Maluma: la punta del iceberg machista

Una campaña ha exigido la retirada del 'single' 'Cuatro babys' del cantante colombiano. Pero, en el análisis del caso no se puede obviar que en la crítica a las canciones latinas que retratan a las mujeres de forma denigrante, en muchos casos, subyace cierto sesgo clasista.

La punta del iceberg machista_MEDIA_1

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NANDO CRUZ

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No necesitaba Maluma la polémica generada por la canción 'Cuatro babys' para ser aún más famoso, pero aquí la tiene. El joven reggaetonero colombiano se ha convertido en el personaje controvertido de la semana, trofeo que cambia de manos con facilidad pasmosa cuando se señalan actitudes machistas en la música, pero que pocas veces recae en las manos de artistas europeos.

El objeto de controversia no ha sido un reggaetón, sino una canción de trap, género urbano de ritmo más relajado. 'Cuatro babys' es la típica fantasía del hombre rico en mujeres: «Estoy enamorado de cuatro babies / Siempre me dan lo que quiero / Chingan cuando yo les digo / Ninguna me pone pero». Este malote requetetatuado de 24 años entrega el enésimo retrato de las mujeres como seres cuyo objetivo primordial en la vida es satisfacer a los hombres. Los versos más controvertidos los aportan sus colaboradores, pero él remata esta representación de la mujer como objeto sumiso y consumible. Maluma ha olido el filón del trap más sexual. Y atención: su nuevo 'single' se titula 'Un polvo'.

CAMPAÑA

Una campaña en change.org recoge firmas para retirar la canción acusándola de denigrar a la mujer. En cuatro días ha sumado 75.000 firmantes. El eco de la protesta es innegable, aunque algo insignificante ante los casi 200 millones de visitas que suma el videoclip y los 430.000 «me gusta» que recibió la subidita respuesta de Maluma: «Por una cosa o la otra siempre te van a juzgar, solo haz lo que te salga del corazón, lo que te haga feliz. Si hablaron de Jesucristo, ¿por qué te sorprendes cuando hablan de ti?». En efecto, lo peor del machismo llega con las reacciones: siempre a la defensiva, siempre incapaz de encajar el error.

Sin embargo, no está claro que la censura sea el camino para resolver un problema estructural. Y menos cuando las críticas al machismo en la música se suelen dirigir con más intensidad a las músicas nacidas en contextos sociales desfavorecidos. Hay en esa prevención ante estilos como el reggaetón y el rap una mirada de desprecio clasista. También se puede detectar cierta mojigatería hacia músicas abiertamente sexuales. Incluso un mirada colonial y xenófoba.

EJEMPLOS CERCANOS

Expresarse con un lenguaje más llano y rudo no significa que canciones más sutiles de géneros socialmente más aceptadas no propongan la misma mirada machista. El reggaetonero de Medellín es el último capítulo de una larga saga con ejemplos más cercanos que perpetúan el amor romántico, la violencia de género y la posesión de la mujer. Del tango 'Tomo y obligo' de Carlos Gardel a la baladísima de Pablo López 'Lo saben mis zapatos', cuyo estribillo dice: «Yo, te quiero matar / Y no lo sabe nadie / No lo sabe nadie / Te quiero matar de amor». Las canciones no son hechos, sino ficciones abiertas a la interpretación. Pero, si nos escandalizamos tanto, ¿qué significa exactamente matar de amor?

Juan Luis Londoño Arias, alias Maluma, ha protagonizado en cinco años uno de los ascensos más meteóricos al olimpo latino. Y eso que iba para futbolista. Como nuestro Julio Iglesias, ese que cantaba: «Fuiste mía, sólo mía, mía, mía / Cuando tus labios de niña / Los míos los estrenaban / Lo mejor de tu vida me lo he llevado yo / Lo mejor de tu vida lo he disfrutado yo / Tu experiencia primera / El despertar de tu carne / Tu inocencia salvaje me la he bebido yo». Sí, las melodías más preciosas esconden mensajes igual de despreciables. Pero, claro, no hay que tomárselo al pie de la letra. Y, ya se sabe: Julito es un truhán.

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Maluma también ha sido entrenador y juez en el reality televisivo 'La Voz'. Sería el homólogo de Alejandro Sanz en la edición colombiana. Pero al profesor Sanz no le montaron campaña cuando hace un año cantaba 'Yo no soy una de esas' con el dúo mexicano Jesse & Joy, shakiresca escena de seducción con conflicto de intereses sexuales. Cuando Joy canta «yo a ti te conozco y sé por dónde vas», Sanz responde: «Si no quieres flamenquito, no toques las palmas». Y cuando ella insiste «ay, ay, mejor doy un paso atrás», él replica: «A lo mejor es muy tarde para echarte atrás». La máxima feminista del «no es no» se acuñó como contrapeso para ficciones de acoso machista tan a la ligera como este.

¿POR QUÉ AHORA LA PROTESTA?

¿Por qué 'Cuarto babys' de Maluma ha generado una campaña de protesta y la canción de Jesse & Joy y Alejandro Sanz no? Ricardo Moreno (nombre real del rapero Nega, del grupo Los Chikos del Maíz) y la politóloga Arantxa Tirado opinan en su libro 'La clase obrera no va al paraíso' que la música latina y en especial el reggaetón sufren «un verdadero linchamiento público consistente en una mezcla de histeria y odio de clase aderezado con altas dosis de racismo y xenofobia, cuando las letras de Amaral o El Canto del Loco son igualmente machistas en su totalidad, un machismo, además, de tipo velado y latente, mucho más difícil de percibir y por tanto mucho más peligroso».

Tres meses después de lanzar el single, Sanz se bajaba del escenario durante un concierto para impedir una agresión a una mujer. De repente, ya era un héroe antimachista. Hasta la periodista Julia Otero elogió su valiente gesto en Twitter. La misma Julia Otero que acribilló en TV-3 a la diputada de la CUP Anna Gabriel a preguntas sobre su forma de vestir y peinarse. Hay muchas formas de perpetuar la cosificación de la mujer y no todas suenan a reggaetón.

Por supuesto que Maluma no es la víctima de este asunto. No lo puede ser con el favor de 18 millones de seguidores en Instagram. No puede serlo con los dos 'grammys' latinos con que la cúpula de la industria discográfica celebra sus éxitos. Una industria dirigida por hombres que escogen y lanzan a otros hombres que perpetúan una visión denigrante de la mujer. Pero ya sabemos que lo que hundió el 'Titanic' no fue la punta de un iceberg. Aquel vistoso bloque era solo una señal. El verdadero peligro estaba debajo de la superficie.