Iñaki Gabilondo: el periodista que observa

La práctica periodística continuada realizada con la observancia de las normas deontológicas le ha dado una capacidad de visión casi nocturna que le permite hacer prognosis llenas de sentido común. Esta semana uno de sus videoblogs premonitorios de la situación política actual se ha hecho viral.

El periodista que observa_MEDIA_1

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JOSEP MARIA MARTÍ

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Iñaki Gabilondo empezó a ejercer de periodista cuando en la radio de los 70 lo que había eran muchos locutores y una censura previa agobiante. Tiene una personalidad compleja y una gran sencillez profesional. Maneja un código de conducta básico en el ejercicio de su trabajo al que no ha renunciado nunca. Contempla algunos principios que en estos tiempos de zozobra no por evidentes resultan menos necesarios y que podríamos resumir en: hay que buscar siempre la verdad, tomar distancia de los hechos y de sus protagonistas -sobre todo los poderosos- y comprometerse con los medios en los que se trabaja y sobre todo con sus profesionales, teniendo siempre el máximo respecto a oyentes y telespectadores.

En tiempos de abundancia de oferta, las industrias audiovisuales necesitan personalidades públicas, son las denominadas «estrellas». El consumo mediático funciona a base de grandes prescriptores que ahorran dinero a las empresas ya que para que sus programas triunfen hay que gastar menos en márketing. Profesionalmente hay que ser muy sólido para resistirse a ser un juguete en manos de los fabricantes de anchormen; Iñaki no es un lector de guiones que escriben otros, tiene una personalidad intelectual de naturaleza pétrea, forjada a base de muchas lecturas, de largas conversaciones y de un gran afán por conocer.

ARTESANO DEL PERIODISMO

Pese a que muchos creen lo contrario, él no es una estrella, es un artesano del periodismo radiotelevisivo, forjado a base de trabajo en horas intempestivas, en circunstancias empresariales adversas, siempre sintiéndose integrante de un proyecto común y dispuesto a traspasar su experiencia a compañeros y compañeras. Un ejemplo vivido: en cada programa especial de elecciones que se hacía en Radio Barcelona reunía en la sobremesa del día de votaciones a todos los integrantes de la redacción: becarios, colaboradores, periodistas, etc…, a los que preguntaba nada más empezar: «¿Y vosotros como lo veis?¿Qué creéis que va pasar?». La pequeña asamblea siempre acababa con algo parecido a: «Seamos precisos, pero también entretenidos. Recordad que no hay que confundir el rigor informativo con el rigor mortis». Nunca he visto salir a la calle de Casp a tantos periodistas tan ilusionados y dispuestos a hacer lo mejor en su trabajo.

Gabilondo ha sido protagonista y testigo de las etapas más convulsas de la profesión. Cuando el periodismo se desnortó y los profesionales bajaron a las trincheras, bien acompañados de tertulianos titiriteros y comunicadores que cobran de los poderes que nos gobiernan, él decidió fabricarse una torre de observación y subirse a ella; el objetivo no era solamente el de respetar el principio periodístico de tomar distancia de los hechos, sino sobre todo para ver mejor y de forma más clara lo que pasaba.

"OBSERVAR", EN TODAS SUS FORMAS

Si uno se toma la molestia de repasar sus comentarios radiofónicos o su videoblogs se dará cuenta de que una de las palabras que más utiliza es «observar», en todas sus formas verbales. Su uso nos revela la posición periodística desde la que trabaja: la de aquel que examina atentamente y mira con atención los hechos y las realidades cotidianas. Con el tiempo esta práctica continuada, realizada con la mejor observancia de las reglas deontológicas, le ha dado una capacidad de visión casi nocturna, es decir, la de ver claro en tiempos confusos que le ha permitido también hacer prognosis llenas de sentido común, como la que sigue que esta semana se ha hecho viral.

CONSISTENCIA

Hay que tener mucha consistencia intelectual y personal para aguantar esta posición profesional y negarse a seguir los dictados del periodismo de parte y de comunicado que ahora nos domina; el propio Iñaki usa una parábola que explica el respeto a las normas que debería inspirar siempre la práctica periodística, lo hace cuando las compara con las que asume un cirujano que tanto si trabaja en el sector privado como en el público, o si lo hace en una pequeña clínica o un gran hospital, cumple con una serie de protocolos de información, higiene y técnica quirúrgica. Él compara esta pulcritud con la realidad actual del trabajo periodístico y observa las enormes diferencias ya que, entre otras cosas, en el relato mediático de la actualidad se toman menos precauciones de las que serían necesarias y denuncia también cómo los profesionales se están convirtiendo más en actores que no en mediadores entre los hechos y la audiencia.

Cuando nos vemos acostumbra a decirme: «Josep Maria, cada vez quedamos menos de los que nos estrenamos como periodistas en la SER». Y yo pienso para mis adentros: «Bueno, sobre todo quedas tú, que has llegado a este momento de tu vida lúcido y sin apearte un ápice de tus principios». E inmediatamente añado: «¡Que suerte tenemos de poder disfrutar de tu lucidez!» 

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