una perspectiva, asegura, que le ha devuelto la ilusión por mirar hacia adelante.

VUELTA A LOS ORÍGENES

También la tiene en el día a día su amigo Angelo Cetta, con el que hubo una buena química desde que se conocieron. Él, además de la ilusión, ha recuperado otra cosa: la tierra. «Ahora soy payés», dice con una sonrisa este italiano que conoce muy bien el aeropuerto de Barcelona, no por los viajes que ha podido hacer a su país, sino por las noches que durmió en sus bancos. «En mi pueblo siempre había visto a mi padre y a mis abuelos trabajar en el campo. Sabía más o menos las cosas básicas porque teníamos terrenos en Nápoles. Ahora soy el único de la familia que ha vuelto al campo y en un país extraño. Me gusta mucho y no tengo gente alrededor. He encontrado lo que buscaba, la naturaleza, y no quiero salir de ahí». Trabaja tres días en una empresa de jardinería en Gavà. «Lo primero que hago cuando entro por la mañana es ir al huerto. Miro cómo están las verduras, las hortalizas, después aro el campo, alimento la tierra... Me encanta lo que hago. Si quieres salir de un bache, puedes», alienta.

FORTALEZA

El caso de estos dos hombres forma parte del 42% de los participantes en los cursos que una vez acabado, o incluso antes de finalizarlo, encuentran un empleo, y más de la mitad de ellos precisamente en ese sector profesional. Y encontrar un trabajo, como coinciden los dos, les ha dado una fortaleza y una autoestima que llegaron a creer irrecuperables. En opinión de Jesús Ruiz, director de Assís, que finalmente hayan encontrado un trabajo estable supone un reconocimiento y un justo premio a su esfuerzo y perseverancia para salir adelante a pesar de las dificultades que han sufrido durante estos últimos años. «Ejemplos como el de Angelo y Francesc tienen que servir para que cada vez más empresas comprometidas den oportunidades laborales a personas que han estado en situación de vulnerabilidad», anima.